Saludo a todas las mujeres en lucha, hoy 8 de marzo desde la coordinación internacional de la campaña permanente

“Por el fin de la violencia hacia las mujeres del campo”

La comisión internacional de La Vía Campesina para la coordinación de la Campaña “Por el fin de la violencia hacia las mujeres del campo”, integrada por hombres y mujeres rurales hoy 8 de marzo “Día Internacional de la mujer” nos solidarizamos y saludamos a todas las mujeres en lucha constante para mirarse y ser miradas como sujeto histórico. Nuestra campaña es uno de los caminos comprometidos y conscientes que hemos acordado para construir nuestro Buen Vivir. La campaña es un proceso que inicia y se traduce en una manera diferente de relacionarnos en la Vía campesina, no es una tarea más, ni solo una demanda más. Se trata de un cambio en la manera de mirarnos y tratarnos, es el derecho a una vida con dignidad y de relaciones con equidad entre mujeres y hombres. Así es que conmemoramos este día.



Es desde ahí que hablamos conscientes de que hasta el día de hoy “Las mujeres del campo vivimos asechadas por las múltiples expresiones de violencia capitalista y patriarcal, que no sólo nos mantiene al margen y en las más precarias condiciones de vida, sabemos, que en sí mismo este modo hegemónico trae consigo múltiples formas de exclusión, pero que también están teñidas de prácticas sexistas que se replican en el cotidiano de nuestras vidas, en la casa, en la sociedad, en las relaciones personales y políticas, en la negación de la validez de nuestros conocimientos, trabajo y contribución económica. El patriarcal modelo capitalista homologante y estandarizador anula toda posibilidad de reconocimiento al trabajo de las mujeres campesinas que se ocupan de la recreación de la biodiversidad alimentaria, de la manutención de los sistemas de conocimientos para la salud, de su contribución en el cuidado de los ecosistemas, en la transmisión de los saberes agrícolas.

Esta Campaña intenta hacer visible la violencia estructural habida en el avance salvaje del control territorial, la expansión del modelo agro-exportador, la reconcentración de la tierra por vía de la producción de monocultivos, cultivos de transgénicos, mercados de carbono y todo tipo de mercados verdes. Violencia que está de manifiesto en la creciente militarización del campo en donde las mujeres afrontamos situaciones de guerra cotidiana. Pero también donde el solo acto de la sobrevivencia rural, nuestro espacio de vida se ha convertido en un hecho a criminalizar, y que las repercusiones directas e indirectas de esta sistemática represión se ejecutan en la mayoría de las veces sobre las mujeres y los niños. Pero, adicionalmente afrontamos las violencias que son infringidas a las mujeres por el sólo hecho de serlo: la violencia doméstica y sexual; el femicidio, la trata de mujeres, la prostitución forzada, el abuso físico, el acoso sexual, la mutilación genital femenina, los matrimonios precoces, los matrimonios forzados, la violación, la violación utilizada sistemáticamente como arma de guerra y la impunidad de quienes cometen estos actos de terror contra las mujeres, los crímenes llamados de honor (pasional).

Las niñas del campo no escapan al acoso constante de la centrífuga urbana y sus estereotipos, actores responsables directos en el proceso de migración y consecuente descampesinización. Anulando así toda posibilidad de vida en el campo como posibilidad futura y digna.

De ahí que condenamos toda forma de violencia contra las mujeres, rechazamos su naturalización. Estamos ciertas de que todos los días campesinas mujeres, niñas generamos actos de trabajo creativo no violento, sembrar, seleccionar semillas, aprovisionar nutrientes para la familia son eso formas muy nuestras de prevenir la violencia y replicar la vida.

¡Por el fin de la violencia hacia las mujeres de campo!