14/10/2010
Esta nueva estrategia militar de los EE.UU. asegura el control total de nuestros territorios, recursos y bienes naturales. Hacerle frente es defender la vida de cada ciudadana y ciudadano de Nuestra América.
“Ustedes son un auditorio muy especial, pues aunque provengo del mundo de la academia, del mundo de la investigación estoy consciente que en los últimos años en América Latina se están recuperando muchos saberes, muchos conocimientos que han estado resguardados por los campesinos, por los pueblos originarios, y en estos conocimientos y esos saberes, está la alternativa, la esperanza y la posibilidad de poder contrarrestar lo que en muchos casos, como está pasando en México, parece ser un abismo en el que estamos cayendo”, expresó el profesor David Barrios, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica al intervenir en el primer día de sesiones del V Congreso de la CLOC-Vía Campesina, e introducir el tema de la militarización en el continente, una problemática a la que también el movimiento campesino latinoamericano debe hacer frente.
En los últimos años hemos asistido a un momento donde la región ha recuperado un papel político preponderante y esto intranquiliza a la extrema derecha norteamericana que ha puesto a trabajar sus equipos de inteligencia para concebir una agenda de seguridad de los Estados Unidos que garantice “orden y tranquilidad” en su histórico patio trasero. ¿Cómo hacerlo? Invirtiendo en planes militares. De ahí que en estos diez últimos años la penetración militar de los Estados Unidos ha aumentado no sólo en términos cuantitativos sino también de la manera en que se lleva a cabo esta militarización.
“Es importante advertir, comentó Barrios, que esta nueva ofensiva militarista estadounidense se lleva a cabo en distintos terrenos y niveles con las más disímiles justificaciones, algunas de ellas expresadas de manera abierta y pública, mientras que otras se mantienen veladas. Entre estas se pueden mencionar, la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, la supuesta ayuda humanitaria, el combate al terrorismo y la aparición de los denominados “gobiernos antinorteamericanos”, tal y como ellos mismos lo han definido”.
Pero en esencia, ¿qué persigue esta nueva ofensiva militarista en nuestra región? A juicio del investigador mexicano, se trata de controlar mediante operativos y acciones militares los recursos naturales de nuestra región como son el agua, el petróleo, las minas, la madera, el suelo, las semillas y una larga listas de bienes,
Ahora bien, especialmente ha resultado importante un documento elaborado por el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas que lleva por título Misión conjunta 2020, en el cual los altos mandos militares de EE.UU. califican los conflictos bélicos como una respuesta hasta el 2020. Esto daría la oportunidad a esas fuerzas para entrenarse, adiestrarse en el manejo de nuevos armamentos y así reproducir su industria militar.
Según el profesor Barrios, EE.UU. ha desarrollado un nuevo concepto llamado “dominación de espectro completo” que no es otra cosa que la capacidad que han desarrollado las fuerzas militares estadounidenses para operar de modo unilateral o con socios multinacionales y lograr derrotar mediante acciones militares a cualquier adversario.
Esta nueva concepción está sustentada en las capacidades desarrolladas por EE.UU. desplegadas en acciones militares en el golfo pérsico, la guerra en Afganistán, Irak y otros sitios, unas veces de manera abierta, y otras bajo el manto de la llamada “lucha contra el terrorismo y el narcotráfico”.
Pero a juicio de Barrios, “lo más novedoso de este nuevo enfoque de espectro completo radica en la capacidad de maniobra y movilidad de sus fuerzas para hacer uso de sus instalaciones, bases y aeronaves militares en situaciones complejas, además de contar con un complejo y sofisticado sistema de información y comunicación. A ello habría que agregar un conocimiento del terreno de operaciones proporcionado por la realización permanente de ejercicios que están en el área de influencia del Comando Sur”.
El área geográfica que abarca esta estrategia se extiende desde el sur de México hasta el Cono Sur de nuestra América, incluyendo las zonas oceánicas y también los ríos, además de todo el Caribe insular.
Entre los aspectos que incluye esta estrategia se encuentran el desarrollo de capacidades de disuasión y confrontación bélica pero también la posibilidad de intervenir en situaciones ambiguas, en acciones de “mantenimiento de la paz” como ellos mismos argumentan.
Pero más allá del concepto militar, ¿qué significa la dominación de espectro completo? En opinión de Barrios “se trata de tener acceso completo para operar en todos los ámbitos físicos: el mar, la tierra, el aire pero también para tener un control total de la información, tanto para proveerse en tiempo real de ésta, como para realizar operaciones de contrainformación para destruir al enemigo”.
La dominación estadounidense sobre nuestra área crea las condiciones para asegurar no sólo el control militar y el sofocamiento de cualquier conflicto en su traspatio, incluyendo la criminalización de los movimientos y organizaciones que se le oponen, sino que es una vía para proveer al imperio de recursos naturales como el agua, los minerales, los alimentos que necesitan para sustentar su carrera armamentista y su industria de guerra.
Como ejemplo de ello, el académico apuntó cómo entre 2000 y 2010 han tenido lugar unos seis eventos que han socavado la soberanía de nuestros territorios y han promovido la violación de los derechos humanos de sus habitantes. “El referente por excelencia de estos eventos es el Plan Colombia con la instalación de siete bases militares, la iniciativa ASPAN, las bases militares proyectadas en Panamá, la iniciativa de seguridad del Caribe, y finalmente otro elemento nuevo es la aprobación del ingreso en Costa Rica de siete mil marines y 46 naves artilladas”.
Otra manifestación de esta escalada militarista en nuestra región es la ocupación de territorios con el pretexto de las supuestas “ayudas humanitarias”. “Ahí tenemos el caso de Haití, refiere Barrios, que cuando el terremoto se movilizaron miles de efectivos, portaviones y barcos de la flota del Comando Sur. Respecto a esta nación caribeña valdría la pena señalar que la militarización se expresa, desgraciadamente, por la imposición de una fuerza multinacional integrada por tropas de varios países latinoamericanos”.
El argumento del combate al narcotráfico es una argucia esgrimida por el aparato militar y de inteligencia estadounidense para penetrar en nuestras naciones y hacer labor de espionaje, explorar nuestros recursos e ir posicionándose en zonas estratégicas donde están las más grandes reservas de agua, minerales y bienes naturales. “Tenemos que tener cuidado con este argumento porque resulta poderoso y sensibiliza a buena parte de la opinión pública”, advirtió Barrios.
“Cada uno de los pasos de la escalada militarista en América Latina no se pueden entender de manera aislada pues en su conjunto prefiguran una ofensiva de espectro completo sobre el territorio y la autodeterminación de nuestros pueblos”, concluyó finalmente el profesor de la UNAM y del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica.