Lunes 9 de Enero de 2012
«Dentro del orden mundial, las periferias de Asia, África y América Latina se sometieron a la explotación de sus tierras. Los gobiernos tienen ese comportamiento de sumisión y trabajan en el sentido de generar divisas a partir de la exportación sus productos internos. Eso para ellos es una gran oportunidad”.
La explotación minera en América Latina no es un problema de hoy, ni de ayer o de hace 50 años. Para entender el saqueo y la extracción de recursos naturales de nuestras tierras es necesario volver los ojos a tiempos muy lejanos, tal vez sea necesario remontarnos a la llegada de los ‘descubridores’ extranjeros al continente americano. El hecho es que desde aquella época hasta hoy, América Latina se mantiene como el principal destino de las inversiones de las empresas mineras.
En el libro Las venas Abiertas de América Latina, el escritor uruguayo Eduardo Galeano expresa que hay dos lados en la división internacional del trabajo: en uno de ellos, algunos países se especializaron en ganar, y en el otro los que se especializaron en perder. «Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder”, afirma.
Pero, porque, siendo una región tan rica, ¿nos especializamos en perder? ¿Por qué motivo dejamos que las naciones desarrolladas entrasen sin pedir permiso y se llevasen todo lo que les podría servir para alimentar su ganancia y aumentar sus riquezas?
El ingeniero de Producción y doctor en Política Ambiental Bruno Milanez, cree que uno de los factores que estimulan la explotación minera en América Latina tiene que ver con la cuestión geográfica. Ejemplificando, afirma que «en el caso del mineral de hierro, a pesar de las reservas de China ser mayores que las de Brasil, las nuestras tienen mayor concentración, lo que vuelve la actividad más lucrativa (en cada tonelada extraída del yacimiento, las empresas consiguen obtener mayor cantidad del mineral)”.
Explica Bruno que es necesario mirar a otros factores de la producción, como trabajo y capital. A pesar de afirmar que AL no tiene tan buenas estructuras como Estados Unidos y Australia, recuerda que nuestra estructura es superior a las de África.
Por su parte el sociólogo Raimundo Gomes, del Movimiento de los Afectados por la Minería en Brasil, ve situación desde el ángulo de la explotación y la facilidad de entrada en las naciones empobrecidas.
«Dentro del orden mundial, las periferias de Asia, África y América Latina se sometieron a la explotación de sus tierras. Los gobiernos tienen ese comportamiento de sumisión y trabajan en el sentido de generar divisas a partir de la exportación sus productos internos. Eso para ellos es una gran oportunidad”.
Raimundo no deja pasar otro problema bien conocido en naciones como las de la región latinoamericana: la flexibilidad de las legislaciones ambiental y laboral.
«No se cumplen esas legislaciones y el espacio se vuelve propicio para la instalación de empresas. Además, los Estados, al recibir el capital internacional, crean una trinchera para protegerlo. Hay mucho espacio y favores para las empresas que se instalen acá. Lo que pagan a los Estados en compensación financiera son migajas, del 1 al 3% del lucro líquido. El problema es que muchos países son obedientes y no se hacen respetar”, critica.
Pero la explotación y el robo de que fuimos víctimas, no quiere decir necesariamente que perdemos porque quedamos de brazos cruzados mirando a los explotadores llevarse lo que es nuestro. Al comienzo, solo los pueblos indígenas lucharon, hoy también luchan los movimientos sociales, pelean y hace ruido para que América Latina no se acabe en las manos de las grandes empresas mineras, especialmente del Canadá.
Magdiel Carrión Pintado, presidente de la Confederación Nacional de Comunidades del Perú afectadas por la Minería (Conacami), asegura con firmeza «que continúa la resistencia por parte de los pueblos y comunidades indígenas y locales, contra el saqueo y el robo de nuestras riquezas”. Para Magdiel, la explotación sigue siendo la misma, solo cambio de nombre, el saqueo ahora se llama «desarrollo”, ironiza.
Esta lucha también es de los integrantes de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas – Caoi, que representa a grupos de Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Ellos manifiestan que dentro de este proceso de cambios, luchas y disputas políticas y económicas por las que está pasando América Latina, es preciso reconocer que existen «enemigos poderosos, pero también estrategias muy poderosas”.
«Nuestros procesos de articulación avanzan desde el nivel local hasta el continental. Los pueblos indígenas están construyendo una alternativa a los modelos occidentales”, afirma, asegurando que la lucha no cesa a pesar de la falta de espacios de participación en la esfera de los tomadores de decisiones, situación que se presenta como un gran desafío.
Una prueba de que el pueblo está con ojos y oídos atentos a las decisiones políticas relacionadas con la minería, se puede apreciar en el caso de Cajamarca, departamento peruano. La imposición a pura fuerza del proyecto minero Conga, desembocó en un paro sin precedentes en la historia de la región. Casi todo paró, pues ganó forma y vida una protesta acalorada para expresar que la minería no es bienvenida.
«Conga constituye un hecho emblemático, más del 50% de los peruanos optamos por un cambio de modelo económico y político y, Ollanta Humala llegó al poder con su palabra empeñada de promover ‘la gran transformación con inclusión social’, sin embargo, después de la instalación en el gobierno, está implementando la misma fórmula política de su antecesor, peor aún, pretende imponer por la vía de la fuerza (Estado de Emergencia y Militarización de Cajamarca) un megaproyecto que no es tan viable”, lamenta Magdiel Carrión.
No es tan raro que los jefes de Estado terminen rindiéndose a los encantos de la minería y del lucro que ella propicia. Los gobiernos de países con grandes atractivos y reservas naturales, cada día más se modernizan y crean aparatos para recibir de brazos abiertos a las transnacionales que traerán «desarrollo y progreso”.
Hoy, América Latina tiene la bagatela de más de 2.100 empresas en sus países, extrayendo principalmente de tierras indígenas todo lo que pueden, sea oro, plata, cobre, niobio, hierro, manganeso o titanio. En el ojo del huracán están México, Perú, Chile, Brasil y Argentina, donde se debe invertir en los próximos años 37 mil millones de dólares. Estos países están en la lista de los diez principales destinos de explotación minera. Colombia y Ecuador también están siendo descubiertos, o sea, el ‘desarrollo’ comienza a dar el aire de gracia en estos países.
Actualmente, América Latina es escenario de 155 conflictos mineros, involucrando a 168 proyectos en 205 comunidades, según estimativa del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (Olca). A partir de la situación de Cajamarca, Magdiel Carrión prevé para 2012, un escenario complicado de explotación minera y de lucha por el derecho de escoger el propio modelo de desarrollo.
Traducción: Ricardo Zúniga
Fuente: Adital