Llamado a la acción – Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres
Bagnolet, 3 de noviembre – Desde hace 26 años, el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra las Mujeres, recuerda al mundo: ¡Basta de violencia contra las mujeres! Sin embargo, esta jornada llega en un contexto marcado por múltiples crisis, climática, alimentaria, económica, política, migratoria y de cuidados que amenazan los avances en igualdad, hasta el punto de que, según ONU Mujeres, se necesitarán casi 300 años para lograr la igualdad de género.
Para nosotrxs, en La Vía Campesina, la situación sigue siendo más alarmante que nunca: los pocos derechos obtenidos por las mujeres, y en especial, las mujeres campesinas, pastoras, pescadoras, sin tierra, asalariadas agrícolas, temporeras, hoy están retrocediendo, mientras que las tasas de violencia continúan aumentando en el campo.
Según el informe del Secretario General de la ONU sobre la situación de las mujeres y las niñas rurales, el 43% de la población mundial vive en zonas rurales y del 80% de las personas en situación de pobreza extrema viviendo en el ámbito rural, la mitad son mujeres. El informe evidencia que la desigualdad persiste: las mujeres rurales ganan solo 82 centavos por cada dólar que perciben los hombres en la agricultura, y en muchos países solo el 29% de las leyes garantiza efectivamente la igualdad de derechos sobre la tierra.
Asimismo, vemos con mucha preocupación el fortalecimiento de la derecha y ultraderecha en el mundo, junto con conservadurismos que atentan contra derechos históricos y básicos de las mujeres. Esta dinámica acompañada con guerras, conflictos, genocidios, crisis climáticas, discriminación, colonización directa e indirecta de los territorios, militarismo — exponiendo a mujeres campesinas, niñez y personas LGBTQIA+ a graves amenazas para su seguridad y a diversas formas de violencia sistémica y estructural.

Como movimiento campesino observamos con horror que en algunas regiones del mundo, como Gaza, Sudán, Congo, Haití, Ecuador, por ejemplo, las poblaciones sufren a diario masacres, ejecuciones brutales y ataques extremos, donde la violencia alcanza su paroxismo. En 2024, la ONU estimó que 676 millones de mujeres y niñas, es decir, el 17 % de la población mundial, vivían a menos de 50 km de zonas de conflicto, el registro más alto desde la década de 1990. Esta realidad representa una catástrofe humanitaria de dimensión planetaria, y a pesar de la magnitud de estas atrocidades, los derechos internacionales y los mecanismos de protección siguen completamente sobrepasados, incapaces de proteger a lxs sobrevivientes, siendo las mujeres y la niñez quienes pagan el precio más alto y están expuestos a tácticas de guerra brutales, como el uso del hambre y la violencia sexual como armas de guerra.
Las mujeres rurales como las urbanas, ya sea en el mundo árabe, África, América Latina, Asia o Europa, todas sufren violencia, injusticias y crímenes contra la humanidad. Estas realidades son innegables y ya no pueden minimizarse. La violencia afecta todos los aspectos de la vida de una mujer: física, psicológica, sexual, económica, política, patrimonial, cultural, institucional y ambiental.
A esto se suman las alarmantes tasas de feminicidios, prueba de que el derecho fundamental a la vida de las mujeres — guardianas de la vida — permanece en peligro permanente. Según un informe de la ONU publicado en 2024, cada día mueren 140 mujeres o niñas a manos o por acciones de su pareja o un familiar cercano, es decir, una mujer o niña cada diez minutos. Esta realidad refleja las fallas de un sistema global que es simultáneamente capitalista, patriarcal, colonial y racista, que orienta las políticas locales e internacionales y condena a la mitad del planeta a vivir en peligro constante e injusticia estructural, lejos de cualquier igualdad de género. La universalidad de estos hechos no es casual: se refuerza por las jerarquías patriarcales y la escasa representación feminista en los espacios de poder, perpetuando la violencia estructural y la desigualdad de género.
Las mujeres campesinas, indígenas, trabajadoras migrantes, sin tierra, pastoras, pescadoras, nómadas y recolectoras estamos en la primera línea de las luchas y resistencias contra todas las formas de violencia y contra el sistema capitalista mundial que confisca la soberanía de los pueblos y la paz. Guardianas de los sistemas de vida y de la resiliencia de las comunidades, estamos en el centro de los combates por la justicia climática, la tierra y la alimentación saludable. Protectoras de la tierra, preservamos nuestros territorios y las semillas, y alimentamos a nuestras familias, comunidades y al mundo entero. Nuestro trabajo de cuidado desafía los modelos económicos y políticos de muerte: preservan las prácticas agrícolas ancestrales, aseguran la producción y transformación de los alimentos, y garantizan una alimentación sana para todxs, desempeñando un papel crucial en la lucha por la soberanía alimentaria, a la vez que proponemos cambios estructurales basados en derechos, somos sujetas políticas de cambios y transformaciones que sostienen la vida y el planeta.
Realizamos un trabajo productivo — que sostiene las economías locales y los territorios — y un trabajo reproductivo — que mantiene la vida, la solidaridad y la cohesión de las comunidades. Sin embargo, en el corazón mismo de esta misión vital, se nos priva del derecho a la tierra y a los recursos que garantizan nuestra autonomía, dignidad y justicia. