Estudio sobre la biodiversidad, erosión y contaminación genética del maíz criollo en Uruguay

Miércoles 13 de Julio de 2011

SEMILLAS«Un trabajo recientemente publicado por RAPAL Uruguay aporta información acerca del maíz criollo, su diversidad, su cultivo, sus usos, su valor estratégico y el peligro de contaminación genética al que está expuesto por el avance de los maíces transgénicos.»

En Uruguay son pocos quienes conocen y aprecian la riqueza que el país tiene en materia de maíces criollos. Tales maíces son en general percibidos como un anacronismo dentro de un modelo agrícola centrado exclusivamente en la alta productividad, medida en toneladas por hectárea.

Sin embargo, el maíz criollo tiene un altísimo valor estratégico y no es casual que una potencia como Estados Unidos haya dedicado enormes esfuerzos para tener acceso a la base genética de nuestros maíces. Un trabajo recientemente publicado por RAPAL Uruguay aporta información acerca del maíz criollo, su diversidad, su cultivo, sus usos, su valor estratégico y el peligro de contaminación genética al que está expuesto por el avance de los maíces transgénicos.

La preservación del maíz criollo ha sido posible gracias a los productores que lo cultivan y que de él obtienen lo que necesitan, tanto en materia de consumo humano como animal. Este tipo de cultivo no les implica gastos, ya que la semilla proviene de su propio cultivo y no se le aplican ni fertilizantes ni agrotóxicos. Los productores saben que este maíz siempre “dará”, aunque sea poco cuando las condiciones son más desfavorables, pero que algo se siempre se cosechará.

Salvo contadas excepciones, en los predios donde se producen estos maíces su producción se destina al auto sustento, tanto humano como animal. Es importante resaltar que los productores tienen bien determinadas las áreas de sus predios destinadas al cultivo del maíz, así como la extensión y cantidad de semilla necesarias para su siembra, basadas todas éstas en las dimensiones de la granja y el número y tipo de animales que allí se crían. Como resultado de esta planificación, obtienen la cantidad de maíz que ellos necesitan, y lo más importante, totalmente sustentable para sus necesidades.

Sin ser originarios de nuestra tierra, estos maíces se han adaptado a nuestros suelos y clima, resistiendo muy bien los períodos de exceso y escasez de agua característicos de nuestros ambientes.

Puesto que estos maíces tienen una adaptación optima en nuestras tierras, resulta evidente la necesidad de asegurar su conservación, tanto a través de su siembra como evitando que sean contaminados por los cultivos transgénicos. De esa manera se estaría conservando la diversidad y asegurando la existencia de semillas adaptadas a nuestro medio que ayudarían a afrontar el cambio climático y a asegurar la soberanía alimentaria a largo plazo.

La entrada del maíz transgénico a nuestro país tuvo lugar pese a la oposición de distintos sectores de la sociedad, tales como políticos, universidad, consumidores, productores y sociedad en general. Lamentablemente, ninguno de los argumentos planteados fue tomado en consideración al momento de su autorización. La distancia establecida por la reglamentación para separar cultivos GM y no-GM (250 metros) no es garantía para impedir la contaminación de los maíces criollos, lo cual ya ha sido demostrado tanto nacional e internacionalmente.

A siete años del ingreso autorizado de los cultivos transgénicos, aún no se ha realizado una evaluación de impacto. Los productores que aun conservan sus semillas criollas en distintos lugares del país -que son muchos por cierto- están constantemente amenazados por la contaminación genética.

La interpolinización es parte de la naturaleza; es la manera en que plantas como el maíz son fecundadas siendo el viento y los insectos los responsables de la polinización.

Los productores y productoras lo expresan muy bien al decir que “los maíces se casan”. Es gracias a este “casamiento” que el maíz ha logrado evolucionar y ser lo que hoy son: “tesoros escondidos”. Por lo tanto los maíces deben ser protegidos, para que de esa manera puedan seguir cumpliendo el rol que han cumplido hasta ahora: ser un cultivo fundamental en la cadena de los alimentos de los pequeños productores, desde la semilla hasta el alimento que llega a la mesa a través de sus múltiples transformaciones.

 

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Indígenas y campesinos continúan en lucha contra transgénicos

Miércoles 13 de Julio de 2011

Los cultivos transgénicos están amenazando comunidades campesinas e indígenas en diversas partes de América Latina. Cada vez más, los intereses de las empresas están atropellando a las comunidades locales. En Chile, el tema se instaló con más fuerza con la aprobación, en pasado mes de mayo, del Convenio Internacional para la Protección de la Obtenciones Vegetales (Upov 91), que privatiza la comercialización de las semillas.

Eduardo Letelier, director del Centro de Educación y Tecnología para el Desarrollo del Sur (CET SUR), habló con Adital sobre esta temática. Pese las consecuencias de la ratificación de este Tratado, Letelier destacó que los campesinos están dispuestos a resistir y seguir con campañas contra los transgénicos en el país. Lea la entrevista.

Adital – Recientemente, Chile aprobó el Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (Upov 91). ¿Cuales son las consecuencias para los indígenas y los campesinos de la ratificación de este Tratado?

Eduardo Letelier – Bueno, el Tratado de Protección de los Obtentores Vegetales se revisa cada cierto tiempo. Y la última revisión se hizo en el año 1991. Y en relación a la revisión anterior, del año 1978, esa revisión fundamentalmente amplía los dominios y los tiempos en que se aplica la propiedad industrial o se homologa la Ley de Obtentores Vegetales a una Ley de Propiedad Industrial. Esa es la tendencia, quiere decir, cada vez más, los derechos de los obtentores vegetales se asimilan más al régimen de patente industrial. Eso quiere decir que los plazos en que rigen la propiedad industrial se extienden, las normas de penalización por la violación de la propiedad intelectual sobre las semillas aumentan y esto también determina que la propia práctica de los agricultores en lo que se refiere al intercambio y comercialización de semillas, termina siendo penalizada, termina siendo criminalizada.

Ahora, otra consecuencia es que este régimen legal, este convenio vigente desde 91, lo que hace es que genera un escenario en Chile, que ya se instaló en el desarrollo legislativo de una Ley de Obtentores Vegetales en Chile, donde esto se transforma en una ley de la República. Entonces todo el poder del Estado se empieza a utilizar para penalizar justamente la infracción a esta ley. Por lo tanto, es un escenario de criminalización del intercambio de semillas entre agricultores. Este es el escenario que se están instalando. Ahora de hecho de ley está en el parlamento, ya está siendo realizada y la otra consecuencia es que abre espacio a las preguntas de un conjunto de grupo legales que vienen y piden el uso de los transgénicos para la producción de alimentos de consumo masivo.

Hoy en Chile los transgénicos solamente se pueden utilizar para producir semillas que se exportan para fuera de Chile. Pero con este cambio legal, con la aprobación de la Upov, también como estrategia para el desarrollo legislativo es que se eliminen algunas normativas que ya están vigentes que impiden el uso de semillas transgénicas para la producción de alimentos de consumo masivo en Chile. Entonces esta es la otra gran consecuencia. Una parte la criminalización de la semilla campesina, otra parte la legalización del cultivo de los transgénicos en Chile.

Adital – ¿Y como ha sido la respuesta de los campesinos, de las organizaciones sociales que tratan de esta temática?

Letelier – Bueno, yo creo que los campesinos están tomando conciencia – y los pueblos indígenas de Chile también – de la amenaza que eso significa para su propia situación y que en la práctica eso está siendo impulsado por intereses empresariales que ven en el uso de las semillas transgénicas un negocio rentable. Y esto significa que las organizaciones campesinas e indígenas están hoy en día debatiendo estrategias para enfrentar esta situación. No solamente desde el aspecto legislativo, sino también desde la perspectiva de reactivar la producción de semilla bajo el control social.

Adital – Pero, ¿los movimientos campesinos latinoamericanos que están integrados, resisten al incremento de los transgénicos en la región?

Letelier – Sí, la Cloc-Vía Campesina [Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo] hoy en día tiene una campaña contra los transgénicos y está buscando en todos los países impedir que se liberen y que contaminen la agricultura campesina. Es una campaña mundial y América Latina tiene mucho protagonismo por parte de las organizaciones de mujeres campesinas […]. Esto ha sido material de discusiones particularmente en el V Congreso de Cloc-Vía Campesina del año pasado en la ciudad de Quito [Ecuador], en Octubre. Y uno de los mandatos principales en el sector para las organizaciones campesinas del continente, junto con la reforma agraria, es la cuestión de la semilla y el agua. Esto está generando en los países estrategias para diferenciar y enfrentar las situaciones. Hay situaciones críticas, críticas, como la de Paraguay, por ejemplo, la del Norte de Argentina y el Sur del Brasil con la soya que afecta tanto por lo transgénico, pero también afecta todo el territorio, el agua sufre contaminación agroquímica en los campos.

Los campesinos ciertamente están en la búsqueda de estrategias de acuerdo, declarando el territorio libre de transgénico, buscando el desarrollo legislativo favorable, por lo menos, y fundamentalmente impulsando el intercambio de artesanía campesina y también buscando alianzas con la academia, porque el tema de contaminación transgénica es algo sumamente nuevo y no hay capacidades técnicas muchas veces en las organizaciones, para enfrentar la contaminación transgénica, justamente buscando alianzas con académicos que estén investigando este tema y que estén dispuestos en ese sentido a colaborar con esta idea de continuar con el territorio libre de transgénico, se puede avanzar en este sentido.

Las noticias sobre Financias Solidaria son producidas con el apoyo del Banco del Nordeste de Brasil (BNB).

Fuente: Adital

 

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África: Declaración de Shashe

Lunes 11 de Julio de 2011

Primer Encuentro de Formadores@s en Agroecología en la

Región 1 de África de la Vía Campesina

afiche_semillasSomos 47 personas de 22 organizaciones en 18 países (Zimbabue, Mozambique, República Democrática del Congo, Ruanda, Angola, Uganda, Tanzania, Kenia, Zambia, Sudáfrica, República Centroafricana, Brasil, México, Indonesia, Portugal, Estados Unidos de América, Francia, y Alemania). Somos campesin@s y técnic@s de organizaciones miembros de la Vía Campesina, además de aliad@s de otras organizaciones campesinas y redes, ONGs, académic@s, investigador@s, intérpretes y otras personas.

Nos hemos estado reuniendo en el Centro de Capacitación para el Desarrollo Endógeno de Shashe en la Provincia de Masvingo, Zimbabue, para planificar como promover la agroecología en nuestra región (África Austral, Oriental y Central). Hemos tenido el privilegio de observar de primera mano la fructífera combinación de reforma agraria con agricultura ecológica y agroecología llevada a cabo por la familias campesinas locales. En lo que en su momento fueron grandes ranchos de ganado propiedad de tres grandes terratenientes que poseían 800 cabezas de ganado y no producían ni grano ni ninguna otra producción adicional, ahora hay más de 365 familias campesinas con más de 3400 cabezas de ganado, que producen además un promedio anual de entre 1 y 2 toneladas de granos por familia además de hortalizas y otros productos, en muchos casos usando métodos agroecológicos y semillas campesinas locales. Esta experiencia refuerza nuestro compromiso y nuestra creencia en la agroecología y en la reforma agraria como pilares fundamentales para la construcción de la Soberanía Alimentaria.

Amenazas y Retos para la Agricultura Campesina y la Soberanía Alimentaria

Nuestra región de África actualmente encara retos y amenazas que socavan conjuntamente la seguridad alimentaria y el bienestar de nuestras comunidades, desplazando a las familias campesinas y minando su forma de sustento, socavando nuestra capacidad colectiva de alimentar nuestras naciones, y causando un grave daño al suelo, al medio ambiente y a la Madre Tierra.

Esto incluye las manifestaciones locales y regionales de la crisis global de precios alimentarios y la crisis climática que han sido provocadas por el avance de las políticas neoliberales y por la avaricia y la extracción de beneficios de las Corporaciones Transnacionales (CTNs). Alimentos subvencionados baratos importados por las CTNs, posibilitados por los desencaminados tratados de libre comercio, rebajan los precios que recibimos por nuestros productos agrícolas, obligando a las familias a abandonar el campo y a migrar a las ciudades, mientras se socava la producción alimentaria local y nacional. Los inversionistas extranjeros, invitadas por algunos de nuestros gobiernos, acaparan las mejores tierras de labranza, desplazando a l@s agricultor@s locales, productor@s de alimentos, y reorientando las tierras hacia la minería medioambientalmente devastadora, a las plantaciones de agrocombustibles que alimentan a los automóviles en vez de a las personas, y a otras plantaciones exportadoras que no contribuyen en nada a construir la Soberanía Alimentaria para nuestros pueblos, y solo enriquecen a unos pocos.

Al mismo tiempo, las emisiones descontroladas de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire proveniente de los Países Desarrollados y el sistema alimentario global de las corporaciones — basado en el transporte a largas distancias y en la agricultura industrial, están cambiando el clima en varios modos que afectan directamente a l@s agricultor@s. Nuestras tierras se vuelven más áridas, con cada vez mayor escasez de agua, afrontamos incrementos de las temperaturas, y condiciones progresivamente más extremas tales como fuertes tormentas, inundaciones y sequías. Las fechas de las épocas lluviosas se han vuelto completamente impredecibles, de manera que ya nadie sabe más cuando sembrar. El clima cambiante también está implicado en las epidemias de enfermedades comunicables tanto de los humanos, como de las cosechas y los animales. Todo esto daña a las familias campesinas y afecta a la producción alimentaria.

