20 de noviembre de 2015
El VII Encuentro de Mujeres Indígenas de las Américas terminó en Guatemala con la esperanza en la renovación y continuidad de las luchas emprendidas hace dos décadas por cientos de lideresas del continente organizadas en ese bloque.
La cita, iniciada el 16 de noviembre, devino espacio para el intercambio de experiencias entre 268 mujeres de distintas generaciones y pueblos originarios de 22 países del área en torno a problemas comunes que enfrentan: el racismo, la violencia, la discriminación, el etnocidio, el impacto del cambio climático, la pobreza, y otros.
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Después de cuatro días de debates intensos, en distintos paneles, las asistentes al foro reafirmaron su compromiso «en la lucha por la vida en plenitud de las mujeres y los pueblos indígenas, la protección, defensa y curación de la Madre Tierra», según la declaración final del evento.
Manifestaron preocupación por el debilitamiento del equilibrio, debido a la desconexión con la naturaleza, y por la persistencia del colonialismo, la discriminación, el sexismo, el racismo, y exclusión a ese sector de la población.
«Esto remarca la invisibilización de las mujeres, juventud e infancia indígenas, y por ende el ejercicio pleno de sus derechos», precisa el texto.
Reconoce ciertos avances en el accionar de los estados, acorde con normas y convenidos internacionales, más hace notar la ausencia de un instrumento jurídico de protección y reconocimiento de los derechos específicos de las mujeres indígenas.
«Seguimos invisibilizadas en las estadísticas, en las políticas internacionales y nacionales», denuncia y considera «que hay retroceso en la implementación de programas para mujeres indígenas y la desaceleración presupuestal para las acciones que sobreviven».
Reafirma, además, la lucha por la autonomía y la libre determinación de los pueblos originarios, así como la vigencia de la Declaración de Naciones Unidas Sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, cuyo cumplimiento exige.
Recomienda crear mecanismos de consulta entre instituciones y mujeres indígenas, al mismo tiempo que exige poner fin a la violencia de empresas extractivas en la explotación y contaminación de los territorios, aires y aguas, que atentan contra la seguridad y soberanía alimentaria, y la vida del cosmos.
«Es necesario pasar de la asistencia oficial al reconocimiento de los aportes de las mujeres y los pueblos indígenas que hemos mantenido milenariamente un paradigma de desarrollo del bien común», subraya el texto, concebido a partir de los planteamientos de lideresas comunitarias y activistas indígenas.