Nyeleni, noviembre 2011
Nosotros, campesinas y campesinos, pastores, pueblos indígenas y nuestros aliados reunidos en Nyeleni del 17 al 19 de noviembre de 2011, hemos venido de todas partes del mundo para compartir por primera vez nuestras experiencias de lucha contra el acaparamiento de tierras. El año pasado apoyamos el Llamamiento de Kolongo de las organizaciones campesinas de Malí que han tomado el liderazgo en organizar la resistencia local al apoderamiento de las tierras campesinas en Africa. Hoy, hemos venido a Nyeleni a dar respuesta al Llamamiento de Dakar que convoca una alianza global contra el acaparamiento de tierra pues estamos decididos a defender la soberanía alimentaria, los bienes comunes y el derecho a los recursos naturales de los/as productores/as de alimentos a pequeña escala.
En Malí, el gobierno se ha comprometido a entregar 800 mil hectáreas de tierra a inversionistas empresariales. Se trata de tierras que han pertenecido a las comunidades durante generaciones, incluso siglos, mientras que el Estado de Malí existe sólo desde los años 1960. Despojar a las comunidades de sus tierras es una violación de sus derechos históricos y consuetudinarios.
El acceso seguro y el control de la tierra y los recursos naturales están íntimamente ligados al disfrute de los derechos consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos – y en otros tratados regionales e internacionales – tales como el derecho a la libre determinación, el derecho a un estándar adecuado de vida, a vivienda, a alimentación, a salud, a la cultura, la propiedad y la participación. Constatamos con suma preocupación que los Estados no cumplen con sus obligaciones en esta materia y ponen los intereses de negocios por encima de los intereses de los pueblos.
El acaparamiento de tierras es un fenómeno global promovido por las élites y los inversionistas locales, nacionales y transnacionales, y los gobiernos con el objetivo de controlar los recursos más preciados del planeta. Las crisis alimentarias, financieras y climáticas globales han desatado un apuro entre inversionistas y gobiernos pudientes por adquirir y apropiarse tierras y recursos naturales ya que éstos son los únicos puertos a salvo que quedan para garantizar rendimientos financieros. Fondos de pensiones y otros fondos de inversión se han convertido en poderosos actores en el acaparamiento de tierras, al mismo tiempo que sigue habiendo guerras para apoderarse del control de las riquezas naturales. El Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo están facilitando el acaparamiento de la tierra y el agua al promover políticas y leyes convenientes a las corporaciones empresariales, al facilitar acceso a capital y garantías para los inversionistas, y al fomentar un modelo de desarrollo económico extractivo y destructivo. El Banco Mundial, el FIDA, la FAO y la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo han propuesto siete principios que legitiman el acaparamiento de tierra por parte de empresas comerciales y estados inversionistas. Dirigida por varias de las corporaciones transnacionales más grandes, la Alianza por la Revolución Verde en Africa apunta a transformar la agricultura campesina en agricultura industrial y a integrar a los/as campesinos/as a las cadenas globales de valor aumentando así enormemente su vulnerabilidad al despojo de tierras.
El acaparamiento de tierras va más allá de las estructuras imperialistas tradicionales Norte-Sur; las corporaciones transnacionales pueden tener sus sedes en Estados Unidos, Europa, Chile, México, Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Tailandia, Malasia y Corea del Sur, entre otros países. Se están acaparando tierras en Asia, África, las Américas y Europa para la agricultura industrial, las plantaciones forestales, la minería, los proyectos de infraestructuras, los embalses, el turismo, los parques naturales, la industria, la expansión urbana y los fines militares. Pueblos indígenas y minorías étnicas están siendo expulsadas de sus territorios por fuerzas armadas, aumentando su vulnerabilidad y en algunos casos incluso resultando en su esclavización. Las falsas soluciones de mercado al cambio climático están creando nuevas formas de alienar a las comunidades locales de sus tierras y recursos naturales.
Apesar del hecho que las mujeres producen la gran mayoría de los alimentos en el mundo, y de que son responsables del bienestar familiar y comunitario, las estructuras patriarcales existentes siguen provocando que ellas se vean despojadas de las tierras que cultivan y de su derecho a los recursos. Teniendo en cuenta que la mayoría de campesinas no tienen derechos a la tierra seguros y legalmente reconocidos, están particularmente expuestas a sufrir desalojos.
