2002-04-01
Nicaragua: Los plaguicidas matan a la tierra y afectan la Tierra
María Elena Sequeira
Nicaragua cuenta con una población bastante joven y de apenas cinco millones de personas, cuya principal actividad productiva es la agropecuaria, con productos como el café, el tabaco y el banano. Pero es justamente el cultivo de productos como el café los que hoy en día están dejando graves secuelas en la salud de campesinos y campesinas.
En el área rural habita y trabaja alrededor del 80% de la población nacional. Sin embargo, los/as trabajadores/as agrícolas no cuentan con servicios de educación, ni de salud integral, y tampoco contamos con un sistema de seguro social. En ese contexto, el uso continuo de plaguicidas en los cultivos, no sólo perjudica la salud de campesinas y campesinos, sino que, solo en el año 2000 murieron alrededor de 10 compañeras líderes que trabajaban en las empresas bananeras, precisamente por su exposición a esos productos químicos.
Sin embargo, a pesar de la seriedad del problema, existe una falta de información en el sistema de salud y poca coordinación institucional: mientras el Ministerio de Trabajo maneja una información y ciertas cifras, el Ministerio de Salud maneja otras. Esos Ministerios no tiene mayor control sobre los registros exactos de la gente que está siendo afectada por los plaguicidas. Por nuestra parte, gracias a un proyecto que se está impulsando a través de la Organización Mundial de la Salud y la ATC, hemos logrado obtener algunos datos concretos y compilar informaciones. Así, por ejemplo, conocemos que en el periodo entre 1998 y 1999, fueron atendidos unos 448 casos, de los cuales 382 fueron mujeres. Así mismo, 107 de los casos fueron menores de 15 años.
Los problemas respiratorios, debido a la exposición continua a los plaguicidas, son una de las principales molestias que tienen las personas afectadas. Además, muchas mujeres se quejan de un continuo cansancio. No obstante, se carece de un plan de parte del Ministerio de Salud para encarar el problema, con el agravante de que desgraciadamente no se cuenta con reglamentos que permitan llevar a cabo la aplicación real de la ley, en cuanto a las medidas de precaución, tanto en las fincas privadas como en todos los puntos de producción de café o banano.
No existe un enfoque de género para la atención especial en la salud, y esto genera una serie de deficiencias y problemas que afectan de manera específica a las mujeres. Por eso la Asociación de Trabajadoras del Campo ha desarrollado un sistema mutuario, a través del cual estamos capacitando a los y las trabajadoras. Hemos conseguido realizar un diagnóstico en sobre las afecciones en los cultivos de café y el tabaco, y estamos desarrollando sistemas de atención especial en materia de salud, por lo menos en un primer nivel, es decir, en lo que se refiere a un sistema de prevención para los y las trabajadoras del área del café. A esta organización se han afiliado alrededor de 13.000 familias campesinas, a quienes se está tratando de dar atención. A estas personas se las capacita, y ellas aportan con una cuota para que el sistema se vuelva autosostenible. En este momento, incluso hemos logrado ampliar la atención a todos los alrededores de la zona norte del país, en donde está concentrado el café y el tabaco.
Así mismo, a nivel centroamericano estamos formando una red de promotores y promotoras en lo que hemos denominado medio ambiente laboral, con el interés de que al tiempo que la gente se capacita se pueda también sensibilizar más ampliamente sobre la problemática de salud. Por esta razón, y como parte de este mismo programa, estamos publicando una revista dedicada principalmente a las mujeres, que intenta sensibilizar a la población trabajadora que no tienen consciencia de este problema.
Este proyecto que se desarrolla en Centroamérica empezó en Nicaragua y su objetivo principal es desarrollar la capacidad institucional del Estado, para solucionar el problema de los plaguicidas. Nuestra meta es que en unos 10 años se pueda disminuir en un 60% las enfermedades relacionadas con los plaguicidas. Para conseguirlo, se está dando importancia a las instituciones encargadas del área de salud, tanto el Ministerio de Salud como organizaciones como la nuestra, que está intercambiando experiencias a través de las redes centroamericanas y al interior de cada uno de los países.
Pero esta misma experiencia nos ha hecho pensar que no podemos desarrollar este tipo de programas exclusivamente a través de las cúpulas. Al contrario, debemos buscar que los municipios y ciertas entidades del gobierno jueguen un papel más fuerte. Incluso creemos que la misma organización local, que tienen alguna incidencia en cada uno de los municipios del país, se pueda articular con las comisiones intersectoriales sobre plaguicidas.
De la misma manera, estamos en un proceso de integración de los poderes locales, porque esto también afecta el desarrollo de la población municipal. Creemos que el gobierno local tiene que jugar un papel en proyectos como este. Por esta razón, estamos desarrollando un proceso de educación sistemático a la población. Esto si bien no resuelve el impacto y las consecuencias negativas de los plaguicidas en forma inmediata, sí puede aportar para que se vaya comprendiendo mejor esta problemática y se vayan buscando medidas preventivas a futuro.
En todo este proceso de trabajo, el movimiento de mujeres también ha aportado. La ATC, con apoyo de otras organizaciones, hemos logrado crear tres clínicas médicas, que funcionan en zonas de producción de café, tabaco y la tercera en el banano. Es decir, estas clínicas dejaron de ser espacios que simplemente atienden la salud primaria, para convertirse en hospitales integrales de atención a la mujer del campo. Estas clínicas están reconocidas en el sistema de salud del país y sus principales servicios se hacen a través de los seguros sociales que tienen las mismas empresas del Estado.
Considero que es importante reflexionar sobre estas experiencias de las mujeres, que vienen a contribuir a los problemas que enfrentan las mujeres en temática de salud, porque al momento no existe una alternativa o un sistema de salud que no esté privatizado.