Nos enfrentamos a las CTNs que quieren imponer los transgénicos en nuestros países, independientemente de si existen o no moratorias en la actualidad, y a las agencias como la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA) que conspira con las CTNs como Cargill y Monsanto y con nuestros gobiernos para comprar a la investigación nacional y a los sistemas nacionales de semillas para vender semillas transgénicas. Estas semillas amenazan la integridad de nuestras variedades locales y la salud de nuestr@s consumidor@s. Las mismas compañías manipulan incluso a las organizaciones campesinas regionales para promover los transgénicos, y hacemos un llamamiento a dichas organizaciones a que se resistan a ser utilizadas de esa manera.

Mientras nuestros suelos, agroecosistemas y bosques se ven más y más degradados por la agricultura industrial y las plantaciones, y la biodiversidad de las semillas locales se pierde, los costos de producción bajo el modelo de la «Revolución Verde» convencional son más caros y quedan fuera del alcance de las familias campesinas. El precio de los fertilizantes químicos, por ejemplo, se ha incrementado recientemente en el mercado internacional en más de un 300% en pocos años.

Enfrentándonos a esta cruda situación para la agricultura campesina y la Soberanía Alimentaria en nuestra región, como miembros de organizaciones pertenecientes a Vía Campesina adoptamos los siguientes posicionamientos:

Posiciones de Vía Campesina en la Región África 1

Creemos que…

* La agricultura agroecológica practicada por las familias campesinas, y las políticas de Soberanía Alimentaria, ofrecen la única solución razonable y factible a los múltiples retos que a los que nuestra región se enfrenta.

* Sólo los métodos agroecológicos (también llamados agricultura sostenible, agricultura orgánica, agricultura ecológica, etc.) pueden restaurar los suelos y los ecosistemas que han sido degradados por la agricultura industrial. Ni siquiera los productos químicos pueden funcionar tras una degradación grave, pero la agroecología puede restaurar la materia orgánica del suelo y su fertilidad, además fortalece los procesos funcionales del agroecosistema como el reciclaje de nutrientes, la biología del suelo, el control natural de plagas, etc. Hemos visto como los sistemas campesinos agroecológicos tienen una productividad total mucho por unidad de área mayor que los monocultivos industriales, con pocos o ningún insumo comprado, reduciendo la dependencia e incrementando la autonomía y el bienestar de las familias rurales mientras producen alimentos abundantes y saludables para nuestra gente. La investigación global de Vía Campesina demuestra que la agricultura campesina sostenible puede alimentar al mundo, basándose en el conocimiento endógeno y en la agroecología.

* El sistema alimentario global genera en la actualidad entre el 44 y el 57% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, casi todas las cuales podrían ser eliminadas mediante la transformación del sistema alimentario basada en los principios de la agroecología, la reforma agraria y la Soberanía Alimentaria. La agricultura campesina sostenible enfría el planeta, y es nuestra mejor solución contra el cambio climático.

* Para adaptarnos al cambio climático necesitamos la mayor resiliencia de los sistemas agroecológicos diversificados (y la conservación y recolección del agua, manejo de cuencas, sistemas agroforestales, abonos verdes, etc.) y la diversidad genética de las semillas campesinas locales y los sistemas de semillas campesinas. Exigimos a nuestros gobiernos que retiren el apoyo a las corporaciones de semillas industriales con sus semillas estandarizadas y a menudo modificadas genéticamente, y que a cambio apoyen los sistemas campesinos de semillas basados en la recuperación, la protección, multiplicación, almacenaje, multiplicación e intercambio de semillas a nivel local.

* Nuestros sistemas nacionales de educación e investigación están gravemente sesgados hacia las prácticas agrícolas más industriales, las mismas que están matando a nuestro planeta y contribuyendo al fracaso de l@s african@s en alimentarnos a nosotr@s mism@s. Exigimos la reorientación de la investigación hacia métodos orientados a la agricultura campesina y a la agroecología, y la transformación de los currículos en los niveles escolares primario y secundario, y en la educación superior, para centrarlos en la agroecología.

* Hacemos un llamamiento para acabar con la liberalización del comercio y para renovar la protección de los mercados domésticos de manera que l@s agricultor@s african@s podamos recibir precios justos que nos permitan levantar las producciones y alimentar a nuestros pueblos.

* Hacemos un llamamiento a nuestros gobiernos a crear programas integrales de apoyo a la agricultura agroecológica realizada por familias campesinas y a reconstruir la Soberanía Alimentaria, incluyendo la reforma agraria genuina y la defensa de las tierras campesinas contra el acaparamiento de tierras, la reorientación de la adquisición pública de alimentaros por agencias gubernamentales desde el agronegocio hacia la compra de alimentos ecológicos con precios justos a pequeñ@s agricultor@s para el suministro de escuelas, hospitales, cafeterías institucionales, etc., como medio para apoyar a l@s agricultor@s y para proveer de alimentos saludables a l@s niñ@s, a l@s enferm@s y a l@s emplead@s gubernamentales, y programas de créditos a la producción para la agricultura campesina agroecológica en lugar de subsidios vinculados a los fertilizantes y plaguicidas químicos.

* En la COP-16 en Cancún, México, los gobiernos del mundo (excepto Bolivia) acordaron realizar negocios con las CTNs que trafican con falsas soluciones al cambio climático como los agrocombustibles, los transgénicos, los mercados del carbono, REDD+, etc., en lugar de acordar el revertir seria- y efectivamente el calentamiento climático mediante reducciones reales de emisiones por los Países Desarrollados y la transformación de nuestros sistemas globales de alimentación, energía y transporte. Exigimos que nuestros gobiernos se comporten más responsablemente en la COP-17 en Durban, Sudáfrica, rechazando la firma de acuerdos impuestos por el Norte y por las CTNs, y apoyando en vez de ello los Principios de Cochabamba sobre el Clima y los Derechos de la Madre Tierra.

Compromisos de la Vía Campesina

Mientras exigimos que nuestros gobiernos actúen de todas las maneras mencionadas más arriba, y elevaremos la presión sobre ellos para que lo hagan, no nos quedaremos esperándoles. En lugar de ello nos comprometemos a continuar construyendo la agroecología y la Soberanía Alimentaria desde abajo. Nos comprometemos a dar los siguientes pasos prácticos:

* Construiremos estructuras organizativas en la Vía Campesina a nivel regional para apoyar nuestras organizaciones nacionales miembros en su trabajo para promover la agroecología entre sus familias integrantes. Esto incluye programas regionales de formación, visitas de intercambio, la producción y socialización de materiales educativos, y la identificación, documentación, sistematización y socialización de casos exitosos en la región de manera que tod@s puedan aprender las lecciones que entrañan. Entre las estructuras que construiremos está una red de formador@s locales y practicantes de la agroecología en la Vía Campesina en nuestra región.

* Promoveremos la creación de programas de formación y escuelas de agroecología en nuestras organizaciones, y programas de promoción agroecológica de campesino(a) a campesino(a) y de comunidad a comunidad.

* A través de nuestras organizaciones promoveremos la creación y el fortalecimiento de sistemas campesinos locales de semillas.

* Documentaremos la experiencia de Zimbabue de reforma agraria y agricultura ecológica por familias beneficiarias, como pasos importantes hacia la Soberanía Alimentaria, de los cuales quienes estamos en otros países podemos aprender.

* Trabajaremos en «mantener el carbono en el suelo y en los árboles» en las zonas bajo nuestro control, mediante la promoción de la agroforestería, la siembra de árboles, la agroecología, la conservación energética, y confrontando la acaparación de tierras para la minería y para las plantaciones industriales.

* Comprometeremos y presionaremos a los gobiernos a todos los niveles (local, provincial tradicional, nacional y regional) para que adopten Políticas Públicas que favorezcan la agroecología y la Soberanía Alimentaria.

* Construiremos una voz poderosa de l@s pequeñ@s agricultor@s y campesin@s para estar presentes junto con otros sectores de la sociedad civil en la COP-17 en Durban, y en Río+20 en Brasil, con el mensaje de que nos oponemos a las falsas soluciones al cambio climático y de que demandamos la adopción de los Principios de Cochabamba. Insistiremos en la Agricultura Campesina Sostenible y en la Soberanía Alimentaria como las verdaderas soluciones más importantes contra el cambio climático.

¡African@s! ¡Podemos alimentarnos a nosotr@s mism@s con Agroecología y Soberanía Alimentaria!

¡La Agricultura Campesina enfría el planeta!

¡No al Sistema Alimentario Corporativo, a los transgénicos, al Acaparamiento de Tierras!

¡Sí a la Reforma Agraria y a un Sistema Alimentario Agroecológico!

¡Globalicemos la Lucha! ¡Globalicemos la Esperanza!


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Paraguay: Realizan “Comilona Avati” para crear conciencia

Lunes 11 de julio de 2011

Realizan “Comilona Avati” para crear conciencia

Campesinas e Indígenas productoras en defensa del Maíz Criollo

Logo_maiz“Por la vida y la soberanía de nuestro país, defendamos nuestro maíz criollo”, es la consigna de organizaciones de mujeres agricultoras, que realizan la próxima semana un evento para sensibilizar sobre la importancia de la conservación de las variedades de maíz local y criollo, que forman parte de la base alimentaria de la población paraguaya.

La “Comilona Avati” está prevista para el próximo viernes 15 de julio de 8:00 a 12:00 horas, en la Plaza de los Héroes, ubicada en el microcentro capitalino; está impulsada por las siguientes organizaciones campesinas e indígenas: la Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (CONAMURI), Organización Campesina Regional Concepción (OCRC), Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas e Indígenas del Paraguay (CNOCIP) y Asociación de Agricultores Oñondivepa (AAO).

Las agricultoras plantean promover una agricultura sana y un modelo diferente para la producción de alimentos, sin tóxicos ni riesgos para la salud humana y ambiental. Defienden la necesidad de contar con sistemas de almacenamiento, distribución y comercialización del maíz criollo en cualquiera de sus etapas, así como en materia de conservación, mejoramiento, preservación del hábitat y de las tierras, en donde se cultiva. Estas medidas deben establecerse como una política pública de protección necesaria para la soberanía y seguridad alimentaria de miles de familias rurales.

Exigen la protección del maíz local y criollo, a partir de mecanismos que promuevan su proceso de diversificación biológica, su uso y garantía de que continúe en manos de los productores y productoras en pequeña escala, por medio de legislaciones adecuadas.

Igualmente, estas organizaciones señalan razones por las que rechazan el cultivo de las semillas transgénicas en el país. Entre estas destacan que el riesgo de perder la diversidad de maíz nativo es muy alto, debido a la contaminación genética; que una planta de maíz de tamaño medio libera entre 14 y 50 millones de granos de polen; que se han observado cruzamientos hasta a 800 metros, y que el polen de maíz tiene el potencial de viajar a mayores distancias.

Los y las campesinas e indígenas productoras advierten sobre la amenaza que se ejerce en torno al maíz local y criollo ante el ingreso del transgénico, que genera producción pero no semillas para sembrar el próximo ciclo; por tanto, es un consumo condicionado año tras año, lo cual comprende todo un sistema, que incluye el uso de agrotóxicos y herbicidas, que generan daños a la salud y sólo benefician a las empresas transnacionales.

Más información a los números siguientes:

-Alicia Amarilla: (0982) 537-627

-Angélica Bermúdez: (0971) 529-433

-Nicolasa Trinidad: (0984) 929-448

 

 

 

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Una nueva sociedad o un tsunami social y ecológico

LEOEn mi último artículo lancé la idea, sustentada por minorías, de que estamos ante una crisis sistémica y terminal del capitalismo, y no es una crisis cíclica. Dicho en otras palabras: las condiciones para su reproducción han sido destrozadas, sea porque los bienes y servicios que puede ofrecer han llegado al límite por la devastación de la naturaleza, sea por la desorganización radical de las relaciones sociales, dominadas por una economía de mercado en la que predomina el capital financiero. La tendencia dominante es pensar que se puede salir de la crisis, volviendo a lo que había antes, con pequeñas correcciones, garantizando el crecimiento, recuperando empleo y asegurando ganancias. Por lo tanto, los negocios continuarán as usual.

Las mil millonarias intervenciones de los Estados industriales salvaron los bancos y evitaron el derrumbe del sistema, pero no han transformado el sistema económico. Peor aún, las inyecciones estatales facilitaron el triunfo de la economía especulativa sobre la economía real. La primera es considerada el principal desencadenador de la crisis, al estar comandada por verdaderos ladrones que ponen su enriquecimiento por encima del destino de los pueblos, como se ha visto ahora en Grecia. La lógica del enriquecimiento máximo está corrompiendo a los individuos, destruyendo las relaciones sociales y castigando a los pobres, acusados de dificultar la implantación del capital. Se mantiene la bomba con su espoleta. El problema es que cualquiera podría encender la espoleta. Muchos analistas se preguntan con miedo: ¿el orden mundial sobreviviría a otra crisis como la que hemos tenido?

El sociólogo francés Alain Touraine asegura en su reciente libro Después de la crisis (Paidós 2011): la crisis o acelera la formación de una nueva sociedad o se vuelve un tsunami, que podrá arrasar todo lo que encuentre a su paso, poniendo en peligro mortal nuestra propia existencia en el planeta Tierra (p. 49.115). Razón de más para sostener la tesis de que estamos ante una situación terminal de este tipo de capital. Se impone con urgencia pensar en valores y principios que puedan fundar un nuevo modo de habitar la Tierra, organizar la producción y la distribución de los bienes, no sólo para nosotros (hay que superar el antropocentrismo) sino para toda la comunidad de vida. Este fue el objetivo al elaborar la Carta de la Tierra, animada por M. Gorbachev que, como ex-jefe de Estado de la Unión Soviética, conocía los instrumentos letales disponibles para destruir hasta la última vida humana, como afirmó en varias reuniones.