La lucha contra el acaparamiento de tierras es una lucha contra el capitalismo, el neoliberalismo y contra un modelo económico destructivo. Los testimonios de nuestras hermanas y hermanos de Africa del Sur, Brasil, Burkina Fasó, Colombia, Francia, Ghana, Guatemala, Guinea Bissau, Honduras, India, Indonesia, Malí, Mauritania, Mozambique, Nepal, Níger, República Democrática de Congo, Senegal, Tailandia y Uganda, nos mostraron cómo el acaparamiento de tierras amenaza a la agricultura familiar a pequeña escala, la naturaleza, el medio ambiente y la soberanía alimentaria. El acaparamiento de tierras desplaza y dispersa a las comunidades, destruye las economías locales y el tejido socio-cultural y pone en peligro las identidades de las comunidades, ya sean de campesinos/as, pastores/as, pescadores/as artesanales, trabajadores/as, dalits o pueblos indígenas. Los que se alzan para defender sus derechos están siendo golpeados, encarcelados y asesinados. No hay forma alguna de mitigar los impactos de este modelo económico y las estructuras de poder que lo promueven. Nuestras tierras no están en venta ni para el arriendo.
Pero no estamos vencidos. A través de la organización, la movilización y la unidad en nuestras comunidades, hemos sido capaces de parar el acaparamiento en muchos lugares. Además, nuestras sociedades reconocen cada vez más que la agricultura familiar y la producción de alimentos en pequeña escala es el modelo más sostenible desde el punto de vista económico, social y ambiental de usar recursos y garantizar el derecho a la alimentación para todos/as.
Recordando el Llamamiento de Dakar, reiteramos nuestro compromiso a resistir al acaparamiento de tierras con todos los medios posibles, a apoyar a todos aquellos y aquellas que luchan contra los acaparamientos de tierra y a ejercer presión sobre los gobiernos nacionales y las instituciones internacionales para que cumplan sus obligaciones con los derechos de los pueblos. Nos comprometemos específicamente a:
Organizar a las comunidades rurales y urbanas contra todas las formas de acaparamiento de tierras.
Reforzar las capacidades de nuestras comunidades y movimientos para reclamar y defender nuestros derechos, tierras y recursos.
Reclamar y asegurar los derechos de las mujeres en nuestras comunidades a la tierra y los recusos naturales.
Concientizar a la opinión pública sobre cómo el acaparamiento de tierras está causando una crisis para toda la sociedad.
Construir alianzas entre diferentes sectores y regiones, y movilizar a nuestras sociedades para detener el acaparamiento de tierras.
Fortalecer nuestros movimientos para lograr y promover la soberanía alimentaria y una auténtica reforma agraria.
Para realizar estos compromisos, vamos a desarrollar el siguiente plan de acción:
En lo relativo a la capacitación para organizar la resistencia local:
Informar a nuestras comunidades sobre las discusiones y compromisos de esta Conferencia.
Construir nuestras propias fuentes de información sobre acaparamiento de tierras por medio de documentación de casos, compilación de información relevante y de pruebas sobre procesos, actores, impactos del acaparamiento de tierras.
Asegurar que nuestras comunidades reciban la información que necesitan con respecto a sus derechos, las leyes, las empresas, los contratos, etc., de manera que puedan resistir más efectivamente a los inversionistas y los gobiernos que traten de despojarlos de sus tierras.
Establecer sistemas de alerta temprana para prevenir a las comunidades sobre los riesgos y amenzas.
Fortalecer nuestras comunidades a través de la formación política y técnica, y recuperar nuestro orgullo de ser productores/as y proveedores/as de alimentos especialmente entre la juventud.
Promover los derechos de las mujeres a la tierra y los recursos naturales concientizando nuestras comunidades y movimientos sobre la importancia de respetar y proteger los derechos de las mujeres a la tierra especialmente en sistemas consuetudinarios de tenencia.
Desarrollar y usar los medios de comunicación locales para organizar a los miembros de nuestras comunidades y de otras, y compartir con ellos información sobre el acaparamiento de tierras.
Hacer que nuestros dirigentes cumplan las normas establecidas por nuestras comunidades, y obligarlos a que rindan cuentas ante nosotros, nuestras comunidades y organizaciones.
