Producción agroecológica para mejorar los niveles de producción.

Leiber Montaña | Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora, Estado Barinas, Municipio Sabaneta, Venezuela |Miembro de la Coordinación Política Pedagógica del IALA Paulo Freire.

El Instituto Agroecológico Latinoamericano Paulo Freire, es un centro de educación universitaria que forma a jóvenes latinoamericanos y caribeños provenientes de la base de los movimientos campesinos, quienes al regreso a sus países, regiones y localidades de origen, contribuirán con el desarrollo endógeno, integral y agroecológico al tiempo que fortalecerán las luchas contra el neoliberalismo, los agronegocios, la dependencia en todas sus formas y la depredación ambiental. En este centro de formación se forman hijos/as de campesinas, postulados por los movimientos campesinos, indígenas y afrodescendientes organizados de Latinoamérica, el Caribe y África como profesionales integrales altamente capacitados para la transformación de los modos de producción agropecuaria, sustentada en el enfoque agroecológico.

Promoción de la agroecología

La agroecología es un modo de vivir y es el lenguaje de la naturaleza que aprendemos siendo sus hijos. No es una mera propuesta de tecnologías o prácticas de producción. No puede aplicarse de la misma manera en todos los territorios. Se basa por el contrario en principios que, si bien puedan compartir similitudes en la diversidad de nuestros territorios, se practican de muchas formas diferentes en las que cada sector contribuye con los colores de su realidad local y cultura, respetando siempre la Madre Tierra y nuestros valores comunes y compartidos.

Las prácticas de producción agroecológicas (como los cultivos intercalados, la pesca tradicional y el pastoreo de trashumancia, la integración de cultivos, árboles, animales y peces, los abonos verdes, el compostaje, el uso de semillas campesinas y razas locales de ganado, etc.) se basan en principios ecológicos como la preservación de la vida del suelo, el reciclaje de los nutrientes, la gestión dinámica de la biodiversidad y la conservación de la energía en todas las escalas.

La agroecología reduce drásticamente la utilización de insumos adquiridos externamente que deben comprarse a la industria. Asimismo, no se emplean agrotóxicos, hormonas artificiales, transgénicos u otras nuevas tecnologías peligrosas. Las familias, comunidades, colectivos, organizaciones y movimientos representan el suelo fértil en el que germina la agroecología. La autogestión y las acciones colectivas son las que permiten escalar la agroecología, construir sistemas alimentarios locales y desafiar el control corporativo de nuestro sistema alimentario.

La solidaridad entre los pueblos y entre las poblaciones rurales y urbanas es un ingrediente imprescindible. La autonomía inherente en la agroecología revierte el control de los mercados mundiales y promueve la auto gobernanza de las comunidades. Minimizamos así la utilización de insumos adquiridos de afuera. Ello requiere reconfigurar los mercados para que se basen en principios de economía solidaria y en la ética de la producción y e consumo responsable. Promovemos las cadenas de distribución cortas, directas y justas. Implican una relación transparente entre los productores y consumidores que se asienta en la solidaridad de los riesgos y beneficios compartidos.

La agroecología es política, nos exige desafiar y transformar las estructuras de poder en la sociedad. Debemos poner en manos de los pueblos que alimentan el mundo el control de las semillas, la biodiversidad, la tierra y los territorios, el agua, los saberes, la cultura y los bienes comunes.

Mujeres y jóvenes en la agroecología

Las mujeres y sus saberes, valores, visión y liderazgo son críticos para avanzar.

La migración y la globalización contribuyen a que el trabajo de las mujeres se incremente, y sin embargo tienen un acceso mucho más limitado a los recursos que los hombres. Muy a menudo su trabajo no es valorado ni reconocido. Para que la agroecología alcance su pleno potencial, debe garantizarse la distribución equitativa de poder, tareas, toma de decisiones y remuneración.

Los jóvenes junto con las mujeres representan una de los dos bases sociales principales para la evolución de la agroecología. La agroecología puede facilitar un espacio radical para la aportación de los jóvenes a la transformación social y ecológica que tiene lugar en muchas de nuestras sociedades.

Los jóvenes tienen la responsabilidad de avanzar hacia el futuro a partir del saber colectivo que han aprendido de sus padres, antecesores y ancestros. Son los garantes de la agroecología para las generaciones venideras. La agroecología debe crear un dinamismo social y territorial que ofrezca oportunidades para los jóvenes rurales y valore el liderazgo de la mujer.

