Al calor de las heroicas luchas por la tierra que se están librando en el Brasil, del 2 a 7 de noviembre de 1997, nos reunimos en la capital de este país, procedentes de 23 países, 338 delegados y delegadas de 49 organizaciones miembros de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), para celebrar nuestro II Congreso, el cual fue precedido por la Primera Asamblea de Mujeres del Campo. Eventos que contaron con la presencia solidaria de 8 organizaciones de Norteamérica, Europa y Asia, integrantes de nuestro movimiento internacional, La Vía Campesina.
Este Congreso nos permitió profundizar en el análisis del impacto nefasto del neoliberalismo contra la humanidad y en particular sobre las mujeres y hombres del campo; avanzar en la definición de políticas y estrategias alternativas a este proyecto de muerte, definir propuestas y acciones para consolidar nuestro proceso organizativo.
El rasgo esencial de este fin de siglo es la globalización, que en su forma dominante se manifiesta a través de la economía neoliberal de mercado.
Los efectos negativos de este modelo se sienten de una manera aguda en el agro, pues la apertura salvaje ha colocado a los campesinos, así como a los pequeños y medianos productores, a los agricultores familiares ante la amenaza directa de su extinción. Más aún cuando paralelamente se han instrumentado políticas para revertir los procesos de reforma agraria (en los países donde éstos tuvieron lugar) o simplemente para dejarlos fuera de agenda (en los países que aún no han enfrentado la cuestión de la tenencia de la tierra).
Los efectos que esto provoca en los campesinos e indígenas se manifiestan en el estrangulamiento de su economía; las migraciones internas y hacia los países del Norte; en la violencia; el recorte de los derechos laborales y la represión sindical; la precarización del empleo (informalidad, bajos salarios, trabajo esclavo, intensificación del trabajo de la mujer, de los niños, etc.); discriminación; racismo; pobreza, desesperanza…
Ante este conjunto de políticas de muerte han salido al frente las organizaciones del campo, pasando a convertirse en los puntales de la resistencia al neoliberalismo en Latinoamérica. Del México de la insurgencia zapatista, pasando por los levantamientos indígenas y campesinos de Ecuador, a las luchas por la tierra en Brasil, Paraguay, Centroamérica… prácticamente no hay espacio geográfico del continente que no haya sido escenario de luchas protagonizadas por organizaciones del campo, entre las que destacan las integrantes de la CLOC.
Nuestro Congreso nos ha permitido reafirmar y enriquecer las propuestas que aportamos para la construcción de un Proyecto de Vida, que forje una sociedad justa, equitativa, democrática, donde quepan todos y todas; proyecto que ya se está haciendo realidad a partir de nuestras experiencias y luchas concretas.
En tal sentido, conscientes de la urgencia de construir relaciones equitativas entre hombres y mujeres nos comprometemos a asumir en todas nuestras orientaciones y prácticas cotidianas el enfoque de género, estableciendo concretamente la participación de las mujeres en un 50% en todas las esferas y de manera especial en los espacios de decisión y dirección.
La reforma agraria es una solución que no se reduce a la distribución de la tierra sino que abarca los aspectos económicos, políticos y sociales y por tanto constituye una premisa básica para asegurar un desarrollo sustentable, que preserve el medio ambiente, proteja la biodiversidad y los conocimientos tradicionales; condiciones indispensables para gararantizar la soberanía y seguridad alimentaria de nuestros pueblos. En tal medida es una respuesta inmediata a graves problemas como el hambre, la desnutrición, el desempleo, la migración, la desintegración familiar, etc.
La diversidad étnica y cultural constituye una de las más valiosas riquezas de nuestros países, por lo que asumimos la lucha para que sean reconocidos y respetados los derechos de los pueblos indígenas.
Contra la exclusión, lucharemos por el ejercicio pleno de nuestra ciudadanía, la vigencia del respeto a los derechos humanos, tanto individuales como colectivos, particularmente en lo que se refiere a la educación, salud, comunicación, vivienda, seguridad social y la afirmación de nuestros valores éticos y culturales.
El rescate de la cultura como elemento fundamental de identidad, integración y unidad de nuestros pueblos es otro de los componentes fundamentales de nuestro proyecto alternativo.
El II Congreso de la CLOC reafirma la posición de la Revolución Cubana de que se respete su soberanía, integridad y autodeterminación y condena el criminal bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos, acrecentado por la Ley Helms-Burton, la que no es más que una manifestación de prepotencia de dicho país imperial.
Nuestro próximo punto de encuentro para la realización del Tercer Congreso será México, en el año 2000, para marcar el inicio de un milenio de justicia e igualdad.
A los 30 años de la caída en combate del guerrillero heroico Che Guevara, nuestro Congreso recoje su legado de lucha y militancia por la humanidad y una sociedad de hombres y mujeres nuevos.
Brasilia, 7 de noviembre de 1997.