En lo relativo a la asistencia jurídica de defensa:
Desarrollar nuestros propios sistemas de asistencia jurídica y colaborar con expertos jurídicos y en derechos humanos.
Rechazar todas las formas de violencia y criminalización de nuestras luchas y movilizaciones por la defensa de nuestros derechos.
Trabajar por la liberación inmediata de todas las personas encarceladas por causa de sus luchas en defensa de las tierras y los territorios; realizar urgentemente campañas de solidaridad con todas las personas que sufren conflictos.
En lo relativo a la incidencia y la movilización:
Erigir el 17 de abril como el día global de la movilización contra el acaparamiento de tierras; identificar otras fechas adicionales de movilización para defender la tierra y los bienes comunes.
Elaborar nuestros argumentos políticos para poner en evidencia y desacreditar el modelo económico que fomenta el acaparamiento de tierras, así como los diferentes actores e iniciativas que lo promueven e intentan legitimar.
Establecer un Observatorio Popular sobre acaparamiento de tierra para facilitar la compilación de informaciones, comunicaciones, planes de acción, incidencia, investigación y análisis.
Promover los derechos de las mujeres a través de programas de redistribución específicos para mujeres y otras medidas. Promover leyes y políticas que respondan a las necesidades de las mujeres.
Construir alianzas estratégicas con la prensa y los medios de comunicación.
Llevar nuestros mensajes y reivindicaciones a nuestros diputados, gobiernos e instituciones internacionales. Continuar involucrados en el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial y demandando que sus procesos, como el de las Directrices de la FAO sobre gobernanza de la tierra, la pesca y los bosques contribuyan realmente a proteger y promover los derechos a la tierra y los recursos naturales de los/as proveedores/as de alimentos en pequeña escala.
Identificar y enfatizar a nivel local, nacional e internacional los espacios para la acción, la movilización y la construcción de una amplia resistencia social al acaparamiento de tierras.
Planear acciones de protesta contra corporaciones (incluyendo corporaciones financieras), el Banco Mundial y otras bancos multilaterales de desarrollo que se benefician e impulsan el acaparamiento de tierras y recursos naturales. Mantener oposición a los esquemas de auto-regulación del sector privado tales como los principios RAI del Banco Mundial.
Expandir y fortalecer nuestras acciones para lograr y promover la soberanía alimentaria y una auténtica reforma agraria, el reconocimiento de los sistemas consuetudinarios siempre y cuando salvaguarden los derechos de las mujeres, y la realización de los derechos de los/as jóvenes a la tierra y los recursos naturales.
Apoyar el control de los pueblos de sus recursos naturales a través de ocupaciones de tierras, ocupaciones de las empresas y corporaciones inversionistas, protestas y otras acciones de movilización de masas para reclamar sus bienes comunes.
Exigir a nuestros gobiernos que cumplan con sus obligaciones de derechos humanos, que cesen inmediatamente la transferencia de tierras y recursos naturales a inversionistas empresariales, que cancelen los contratos hechos, restituyan las tierras saqueadas y protejan a las comunidades rurales y urbanas del acaparamiento actual y cualquier acaparamiento futuro.
En lo relativo a las alianzas:
Construir redes y alianzas fuertes de organizaciones a todos los niveles – local, regional e internacional – con base en el Llamamiento de Dakar y poniendo a los/as productores/as y proveedores/as de alimentos en el centro de las alianzas.
Forjar alianzas con miembros de los fondos de pensiones para evitar que estos fondos inviertan en proyectos que resulten en acaparamiento de tierras.
Establecer alianzas estratégicas con la prensa y los medios para que transmitan fielmente nuestros mensajes y realidades. Refutar los prejuicios difundidos por la prensa dominantes con respecto a la lucha por la tierra y la reforma agraria en Zimbabwe.
Hacemos un llamamiento a todas aquellas organizaciones comprometidas con estos principios y acciones para que se unan a nuestra Alianza Global contra el Acaparamiento de Tierras que hoy de forma solemne lanzamos aquí en Nyeleni.
¡Globalicemos la lucha! ¡Globalicemos la esperanza!
Contactos
Isabelle Delforge
idelforge@viacampesina.org