Con una mística, que mostró la apropiación de las tierras por parte de las transnacionales, la represión a las y los campesinos que resisten, y el surgimiento de las organizaciones en respuesta a esta invasión capitalista, se dio apertura a la discusión del tema “Agronegocios, Soberanía Alimentaria y Cambios climáticos” donde participan diversas organizaciones campesinas e indígenas, reunidas en el marco del IV Foro Social Américas (FSA).
La Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) Vía Campesina (VC) junto al Grupo Erosión Tecnología y Concentración (ETC), Amigos de la Tierra y Grain, iniciaron sus presentaciones, encaminadas al desafío que representa combatir los agronegocios en el continente, que se apropia de las tierras para producir alimentos destinados a la comida de animales, a la generación de combustible, y en menor cantidad, alimentar a los seres humanos, provocando con ello, no solo daños severos a la naturaleza y el clima, sino también el desplazamiento de miles de familias campesinas e indígenas cada día.
Agronegocios y cambio climático en América Latina
“Amigos de la Tierra”, representado por Martín Drago de Uruguay, señaló que la idea es continuar el trabajo de reflexión realizado en la Cumbre de Cochabamba, el presente año. Entre las discusiones pendientes, está la construcción de una agenda común frente al proyecto político del agronegocio y su rol en la acumulación del capital, que tiene como objetivo el dominio del capital sobre la agricultura.
El agronegocio, enfatiza, ha venido para apropiarse de la biodiversidad de los pueblos, a través de las grandes empresas, los bancos y el comercio, dominando a nivel mundial, los precios y las pautas de consumo de los alimentos. Al respecto Martín Drago agrega: “Además de controlar las ramas productivas, se controla el FMI, FAO, BID, todos ellos, organismos internacionales que no están al servicio del pueblo sino de las empresas. Esto crea una arquitectura internacional a través de los tratados de libre comercio que logran grandes acuerdos y fuerzan a los países a mantenerse en condiciones de perder la soberanía”.
El excedente de la producción industrial y las ganancias del sistema financiero fluye de otras ramas a la agricultura, esto hace que la agricultura pierda autonomía, un método para seguir acumulando capital y generar ganancias cuantiosas.
Martín Drago expresa que esta ofensiva contra la agricultura campesina se manifiesta en toda rama de la economía. “Hay una expansión del territorio a todos los territorios del planeta. La frontera agrícola es global. Se pierden agricultores y campesinos, son manos de obra o son desplazados. Los alimentos adoptan la forma de mercancía para reproducir el capital”.
Estas empresas se ubican en toda la fase del proceso industrial. En la producción de insumos están las empresas Monsanto, Bayer, Syngenta, que producen semillas, en la de comercialización están Cargill, Dreyfus, etc. Esta inversión del capital implica un flujo continuo de capital hacia el agro, en este sentido, el agro se convierte en un sector rentable donde invertir.
Drago, explica que esto tiene un impacto directo en los seres humanos, el primero de ellos es el hambre. Según datos de la FAO, se produce suficientes alimentos en el mundo para alimentar a todo el planeta, sin embargo, hay más de mil millones de personas que sufren hambre y siguiendo con las cifras, tres de cuatro personas viven en el campo y producen alimentos. Este modelo, además expulsa a los y las campesinas de sus tierras, y con ello, fomenta el empobrecimiento, en tanto, la producción de alimentos en las últimas décadas creció más que la población. También ha aumentado la concentración de la propiedad de la tierra, ya sea a través de rentar o comprar tierras que serán apropiadas por las grandes empresas.
Los efectos del modelo también se pueden apreciar en el medio ambiente, la destrucción de la biodiversidad, la pérdida de las selvas tropicales, la alteración y contaminación de los ciclos de agua, la pérdida de la calidad de los suelos, el cambio climático, es ya palpable para todos y todas. La agricultura industrial es responsable de 25% de las emisiones de bióxido de carbono, del 80% de óxido nitroso en el planeta. En tanto, la agricultura campesina es la única propuesta que está enfriando el planeta.
La cultura campesina e indígena
Por su parte Silvia Ribeiro de ETC, México, manifiesta que “la agricultura es una cultura. Se basa en el sol, la tierra, el agua, las semillas, el trabajo. Eso siempre alimentó al planeta durante miles de años. Ahora, para producir comida se necesita máquinas inmensas, dinero, petróleo, para ponerle químicos, tóxicos. Esto crea un problema inmenso en el medioambiente, la contaminación del agua, del suelo, la gente se enferma con los químicos del campo”.
En la actualidad la agricultura es dominada por 20 empresas que van desde la venta de semillas hasta grandes supermercados, con una producción que necesita químicos y agrotóxicos que no alimentan a la gente, sino que ponen en riesgo sus vidas. Los y las campesinas e indígenas, produjeron durante diez mil años, y alimentaron al mundo sin necesidad de contaminar el planeta y hoy, pese a todo lo que se dice, los y las campesinas, alimentan a las tres cuartas partes del planeta.
En tanto, Carlos Vicente de Grain, Argentina, agradeció el ejemplo de la Vía Campesina (VC) por la resistencia que ha dado contra este modelo imperante, donde hombres y mujeres organizados/as defienden su territorio, sus semillas y sus formas de alimentación, agregando “Nuestro desafío es resistir, fortalecer. Todavía las semillas siguen en nuestras manos, tenemos los conocimientos, luchemos contra el patentamiento de las corporaciones. Recuperemos la libertad de circulación de las semillas que durante años nos alimentaron”.
En la actualidad ha comenzado un proceso de acaparamiento mundial de tierra, que comenzó en el Medio Oriente y en África, que hoy se extiende a este continente, y que según lo señalado por Carlos Vicente, se traduce en la compra de tierras donde todo lo que se produce se lo llevan a sus países, “con esta modalidad, la soberanía nacional se pierde. La respuesta está en los campesinos e indígenas del mundo”.
Por su parte Evento Díaz, de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC)-Vía Campesina (VC) de Colombia, señala que cuando nace esta organización, surge como un referente importante en el continente, para combatir las políticas neoliberales que viene a privatizar los bienes naturales, las principales empresas estatales y arrasan con la cultura de los pueblos y los territorios.
Por ello, la VC desarrolla varios ejes de trabajo dirigidos a enfrentar las políticas de las grandes corporaciones y de los Estados, principalmente en los países de mayor poder económico y militar que imponen sus políticas a través de los organismos internacionales, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y otros. Es en este marco de luchas, que fracasa el ALCA, sin embargo, la lucha contra los Tratados de Libre Comercio (TLC) y por la defensa de la naturaleza, que lesionan la soberanía alimentaria, siguen en el continente
La criminalización de los movimientos
Lucha contra la represión y la criminalización de los movimientos sociales, es hoy uno de los frente en común en el continente. Hay una profunda violencia contra campesinos/as e indígenas, especialmente contra aquellos/as que tienen una propuesta política más definida. En este contexto, el dirigente de CLOC-VC Colombia, manifiesta que «tenemos que dar una gran batalla ideológica, tenemos la desventaja de que los medios de comunicación nos bombardean a diario en la televisión, la prensa, Internet. Nosotros creemos que debemos recuperar el territorio, y para ello se desarrollan distintos tipos de acciones”.
Sin embargo, esta acción de las bases sociales por la reforma agraria, el control de los mercados locales para la producción de alimentos, incluso la instalación de un desarrollo agroecológico que permitan seguir manteniendo la economía campesina, articulado todo con los movimientos del sector popular, es considerado un delito a la hora de enfrentarse con el gran capital. Ha llegado al extremo que intercambiar semillas entre los distintos pueblos, es hoy un delito.
La CLOC y la VC son articulaciones internacionales que comparten movilizaciones conjuntas, y golpean en el corazón de las grandes corporaciones y de los organismos internacionales que están velando los intereses capitalistas, entre ellas la campaña por la reforma agraria, la campaña de las semillas, resistencia a la destrucción del medio ambiente, y la campaña de denuncia de la violencia contra las mujeres, jóvenes y niñas en el campo.
Entre las propuestas trabajadas por los grupos que se instalaron para debatir todos estos temas, surgieron distintas propuestas, entre ellas asumir aquellas que emanaron de la Cumbre climática, realizada en Bolivia, el pasado mes de abril. También se señala que es importante, incidir en las políticas públicas de los distintos gobiernos y promover de este modo, la agricultura campesina y agroecológica, como ha sido el caso de países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, que han elaborado nuevas cartas constitucionales.
El dirigente campesino concluye, “nuestro enemigo es un gran poderío, imperial, pero sabemos que el campesinado es cerca de la mitad de la población del mundo que podemos articularla para poner en nombre de nuestros intereses. Defendiendo la soberanía territorial, nacional y alimentaria nosotros mismos estaremos construyendo nuestro destino”