Aprobada por la UNESCO en 2003, la Carta de la Tierra contiene efectivamente «principios y valores para un modo de vida sostenible, como criterio común para individuos, organizaciones, empresas y gobiernos». Urge estudiarla y dejarse inspirar por ella, sobre todo ahora, en la preparación de la Río+20.

Nadie puede prever lo que vendrá después de la crisis. Solo se presentan insinuaciones. Todavía estamos en la fase de diagnóstico de sus causas profundas. Lamentablemente son sobre todo los economistas quienes hacen los análisis de la crisis y menos los sociólogos, antropólogos, filósofos y estudiosos de las culturas. Lo que va quedando claro es lo siguiente: ha habido una triple separación: el capital financiero se desenganchó de la economía real; la economía en su conjunto, de la sociedad; y la sociedad en general, de la naturaleza. Y esta separación ha creado tal polvareda que ya no vemos los caminos a seguir.

Los “indignados” que llenan las plazas de algunos países europeos y del mundo árabe, están poniendo el sistema en jaque. Es un sistema malo para la mayoría de la humanidad. Hasta ahora eran víctimas silenciosas, pero ahora gritan fuerte. No sólo buscan empleo, reclaman principalmente derechos humanos fundamentales. Quieren ser sujetos, es decir, actores de otro tipo de sociedad en la que la economía esté al servicio de la política y la política al servicio del bien vivir, de las personas entre sí y con la naturaleza. Seguramente no basta querer. Se impone una articulación mundial, la creación de organismos que hagan viable otro modo de convivir, y una representación política ligada a los anhelos generales y no a los intereses del mercado. Hay que reconstruir la vida social.

Por mi parte veo indicios en muchas partes del surgimiento de una sociedad mundial ecocentrada y biocentrada. Su eje será el sistema-vida, el sistema-Tierra y la Humanidad. Todo debe centrarse en esto. De no ser así, difícilmente evitaremos un posible tsunami ecológico-social.

– Leonardo Boff es Teólogo / Filósofo y autor de Opção-Terra. A solução para a Terra não cai do céu. Record 2010.

Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=442

 

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Los transgénicos: manipulación genética ¿y cultural?

«Los transgénicos son parte fundamental de esta nueva etapa de dominación en el devenir histórico en la que la producción y distribución de la alimentación son ejes para dominar la identidad, a partir de la desbiologización de la tierra, de los alimentos y por consecuencia del ser humano.»

Son muchas ya las posturas técnicas que muestran los aspectos negativos de los transgénicos, aunque el círculo empresarial/científico que ostenta el poder a nivel mundial niegue todavía aceptar (o publicar) sobre las contraindicaciones de su consumo, sin contar las referidas a su producción. “No se ha comprobadosa que son perjudiciales”, se dice, pues no se puede decir que son beneficiosos. Esto nos recuerda cómo la revolución verde fue promoc ionada como la solución del hambre mundial durante la década de los 60, cuando en realidad fue la introducción y desenvolvimiento de una cadena de técnicas que podían ser comercialmente explotadas. Todos los elementos importantes de conocimiento local productivo-tecnológico fueron desvirtuados e inferiorizados, lo que significa una pérdida de incalculable valor para la humanidad. A pesar de estas y otras tendencias del desarrollo en general y la revolución verde en particular, y sus componentes tecnológicos (e ideológicos obviamente), se les sigue impulsando en nuevas facetas que ahora, al igual que en ese entonces, son aplaudidas como soluciones al hambre y la pobreza.

Y ha sido tan constante y sostenido el devenir de estas propensiones del desarrollo que ahora ya no nos impresiona saber que cuando a una niña o niño de las tantas ciudades alrededor del orbe se le pregunta ¿de dónde vienen los alimentos?, éste o ésta responde: “de la nevera” o “del supermercado”. Lo primordial del dilema de los transgénicos gira precisamente en torno al desconocimiento-olvido de la respuesta a esta pregunta y se circunscribe a la profundización de ese estado de adormilamiento que oculta en nuestro ser la vivencia de una filosofía y paradigma que pertenecía (y aún pertenece) a un estilo de vida distinto al propuesto por la agroindustria-biotecnología.

En este contexto, los transgénicos son la extensión de la filosofía del modelo de producción agroindustrial que concentra toda la cadena de producción en pocas manos permitiendo el manejo total de la oferta de alimentos a la población, erosionando su propia capacidad de producir. Este hecho inicia a partir del cambio de variedades de semillas locales por las de las semillas de la revolución verde, hecho que ha herido de muerte al sistema tradicional de interdependencia solidaria entre distintos productores, basado en el intercambio de conocimiento y de insumos, así como en la ayuda comunitaria en las labores agrícolas, y lo ha reemplazado por una alternativa individualista que no permite los intercambios de semillas y otros insumos ya que éstos tienen patentes que convierten a las empresas transnacionales en únicas dueñas y señoras, hecho que les da, solamente a ellas, la potestad de decidir a quién vender las semillas; y en caso que un pequeño productor opte por repartirlas entre sus vecinos, se atiene a las multas y sanciones legales establecidos por ley. De este modo, las grandes transnacionales monopolizan el conocimiento de producción alimentaria en oligopolios cada vez más concentrados, dejando sin oportunidades económicas a los pequeños productores y a los consumidores, ya que los alimentos son cada vez más caros, pues los precios los imponen los pocos dueños de las semillas que alimentan al mundo.

Así, se da el cambio de sistemas controlados por los campesinos, a sistemas controlados por las corporaciones de agroquímicos y semillas y, por ende, por los institutos internacionales de investigación[1]. «Las semillas, de haber sido un recurso libre que se reproducía en la propia chacra se transformaron en un insumo caro que debía ser comprado. Los países pobres y los campesinos tuvieron que endeudarse para utilizar las nuevas semillas y los campesinos terminaron en las manos de los bancos y los proveedores de agroquímicos, que una vez establecido su monopolio hicieron subir los precios; por ejemplo, entre fines de los 60 y principios de los 80, el precio de los fertilizantes se incrementó en 600%»[2].

Bajo este paraguas, los transgénicos son una medida que implica la inserción progresiva, sostenida y segura de nuevas formas de destrucción de filosofías y culturas de la producción de semillas y alimentos, de aniquilación de diversidades de semillas y de involución del ser humano que cada vez tiene menos opciones alimentarias debido a la uniformización de las mismas. De ese modo, se establecen mecanismos de re-colonización inherentes al modelo de desarrollo.

Quien pretende anular la emergencia creciente de movimientos y sentimientos anti-sistémicos, debe controlar la alimentación de la humanidad a nivel de todo el globo terrestre. Como un excelente ejemplo de este mecanismo tenemos a la población norteamericana que sufre en gran parte de una aguda deficiencia alimenticia reflejada especialmente en la obesidad. Una persona con problemas de obesidad, sometida a una involución biológica y genética progresiva a través de su dieta alimenticia, se convierte en un ser con discapacidad para oponerse al sistema de vida que le enferma. No es casual que una sociedad como la americana se vea en la constante necesidad de robar cerebros del tercer mundo, cuya población aun conserva cierta salud biológica y mental proveniente de sus posibilidades de alimentación.

