Miercoles 20 de Junio de 2012
En un conflicto desencadenado por una operación de reintegración de tenencia entre sin tierras y policías, en Paraguay, ocurrido el día 15, treinta sin tierras murieron y centenas resultaron heridos. De acuerdo con Perla Álvarez, miembro de la Coordinación Nacional de Mujeres Rurales Indígenas (Conamuri), “El gobierno actual tiene toda la cara bonita de los gobiernos progresistas, pero por atrás el agronegócio creció como nunca”. Vea la entrevista a Perla, que vino al Brasil para la Cumbre de los Pueblos.
¿Cómo era el campo paraguayo antes del agronegocio?
Paraguay tiene una historia de lucha por la tierra. El sistema agrario estuvo caracterizado, desde el período colonial, por grandes extensiones de tierra en las manos de pocas personas, pero a partir de la dictadura del general Stroessner, eso toma nuevas dimensiones, porque es el momento en que el sistema capitalista empieza a entrar con fuerza al campo, posibilitando la entrada de empresas agroexportadoras que usan mano de obra campesina. También se da la expansión del modelo agrícola brasileño a través de la frontera. Este proceso comenzó al rededor de 30 años atrás. Pero con el desarrollo de la industria genética de los transgénicos, el monocultivo de soja transgénica empieza a extenderse a partir de los años ’90.
Así, el proceso de expulsión de los campesinos se aceleró y hubo un aumento extraordinario de las grandes extensiones de tierra, que van de 2 mil, 5 mil, 200 mil, hasta un millón de hectáreas, en manos de un solo propietario. Otro problema en este sentido es que gran parte de esos latifundios están en las manos de extranjeros o de empresas multinacionales, principalmente de propietarios brasileños, que expanden en nuestro territorio el cultivo de soja transgénica. En los últimos diez años, la concentración de tierra se acentuó: tenemos aproximadamente nueve mil familias campesinas expulsadas de sus tierras por año. Esas personas migran a las ciudades, creando cinturones de pobreza.
Otro problema es que no hay un mecanismo, una política que pueda absorber toda la mano de obra que queda desempleada en el campo, el modelo agrario actual no genera fuentes de trabajo. Hay gente que, a pesar de tener tierras, no puede producir porque las propiedades fueron afectadas por el uso masivo de agrotóxicos y la degradación de la tierra no permite ese desarrollo.
¿Como es la vida de los agricultores familiares en Paraguay?
Las familias campesinas tienen que sobrevivir de lo que producen en las cosechas, que es una producción de autoconsumo, que produce una pequeña renta. Pero esa producción de renta es muy pequeña y no está organizada, lo que hace muy difícil la comercialización. Entonces, el trabajo agrícola se complementa con trabajos fuera de casa. Los hombres generalmente hacen servicios en algún campo o van a las ciudades a realizar algún trabajo no calificado, y las mujeres, o desarrollan una producción de pequeños animales, como gallinas, o salen a trabajar en servicios domésticos. Hoy las familias campesinas no pueden vivir sólo de su producción como lo hacían hace 20, 30 años. La producción para autoconsumo está muy perjudicada, pues gran parte de las tierras está destinada al monocultivo de soja, girasol o arroz para la exportación, con uso intensivo de agrotóxicos. La calidad de la producción es muy mala, y hay poca cantidad de frutas. Es una producción que no sirve para la nutrición familiar.
En Brasil la agricultura familiar es responsable por la mayoría de los alimentos que comemos. ¿Como es la situación en Paraguay?
Tenemos un gran problema de mercado interno. En este momento, no hay ninguna posibilidad real de que la producción campesina pueda alimentar a toda la población de Paraguay, porque tenemos una política que favorece la importación de bienes agrícolas, con los que no puede competir la mala producción campesina. Los mercados locales son subsidiados por la producción campesina, pero no lo abastecen. No tenemos producción de papas, de tomate tenemos muy poco, porque no hay ningún tipo de apoyo para esa producción. Donde hay producción, muchas veces no llega al mercado por inconvenientes como falta de transporte y desvalorización de precios. Hay producción, pero el mercado es malo y no ofrece ninguna seguridad a los campesinos.
La producción de los campesinos podría abastecer nuestro mercado, pero en las condiciones en las que actualmente se encuentra, sin desarrollo del mercado local, no hay posibilidades de ofrecer esa cobertura.
