Defensa de los derechos humanos en los territorios y la implementación de la Declaración de Derechos Campesinos

Desde 2001, La Vía Campesina, comenzó a trabajar contra la grave situación de las violaciones de derechos humanos en el campo a través del proceso de la creación, aprobación e implementación de la Declaración de Derechos Campesinos.

La ofensiva neoliberal de la década de los 90 profundizó la violencia y agresión hacia las comunidades campesinas en todo el mundo. El desarrollo del capital financiero en el campo, avanza en la transformación en mercancía de los alimentos, la tierra, las semillas y los bienes naturales, así como en la destrucción de toda cultura que plantee la idea de bienes comunes.

Los desalojos,  la concentración de la tierra y los endeudamientos, llevaron a miles de campesinos indios al suicidio. Así como  los Tratados de libre comercio, y fundamentalmente la criminalización, persecución política y represión violenta a las y los líderes campesinos fueron (y son) moneda corriente en todos los continentes. A medida que se desarrolla el agronegocio y la mercantilización de la agricultura, crece el hambre y la desocupación.

Según los datos del Grupo ETC, la agricultura campesina cuenta tan solo con ¼ de las tierras agrícolas del mundo, pero alimenta a más del 75% de la población mundial, mientras que la agroindustria subordinada al capital financiero, con ¾ de las tierras agrícolas solo llega al 25% de la población del mundo. En América Latina, el 1% de los propietarios concentra más de la mitad de las tierras agrícolas.

Los derechos campesinos, para ser efectivos, requieren Reformas Agrarias en todo el mundo, que garanticen la Agricultura Campesina y Agroecológica y así alcanzar la Soberanía Alimentaria, fundamental para la justicia y la paz mundial.

En la Conferencia Internacional de LVC que se realizó en Mozambique en 2008, se aprobó la “Carta de los derechos de las campesinas y campesinos”, que fue el primer instrumento con el que los delegados de LVC llegaron a Ginebra para que el debate se desarrollara allí, en el seno del consejo de derechos humanos de la ONU. En el año 2012, el consejo de derechos humanos, aprobó la primera resolución que creó el grupo de trabajo intergubernamental para redactar el texto de La Declaración de Derechos Campesinos y otras personas que trabajan en el Campo. Luego de 5 borradores que se fueron modificando durante 6 años en torno a las discusiones y aportes, llegamos entonces a una versión definitiva.

La campaña de La Vía Campesina a favor de la Declaración de Derechos Campesinos se divulgó bajo el título de ¡“Al Campo con Derechos” y “Derechos campesinos ya!”. A partir de esta resolución, la Declaración se transforma en un instrumento legal por lo cual La Vía Campesina y sus aliados encaran el trabajo y la movilización internacional para buscar su implementación.

La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y otras personas que trabajan en áreas rurales  que se aprobó en diciembre de 2018, fue el resultado de una larga y sostenida lucha dirigida por el campesinado para crear una herramienta legal internacional que pueda proteger sus derechos y marcar la importancia de la reforma agraria y la justicia social en sus territorios, representa un hecho histórico para el propio sistema internacional de derechos humanos, así como para las comunidades campesinas del mundo.

La declaración cuenta con un preámbulo que destaca a las campesinas y campesinos como un sujeto social, económico y cultural, que cumple un rol fundamental en la lucha contra el hambre y la producción de alimentos sanos, el cuidado de la naturaleza, la preservación de las culturas y biodiversidad, entre otros.

La Declaración es un reconocimiento sustantivo a derechos fundamentales como el acceso a la tierra, el derecho al agua (para consumo doméstico y para riego), así como el derecho al usufructo, gestión de los bienes naturales, el derecho a las semillas y a la biodiversidad, el derecho al precio justo e ingreso adecuado para una vida digna.

La declaración reconoce la importancia de la Soberanía Alimentaria y de la Reforma Agraria como políticas públicas para garantizar esos derechos, además para cada derecho, sugiere las obligaciones de los estados, conformando un horizonte de política pública para el desarrollo rural y cuenta con un artículo especial para los derechos de las mujeres campesinas, que en la actualidad, poseen solo el 2% de la propiedad de la tierra en el mundo.

Por eso, podemos afirmar que esta Declaración, de fuerte contenido humanista, es un paso adelante para la gobernanza global y los pueblos del mundo. Lejos de ser el “fin del campesinado”, podemos afirmar que las campesinas y los campesinos son protagonistas de las luchas por justicia social en todo el mundo y parte indiscutible de la solución a la crisis alimentaria y de migración que provoca y agudiza el desarrollo del capital financiero y los agronegocios.