Tenemos entonces que los transgénicos aceleran el proceso de descampesinización del mundo ligado a la destrucción de los vestigios de esa nueva-vieja filosofía de unidad del ser con la realidad que se presenta como una alternativa al modelo de no unidad propuesto por el modelo de la agroindustria.

A este respecto debemos decir que es indispensable detenernos un momento en el escenario de la manipulación genética para producción de alimentos y hacer una breve comparación con la «manipulación» cultural e ideológica. Ambas son estrategias de colonización del ser humano y de los seres de la naturaleza en tanto las dos responden a la lógica de la homogeneización de la identidad. En tanto la homogeneización cultural responde a la imposición de la cultura occidental para romper con la diversidad de culturas y lograr una monocultura globalizada que permita una más fácil dominación cultural, la homogeneización de los alimentos (y de la biodiversidad) responde a la lógica del monocultivo que hace que un tipo o un número reducido de semillas implique la desaparición de la virtuosa variedad de semillas pre-existentes. Por ejemplo, tenemos que la diversidad agrícola genética de tipos de maíz, de papa y de otros vegetales está desapareciendo. Si bien antes cada población tenía una cultura específica y ciertas variedades de alimentos, las cuales eran intercambiadas con otras culturas que ofrecían otras diversidades y variedades de alimentos, ahora tanto la cultura como los alimentos son prácticamente homogéneos en el mundo entero. Así como la biodiversidad desaparece gracias a la incorporación de nuevas tecnologías abocadas a proveer a las elites sociales nuevos modelos de opresión y lucro, la especie humana pierde su diversidad de identidades. Y considerando que «uno es lo que come» la biotecnología utilizada para abrir mercado no es más que un mecanismo que da mayor viabilidad al proyecto colonizador de mono-cultura y mono-identidad.

Los transgénicos son parte fundamental de esta nueva etapa de dominación en el devenir histórico en la que la producción y distribución de la alimentación son ejes para dominar la identidad, a partir de la desbiologización de la tierra, de los alimentos y por consecuencia del ser humano. La depravación de los avances tecnológicos vertidos del marco recolonial del Neo-neoliberalismo expresado mañosamente en la industria biotecnológica sólo ha dado continuidad al intento inicial del capitalismo, a partir de la revolución verde, de erradicar la agricultura campesina basada en la autoproducción y en la diversidad de formas de producción, para implantarla por una sola lógica de producción basada en la concentración de los medios de producción (tierra, territorio, agua, maquinaria, insumos agrícolas, etc.) y distribución de alimentos. Actualmente y bajo esta lógica los proveedores de insumos agrícolas (plaguicidas fertilizantes y demás) están en contubernio con los creadores y distribuidores de semillas genéticamente modificadas que sirven, además, para alimentar a los animales de crianza, los que, vale la pena recalcar, ahora se crían en cubículos toda su vida, sin ningún tipo de cariño ni respeto a su identidad; ya ni siquiera se requiere ejercer la actividad del pastoreo, con lo que se completa la cadena de destrucción de la identidad del campesino.

De este modo y a paso seguro, se concentra en pocas manos el dominio de la totalidad de la cadena de producción alimentaria para decidir, en un futuro cercano, quién come y quién no. Incluye esta concentración a los mecanismos de investigación que se realizan muchas veces en las mismas empresas productoras o por instituciones contratadas por éstas. Cabe resaltar que en estos casos generalmente las investigaciones muestran inocuidad de los alimentos transgénicos y que algunos grupos independientes de investigadores, contradictoriamente, encuentran otra información asociada a efectos negativos en la salud[3].

Como resultado de este modelo colonizador de la biología, la mente y el sentimiento de todos los seres de la realidad, la crisis alimentaria que se está viviendo a nivel mundial ha adquirido una mesura nunca antes vista en la historia –nótese que el paradigma del desarrollo, a pesar de su promesa de brindar grandes beneficios a todo el mundo, ha ocasionado una crisis inconcebible–. Como lo dijo muy sabiamente el jefe Seattle, de la tribu Suwamish, al Presidente de EEUU, Franklin Pierce en 1854[4], la vorágine del ser humano occidental depara un futuro que contiene un destino infernal; » la vida ha terminado, ahora empieza la supervivencia» [5], dijo el jefe Seatlle hace tanto tiempo.

En el lapso de unas cuantas generaciones se está gestionando la total dependencia alimentaria de la población, en su totalidad, a pocas empresas que aglutinan casi toda la cadena alimentaria, desde la producción hasta la ingestión de alimentos, rompiendo con todo el conocimiento de autoproducción, adaptación y sabiduría que la humanidad ha generado en miles de generaciones. Sin considerar la amalgama de consecuencias a la salud humana pública por la uniformización de los alimentos.

Finalmente, debemos decir que gran parte de los alimentos en nuestro país contienen aditivos de toda índole y son parte diaria de la dieta. La población ha aceptado (de alguna manera) este hecho y los transgénicos son un elemento más. Si bien existen movimientos de resistencia e individualidades que buscan alimentos lo más puros y sanos posibles, la mayor parte de la oferta está dada por la agroindustria y su filosofía extractiva basada en la búsqueda de la mayor producción posible para generar la mayor ganancia posible, a pesar de la erosión de la tierra, la deforestación y la contaminación.

Los transgénicos son una cara más de la filosofía de no unidad del ser humano con la naturaleza y la realidad que continúa expandiéndose a cada rincón del globo terrestre y que busca erradicar en su totalidad aquella otra filosofía de unidad que asume que el alimento es un ser vivo con el que el ser humano se relaciona en complementación y, al cual no se puede manipular inescrupulosamente, pues la unidad inquebrantable de ambos genera nada más que la automanipulación del ser humano mismo. La filosofía inherente a los transgénicos concibe a la naturaleza como un bien manipulable para satisfacer las necesidades de la acumulación de capital y, por ende, también concibe así al propio ser humano. La solución al hambre en el mundo pasa, precisamente, por un cambio rotundo de esta filosofía y paradigma tanto a nivel individual como colectivo.

Y volviendo a la pregunta con la que iniciamos el ensayo referida a la procedencia de los alimentos y al desconocimiento de las niñas y niños en la actualidad de la respuesta a la misma pues asumen que provienen de un supermercado o el refrigerador, debemos decir que es un ejemplo que expresa claramente el componente filosófico del que hemos venido hablando. Estos niños son hijos de la realidad, que vivimos cada vez con mayor intensidad, basada en la destrucción definitiva de la relación íntima y unificada del ser humano con el alimento a la hora de producirlo y consumirlo, y viven en un mundo en el que el ser humano y los alimentos se convierten cada vez más en extraños y ajenos mutuos. Ya no sabemos cómo se producen nuestros alimentos, ni quiénes lo hacen, ni con qué lo hacen. Es decir, no sabemos qué comemos y, en tanto uno es lo que come, entonces no sabemos qué somos. De este modo, rompemos en nuestro interior la posibilidad de autoreproducirnos como seres a través de nuestra alimentación y dejamos, totalmente, en manos de otros esta tarea. Lastimosamente estos otros no se mueven precisamente por una filosofía de unidad y complementación del ser humano con la alimentación, sino, más bien, por una filosofía de rompimiento de esta unidad para lucrar de ella.

No queda más que expresar lo sentido y actuar para frenar la introducción de otros productos transgénicos en el país, en tanto la soya transgénica es ya una realidad.


Notas

[1] Engdahl, F. W. (2007, December 4). «Doomsday Seed Vault» in the Arctic. Bill Gates, Rockefeller and the GMO giants know something we don’t. Global Research, ver aquí.

[2] Lappé, F. M., & Collins, J. (1986, 1991). Tolv Myter om Världenssvälten. Stockholm: Verbum Förlag AB.

[3] Carvajal, Roger. “Alimentos transgénicos otra vez en la mesa de discusión”. Bolpress. 15/06/2011. Ver aquí

[4] Jefe Seattle, de la tribu Suwamish, al Presidente de EEUU, Franklin Pierce en 1854.

Un extracto » Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.

La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.»

[5] Otro extracto de la carta del Jefe Seattle.

 

 

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Terminator ataca de nuevo: semillas suicidas

monsantoEn 1998, el grupo ETC (entonces llamado RAFI) denunció la existencia de patentes sobre una tecnología que llamó Terminator. Se trata de una tecnología transgénica para hacer semillas suicidas: se plantan, dan fruto, pero la segunda generación se vuelve estéril, para obligar a los agricultores a volver a comprar semilla en cada estación.

Fue desarrollada por la empresa Delta & Pine (ahora propiedad de Monsanto) con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Monsanto no es la única: cinco de las seis trasnacionales que controlan las semillas transgénicas plantadas a nivel mundial tienen patentes tipo Terminator. Syngenta es la que tiene mayor número de ellas.

Las empresas que desarrollaron esta aberrante tecnología la llamaron Sistema de Protección de la Tecnología, porque es para promover dependencia e impedir que se usen semillas sin pagarles regalías por patentes. En sus primeros folletos de propaganda, aseguraban también que es para que los agricultores del tercer mundo dejen de usar sus semillas obsoletas. En ese momento, mostraban claramente sus intenciones: terminar con las semillas campesinas y el irritante hecho de que la mayoría de los agricultores del mundo (campesinos, indígenas, agricultores familiares) usan sus propias semillas en lugar de comprárselas a ellas.

La tecnología suscitó un rechazo enorme e inmediato por parte de los movimientos campesinos y organizaciones sociales, y declaraciones de oposición de instituciones públicas de investigación y del entonces director de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, que afirmaron que es una tecnología indeseable. En el 2000, el Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas (CDB), adoptó una moratoria global contra la experimentación y uso de la tecnología Terminator, que sigue vigente. Posteriormente, varios países comenzaron a discutir legislaciones nacionales para asegurar el cumplimiento de la moratoria. Brasil e India, prohibieron en sus leyes nacionales el uso de la tecnología Terminator.

Pero Terminator es uno de los sueños más preciados de las trasnacionales semilleras y no han renunciado a él. Les daría una gran ventaja para aumentar sus monopolios y la dependencia de los agricultores. Poco después de la prohibición en Brasil, los grandes latifundistas de ese país, clientes y compadres de Monsanto, Syngenta y demás trasnacionales de transgénicos, presentaron una propuesta legislativa para eliminar la prohibición, rechazada en varias comisiones, pero aún en trámite.

Además, las trasnacionales de transgénicos se movieron agresivamente para terminar la moratoria de Naciones Unidas contra Terminator, proponiendo a través de gobiernos amigos como Canadá, un párrafo para evaluar la tecnologíaTerminator caso por caso, que daría fin a la moratoria en la octava Conferencia del CBD en Curitiba, Brasil, en 2006.

En la sesión de CDB en 2006, México apoyó terminar la moratoria, irónicamente a través de un representante de la Comisión Nacional de Biodiversidad. Casualmente, es la misma persona que ahora desde la Comisión Nacional Forestal promueve proyectos REDD, también con un efecto devastador para las comunidades. Fue aislado por el resto de países de todo el Sur global.

Silvia Ribeiro, Investigadora del grupo ETC

 

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Colombia: Encuentro Internacional Juvenil CONCLAEA – CLOC VIA CAMPESINA

5 de Julio de 2011

f4RESISTENCIA JUVENIL – “La América Latina que soñamos y queremos, debe ser construida a través de la transformación social, la rebeldía, la dignidad y la revolución”, subraya la vocera de la Minga Juvenil durante la apertura del primer Encuentro Internacional Juvenil. Este se realiza entre el 2 -7 de julio en la María Piendamo, territorio indígena en el departamento del Cauca. Invitando a la juventud a comprometerse con la construcción de una nueva sociedad, la apertura comenzó a las 2 de la tarde, con la particpación de más de 250 jóvenes de Colombia, Alemania, Argentina, Brasil, Cuba, Canadá, Colombia, Ecuador y Suecia.

El primer Encuentro Internacional Juvenil CONCLAEA – CLOC VÍA CAMPESINA es un proceso de encuentro, integración, formación y articulación de la juventud organizada del continente, comprometida con los movimientos sociales de Colombia y América. Busca generar un intercambio de experiencias, saberes, propuestas e ideas sobre temas trascendentes para la juventud, los pueblos, los sectores y organizaciones sociales.

El pasado 2 de julio, las organizaciones anfitrionas, como las federaciones de estudiantes de agronomía de Argentina, Brasil y Colombia, la CONCLAEA [1], la CLOC – VÍA CAMPESINA y la Minga Juvenil dieron la bienvenida a los participantes nacionales e internacionales.

f2Hasta el 7 de julio la agenda ofrecerá integración y formación, con presentaciones, talleres y mesas de discusión alrededor de un análisis del contexto mundial, el contexto latinomaricano y la crisis financiera, militar y social, las políticas de explotación de la madre tierra ademásn de las estrategias de dominación y experiencias de resistencia en América Latina y las propuestas juveniles como agentes en la transformación sociopolítica en América Latina.

Participarán expositores nacionales e internacionales, como Marcel Lueiro, del Centro Memorial Martin Luther King, de Cuba y Magda Lanuza, de Iniciativas contra el Agronegocio, de Nicaragua; entre otros.

f3El domingo,  el eje temático fue  el contexto mundial latinoamericano y colombiano con el ponente Nei Orsekovski, de la Escuela Nacional Florestan Fernandes, del Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra (MST), de Brasil; y Aurelio Suarez Montoya, economista y profesor universitario.

¡La Juventud de América lucha en un solo grito de rebeldía!