Mejora en los niveles de producción

Los sistemas alimentarios y agrícolas actuales han logrado suministrar grandes volúmenes de alimentos a los mercados mundiales. Sin embargo, los sistemas agrícolas con un uso intensivo de los recursos y un elevado aporte de insumos externos han provocado una deforestación masiva, escasez de agua, pérdida de biodiversidad, agotamiento del suelo y niveles elevados de emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de los considerables avances realizados en los últimos años, el hambre y la pobreza extrema siguen siendo desafíos mundiales fundamentales. Incluso en los lugares en los que se ha reducido la pobreza, persisten desigualdades generalizadas, lo que dificulta la erradicación de la pobreza.

La agroecología es un enfoque integrado que aplica simultáneamente conceptos y principios ecológicos y sociales al diseño y la gestión de los sistemas alimentarios y agrícolas. Su objetivo es optimizar las interacciones entre las plantas, los animales, los seres humanos y el medio ambiente, teniendo en cuenta, al mismo tiempo, los aspectos sociales que deben abordarse para lograr un sistema alimentario justo y sostenible.

Los sistemas agroecológicos son sumamente diversos. Desde el punto de vista biológico, los sistemas agroecológicos optimizan la diversidad de las especies y los recursos genéticos en distintas maneras. Por ejemplo, los sistemas agroforestales organizan cultivos, arbustos, ganado y árboles de diferentes alturas y formas en distintos niveles o estratos, lo que incrementa la diversidad vertical.

El cultivo intercalado combina especies complementarias con el objetivo de aumentar la diversidad espacial. La rotación de cultivos, en la que a menudo se incluyen legumbres, aumenta la diversidad temporal. Los sistemas integrados de producción agropecuaria dependen de la diversidad de razas locales adaptadas a entornos específicos.

En el mundo acuático, el policultivo tradicional de peces, la acuicultura integrada multitrófica o los sistemas agro acuícolas de rotación siguen los mismos principios para aumentar al máximo la diversidad. Incrementar la biodiversidad contribuye a una serie de beneficios de producción, socioeconómicos, nutricionales y ambientales. Mediante la planificación y gestión de la diversidad, los enfoques agroecológicos potencian la prestación de servicios ecosistémicos, en particular la polinización y la salud del suelo, de los que depende la producción agrícola. La diversificación puede aumentar la productividad y la eficiencia en el uso de los recursos al optimizar la cosecha de biomasa y la captación de aguas.

En la experiencia de la escuela se puede citar que en cuatro mil metros cuadrados hay más de veinticinco mil espacios con altos niveles de producción y diversificación, con un manejo cien por ciento agroecológico. Lo que rinde quince toneladas de alimentos, es decir más allá de un rendimiento de una especie. El uso equivalente de la tierra supera el 1% desde el uso agroecológico por alimentos que se produce, además de mejorar los suelos y servicios ecosistémicos.

“La escuela le da cobertura a la finca agroecológica La Esperanza, la que tiene un servicio ecosistémico que está aportando a la alimentación de bovino en los potreros, hay toda una interacción, así como en las unidades de producción agroecológica”.

¿Qué porcentaje de campesinos utilizan la producción agroecológica?

La realidad agroalimentaria actual de Venezuela continúa teniendo una fuerte impronta de la cultura generada por la renta del petróleo que se desarrollase durante el siglo XX, tanto en las políticas públicas como en los espacios de formación e investigación en los temas del agro y la alimentación. Sin embargo, tras una emergencia gradual del pensamiento agroecológico a finales del siglo XX, las conquistas en las esferas normativas e institucionales que se han dado en el país en las últimas dos décadas constituyen una fortaleza para los movimientos sociales urbanos y campesinos, en tanto han permitido “presencia en las administraciones para impulsar políticas públicas que favorezcan la sustentabilidad rural” como un eslabón importante en la construcción del nuevo pensamiento hegemónico agroecológico, en los términos de González de Molina y Caporal (2013).

Es de destacar que, la nueva institucionalidad académica en torno a los temas agroalimentarios ha tomado la vanguardia en la interacción entre el Estado, los movimientos organizados y el pensamiento agroecológico disciplinar. Esta condición que surge en estos espacios académicos tiene uno de sus asideros en la comprensión de la realidad socio política del tema agrario, que implica diagnosticar y visibilizar las tensiones existentes entre las comunidades rurales e indígenas y la industrialización capitalista. Como lo establecen Sevilla Guzmán y Woodgate (2013), el potencial transformador de la agroecología como ciencia, depende de su imbricación con el pensamiento social agrario y los movimientos con los cuales se ha comprometido; la agroecología como disciplina instrumental y positivista podría constituir una reconfiguración del pensamiento burgués embebido en las formas capitalistas de control de los recursos y las capacidades productivas de la humanidad.

