Perú: 24 de junio: Luchas, derechos y propuestas del movimiento campesino

23 de junio de 2014

perucna.jpg«Hoy el gobierno revolucionario rinde el mejor de los tributos al entregar a la nación una ley que pondrá fin a un injusto ordenamiento social que ha mantenido en la pobreza y en la inequidad a los que labran una tierra siempre ajena y siempre negada a millones de campesinos.

Lejos de las palabras de vanos homenajes, el gobierno revolucionario concreta en un instrumento inapelable ese anhelo nacional de justicia por el que tanto se ha luchado en nuestra patria. De hoy en adelante, el campesino del Perú no será más el paria ni el desheredado que vivió en la pobreza de la puna a la tumba y que miró impotente un porvenir igualmente sombrío para sus hijos»

Han pasado 45 años desde que con este discurso, el entonces presidente Juan Velasco Alvarado, promulgó la Ley de Reforma Agraria, un 24 de junio de 1969. Continuó así un proceso de reforma Agraria donde 11 millones de hectáreas fueron devueltas a sus originales propietarios, las poblaciones indígenas campesinas y originarias, quienes asumieron la gestión de estas tierras organizadamente. La Confederación Nacional Agraria – CNA se funda en este contexto, bajo el lema «Por justicia, tierra y producción», que describía las referencias y expectativas del movimiento campesino.

Se pasó por un contexto de cuestionamientos y debilidad institucional, agudizado por la toma del poder de un gobierno ajeno a los intereses del pueblo y comprobadamente aliado a las fuerzas hegemónicas del mundo de ese entonces; el gobierno del Gral. Morales Bermúdez quitó el respaldo del Estado al gremio agrario y posteriomente los sucesivos gobiernos instauraron premeditadamente políticas orientadas al libre comercio de productos agrícolas y al despojo de tierras y recursos a las comunidades antes favorecidas y al debilitamiento de las organizaciones indígenas y de pequeños productores y campesinos.

Aun así, nuestro gremio ha perdurado 40 años, con grandes esfuerzos para buscar incidir en políticas públicas que salvaguarden nuestros derechos como hombres y mujeres que continuamos cultivando nuestra Madre Tierra. Ahora, nuestra lucha forma parte de la gesta indígena de estos tiempos, orientada a revalorar los saberes ancestrales, el respeto por nuestro patrimonio cultural y, sobretodo, al pleno reconocimiento de nuestros territorios y recursos.

Esto es garantía para que hombres y mujeres indígenas puedan ejercer la agricultura plenamente con Soberanía Alimentaria, actualmente socavada por instituciones multilaterales y empresas multinacionales que controlan las políticas agrícolas en muchas partes del mundo. Este ha sido denominado internacionalmente como Año de la Agricultura Familiar, por su importancia en la lucha contra el hambre y por ser pieza clave para la Seguridad Alimentaria de los países; Solo en nuestro país este tipo de agricultura abastece más del 70 % del mercado interno y representa el 80% de las tierras que se cultivan. Sin embargo, a día de hoy, lamentablemente, la pequeña agricultura nacional y sus productores continúan amenazados.

Las políticas agrarias están facilitando las grandes inversiones públicas y la concentración de tierras. Los megaproyectos de regadío se orientan hacia propiedades de 500 a 1,000 hectáreas que solo benefician a grandes inversionistas que acumulan capital y tierras. Los programas sociales no llegan a las familias agricultoras más excluidas y no vienen acompañados de programas integrales que resuelvan las causas de sus problemas. Los pequeños productores de la sierra, son dependientes y altamente vulnerables. En la costa los altos costos de producción, precios bajos de los productos y la dependencia de los intermediarios, son riesgo de endeudamiento y pérdida de tierras. Mientras que en la selva la acelerada deforestación y tala de árboles pone en riesgo el equilibrio ecológico y su seguridad alimentaria. En las tres regiones las actividades extractivas tienen impactos negativos en la agricultura familiar.

Ante esto, nos aliamos a otras organizaciones y movimientos nacionales e internacionales de pequeños productores de alimentos para articular y defender la Soberanía Alimentaria. Estamos en campaña y lucha contra el acaparamiento de tierras, contra la Organización Mundial del Comercio, como órgano supremo de la mercantilización agroalimentaria que destruye las semillas campesinas, contra el sistema de Naciones Unidas que se ensordece ante la voz de los pueblos y en forma cómplice con las transnacionales. Se manifiestan en contra del actual modelo económico que renueva y recrea formas para reducir a nuestros los alimentos en meras etiquetas y mercancías.

Juntos, planteamos acciones y propuestas por una Reforma Agraria Integral, que transforme el actual modelo agroalimentario de monocultivo y monoconsumo; y por la agroecología, que integra a campesinas e indígenas bajo los principios de biodiversidad, organización territorial, entramados productivos de alimentos sanos y soberanos, sistemas de recuperación y restitución de semillas, sistemas de regeneración de agua, así como la reivindicación de la acción política para defender nuestros intereses y la reorganización del comercio de alimentos partiendo de procesos locales y solidarios. Defendemos nuestro derecho a movilizarnos como organizaciones que vivimos en democracia, que resisten a todo proyecto que nos afecte, a pesar la criminalización de nuestras propuestas.

Por ello, para nosotros, la celebración del «Día del campesino», sirve también para reivindicar la lucha y los derechos del movimiento campesino e indígena. Exigimos a la clase política tener voluntad, capacidad y visión estratégica para fortalecer la pequeña agricultura respetando los derechos individuales y colectivos de los pueblos e invitamos a la sociedad peruana a reflexionar integralmente sobre esta problemática, para que se posibilite una verdadera inclusión y un real desarrollo sostenible intercultural que integre los conocimientos y sabiduría de nuestras culturas que los campesinos e indígenas hemos abanderado por miles de años sin contribuir a al maltrato que nuestra Madre Tierra padece por estos días.

Confederación Nacional Agraria – CNA

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