Notas

[1] Confederación Caribeña y Latinoamericana de Entidades Estudiantiles de Agroeconomía

 

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Argentina: Denuncian aumento de los desalojos de campesinos e indígenas

5 de Julio de 2011

Por Dario Aranda

La pelea por los territorios

Organizaciones e investigadores sociales advierten sobre el aumento de la violencia en el campo argentino. Sólo en dos provincias, Santiago del Estero y Neuquén, 750 referentes están procesados por defender el terruño.

Santiago del Estero, Chaco, Mendoza, Tucumán, Río Negro, Misiones y Neuquén fueron escenario en las últimas semanas de intentos de desalojos, criminalización y represión de familias campesinas y pueblos originarios. Sólo en dos provincias, Santiago del Estero y Neuquén, 750 referentes campesinos e indígenas están procesados por defender el territorio. Investigadores del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (UBA) advierten que la violencia rural está en aumento. Diego Montón, del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), apuntó al origen del mal: “Argentina está entrampada en una lógica de desarrollo que se basa en la agricultura industrial, y de esa manera tiene una gran contradicción interna que deberá y deberemos resolver: derechos humanos o agricultura industrial transnacional”.

Alcides Santillán y Rafael Martín Galván, ambos campesinos santiagueños, fueron detenidos el lunes 6 de junio. El mismo día, el juez Ramón Tarchini Saavedra, del Tribunal Criminal Cuarto, ordenó la captura de otros doce integrantes del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-Vía Campesina). “Se ha de-satado un raid judicial y policial, una nueva persecución política de miembros de nuestro movimiento, con procedimientos fuera de la ley”, denunció el MNCI, donde el Mocase-Vía Campesina es uno de sus miembros, y explicaron que el “crimen” fue defender la tierra donde siempre vivieron.

Una semana antes, en la chaqueña Colonia El Guanaco, el Juzgado de Sáenz Peña ordenó el desalojo de la familia conformada por Elsa Avalos y Carlos Peralta, que desde hace setenta años habitan y trabajan 250 hectáreas. “Mi madre tiene 69 años. Nació, trabajó y acá nacimos sus nueve hijos. Siempre cuidamos y trabajamos la tierra, acá nacieron sus nietos, nuestros hijos. ¿Y ahora nos quieren echar?”, denunció José Peralta y advirtió que defenderán la tierra.

La Unión de Pequeños Productores Chaqueños (Unpeproch), donde participa la familia, se movilizó para evitar el desalojo y apuntó a la contradicción política: “Mientras a nivel nacional y provincial se pregona que no habrá más desalojos, el sistema judicial hace otra cosa”.

Situaciones muy similares se repiten en Jocolí (Mendoza), Villa la Angostura (Neuquén), Colalao del Valle (Tucumán), Ñorquinco y paraje El Foyel (Río Negro), Cachi (Salta) y Puerto Piray (Misiones), sólo algunos de una larga lista.

Además de desalojos, se acentúa la criminalización. El Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas (Odhpi) reveló que en Neuquén hay al menos 250 mapuches procesados por defender el territorio ancestral.

En Santiago, “al menos 500 compañeros y compañeras están procesados”, alertó Deolinda Carrizo, del Mocase-Vía Campesina. La organización exigió el fin de la judicialización y criminalización de la protesta social. Y recibió la solidaridad y el llamado de alerta de la fuerte Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (Cloc).

Diego Montón integra la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST) de Mendoza, y también es referente del MNCI. Destaca que históricamente la idea de progreso de las clases dominantes estuvo asociada a la destrucción y sometimiento de los campesinos e indígenas. “Actualmente con la ofensiva del capital financiero sobre los bienes naturales se ha intensificado el nivel de disputa por la tierra, el agua y los bienes naturales”, explica Montón y asegura que la conflictividad se va a profundizar. “La disputa es por las hectáreas que aún están en manos campesinas indígenas. El agronegocio, el capital y las transnacionales quieren toda la tierra a su servicio. Todos los territorios que se resisten a la lógica del agronegocio serán escenarios de conflictos.”

El dirigente del MNCI apuntó a los gobiernos provinciales “en su mayoría con intereses ligados al modelo agrominero exportador”, pero principalmente a la “alianza Poder Judicial y poder económico” como principales responsables de la criminalización y represión.

El Grupo de Estudios sobre Ecología Política (Gepcyd) del Instituto Gino Germani (UBA) publicó a fines de 2010 “La violencia rural en la Argentina de los agronegocios”, donde confirmó el aumento de la violencia contra campesinos e indígenas, y abordó la criminalización, militarización y la coacción física. “Entendemos que la violencia rural creciente en Argentina debe interpretarse en condiciones de la implementación de un diseño global de agroestrategias y políticas de Estado que concretizan en el territorio el redoble en la extracción y consumo de riquezas naturales”, explica la decena de científicos sociales que integra el Gepcyd.

Y apuntan al rol del Estado y del sector privado. “La violencia rural –señalan– más que evidenciar una ausencia de institucionalidad en materia de tierras y derechos de los pueblos originarios y comunidades campesinas, pareciera vincularse como la respuesta estatal.” “Lo que probablemente esté expresando la violencia rural, además de la existencia de débiles dispositivos democráticos, es sobre todo la intensidad con la cual el capital puja por el aprovechamiento de áreas que aún guardan una dotación importante de recursos naturales”, agregan.

 

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Argentina: “Hay más violencia”

5 de Julio de 2011

Por Dario Aranda

El relevamiento “Conflictos sobre tenencia de tierra y ambientales en la región del Chaco Argentino”, realizado por la Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf), presentado en octubre último, contabilizó 164 conflictos de tierras y ambientales, casi ocho millones de hectáreas y 950 mil personas afectadas, principalmente indígenas y campesinos, de seis provincias del norte argentino. El 89 por ciento de los conflictos comenzó en paralelo con la instalación del actual modelo agropecuario. “En estos meses hemos relevado más conflictos que ya están en proceso de análisis y seguramente aumentarán las hectáreas en disputa”, adelantó Roberto Larrea, presidente de la Redaf, y remarcó que, aunque el informe sólo aborda la realidad del Chaco argentino, “es un proceso que se da en todo el país”. Afirmó que la cifra aumentará geométricamente si se suman los conflictos con las mineras, las petroleras y los del pueblo mapuche en la Patagonia.

Larrea afirma que la conflictividad rural aumentó, pero también resalta que en la actualidad los conflictos son más visibles que antaño por la existencia de organizaciones de base “que resisten y defienden del territorio”. “Aumentó el nivel de violencia hacia campesinos e indígenas, y también aumentó el nivel de impunidad de quienes provocan esos hechos de violencia”, afirmó Larrea.

La Redaf no es optimista. “Hoy todos los candidatos hablan de ‘la Argentina potencia agroexportadora’, ‘que hay que alimentar al mundo’ con el modelo tecnológico actual. Y si traducimos eso, implica el corrimiento de la frontera agropecuaria, con más desmontes y más de este modelo que está generando conflictos y muerte.”

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