La situación es compleja, porque la mayor concentración de la población está en los sitios urbanos, los niveles son muy altos, y esto tiene su origen desde mil novecientos doce, cuando Venezuela pasó de ser un país agroexportador a un país minero, es ahí donde empieza el éxodo campesino. Por consiguiente, se tiene un estimado que la población de las zonas rurales y campesinas es entre el 15 a 18%.

El tema se complejiza porque la producción está en manos de pocos frente a la inmensa mayoría que está en las áreas de transformación, ahora bien, no todos los que habitan en la zona rural están produciendo. Y quienes lo hacen al menos el 80% tiene alguna practica agroecológica con base campesina y tradicional, o bien también conocida como agricultura del ayer. La mitad de ese porcentaje del campo maneja un sistema mixto, entre los que hay distintos niveles porque no se puede homogenizar los sistemas productivos en el campo, hay unos que están iniciando y otros que están en un proceso de transición agroecológica.

Actualmente por la coyuntura, situación de asedio, de bloqueo internacional, sanciones, coloca la situación interna del país cuesta arriba para importar insumos, bienes y servicios porque son las bases para sentar sistemas de dependencias. Lo que dificulta dar respuesta interna, por ende toca volver la mirada al campo y buscar los bienes naturales, aprovechar los recursos, es así que en medio de este fenómeno, la agroecología ha cobrado importancia y demanda. No tanto por la ideología sino más bien por necesidad.

Desde el Instituto Agroecológico Latinoamericano (IALA) se distribuye entre 2000 a 2500 litros de biofertilizante a pequeños productores, a diferentes niveles de producción, el tema de biofertilización se atienden bajo un manejo mixto, la producción va a nivel nacional, son ochenta hectáreas sin descuidar la base de la agricultura campesina a quienes se da acompañamiento. Asimismo, se trabaja desde la alianza productiva la organización de la corriente Bolívar Zamora en atención con biofertilizante para los productores que tienen tierra, mecanización agrícola, se les apoya con semilla e insumos y el tema de biofertilizante. Desde el IALA se apoya en la atención a esos productores a través de biofertilizante entre unos 600 y 800 litros.

El actual proceso venezolano en soberanía y seguridad alimentaria y nutricional este año se está dirigiendo a la variedad nacional, a trabajar con comunidades y poder conservarlas.

Brechas que enfrenta el sector campesino

El factor de migración es uno de los elementos que afecta el país, el porcentaje es uno de los más alto de la historia, aporta a este fenómeno el sistema educativo que prepara para atender a un patrón y no para tener la iniciativa como emprendedor. El sistema además impone un nivel de consumo, lo que a filosofía de la gente empujaa buscar en otras tierras la facilidad de los recursos para suplir las exigencias de la cultura consumista.

Venezuela tiene más de diez millones de hectáreas aptas para agricultura y si las oportunidades están en el campo porque no trabajar la huerta.

Hay que meterse al campo y contribuir al país. Pienso que las dificultades deben ser palancas para grandes cambios, creer en nosotros mismos y echar mano a la siembra. El tema de la soberanía y seguridad alimentaria y nutricional es una visión en el país que juegan un rol importante los centros de formación de agro tanto de la agroecología como la convencional y, es por esta razón que se debe fomentar espacios laborales y de proyectos para los egresados. Otro de los espacios clave es la organización comunal, como incidir en el hecho socio cultural para empezar a pensar en el enfoque nacionalista que apunte a la transformación del país. Volver la mirada al campo, hacer alianzas entre el campo y la ciudad para cerrar las brechas de distanciamiento es prioritario, entre otras cosas se puede hacer mercados campesinos en las ciudades. El acceso a los recursos es otra limitante del sector rural, en la época pretrolera había mayor acceso, actualmente hay latencia y muchas veces se beneficia al mediano y gran productor. La capacidad instalada para el agro en general es muy poca. Se necesita renovación en maquinaria, vías de acceso, propiciar mercados locales, se hace necesario un proceso de renovación. Lo que pasa por el combustible, lo productivo porque toca la movilidad, para atender también el sector se necesita sistemas fósiles, sistemas de riego.

Como bien se ha mencionado la distribución de la población no es la más equitativa lo que la convierte en un factor negativo, por otro lado se requiere de acompañamiento en políticas públicas de manera integral para fifinanciamiento en formación, atención al sector campesino y que acompañe la producción agroecológica de la comuna, movimientos sociales y ministerios.

Este artículo es parte del segundo Boletín Informativo de la CLOC-Vía Campesina de la campaña “Volver al Campo”.

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