¿Cómo se organiza el movimiento sin tierra en Paraguay?
No hay un movimiento sin tierra, lo que tenemos son varios movimientos campesinos, y dentro de ellos un sector sin tierra que es responsable por la organización de los sin tierra de cada movimiento. En Paraguay tenemos una comisión de tierras que reclama por tierras para las familias y en la medida que eso avanza legalmente los sin tierra toman medidas como los campamentos, las ocupaciones de las tierras en cuestión o de instituciones. No se descarta ningún mecanismo de lucha por la tierra, pero el movimiento sin tierra en Paraguay, si lo podemos llamar así, es frágil.
La etapa de formación política que hay en Brasil no se realiza en Paraguay. Además, hay muchos infiltrados en el sector sin tierra que muchas veces consiguen desvirtuar la lucha por la tierra. Es lo que llevó a la masacre de ayer. La necesidad de tierra existe para muchas familias campesinas. Según los datos oficiales, hay 50 mil sin tierra. De acuerdo con nuestras organizaciones hay aproximadamente 400 mil familias sin tierra. Y esa necesidad, aliada al reflujo de la presión del movimiento campesino hacia el gobierno para la creación de políticas de Reforma Agraria, que no surte efecto, llevó al movimiento a ir armando sus estrategias de lucha de forma espontánea.
Un sector político, desencantado con la forma de funcionar de algunas organizaciones o por personalismos, dirigió a esa masa necesitada. Eso fue aprovechado por un sector de la derecha que en función de la coyuntura electoral, formó la llamada Liga de los Acampados, que son compañeros y compañeras que hacen ocupaciones espontáneas, y esta Liga de los acampados lleva a muchos campesinos sin tierra a realizar ocupaciones sin ninguna formación, estrategia de defensa o alianzas. Todo eso ha llevado a situaciones como esta masacre.
Por otro lado, todo este movimiento popular que surge de la necesidad está siendo utilizado por la prensa para la criminalización de las luchas campesinas. Hay una campaña mediática que caracteriza a la lucha campesina como delincuencia, y no solo la tierra, llaman acto terrorista a cualquier reivindicación campesina. En Paraguay, tenemos la ley antiterrorista, que permite la aplicación de la fuerza sin justificativa real. Solo será definido posteriormente si es una acto terrorista o un acto de delincuencia.
Entonces, atravesamos un contexto político muy negativo para el desarrollo de la lucha por la tierra y de la lucha campesina en general. Cuando hablamos de Soberanía Alimentaria, la prensa dice que queremos regresar a la época de las cavernas. Estamos en una etapa de lucha que no es fácil. El gobierno actual tiene la cara bonita de los gobiernos progresistas, por detrás el agronegocio creció como nunca. En 2010, la balanza comercial paraguaya cerró con un superávit del 14,5% del PIB. Pero a dónde va ese 14,5%? Para un grupo pequeño que se hace cada vez más rico gracias al agronegocio, mientras las familias están cada vez más pobres: tenemos el 50% de la población en situación de pobreza, y de ese total el 50 % en situación de extrema pobreza. Por un lado hay un retroceso de las fuerzas organizadas de los campesinos, debido a la intención de apoyar el proceso político del gobierno de Lugo, y por otro lado está la derecha que quiere destruir todas las posibilidades de la población.
Este hecho triste, que le costó la vida a muchos compañeros, puede servir para rearticular el movimiento campesino, que debe darse cuenta de que la lucha por la tierra es una opción de clase y no de sectores.
¿Cómo afecta al Paraguay la presencia de latifundistas brasileños?
Los latifundistas brasileros en Paraguay se dedican a la producción del monocultivo de soja o girasol. En Paraguay el problema no es apenas de concentración de tierras, sino que también existe un avasallamiento cultural muy grande, porque el empresariado brasilero se instala en el país con toda su cultura brasilera: lengua moneda, cultura alimentaria, música. Las distintas facetas de la vida se imponen en el sistema educativo, en los medios de comunicación, en la región donde viven. Es un poder instalado en Paraguay que causa desde aversión a sumisión en la población, ya que por detrás hay un gran poder económico. En esos espacios, donde hay presencia de empresas brasileras, casi no está presente el Estado paraguayo. Hay una entrega del territorio, una pérdida de soberanía extraordinaria.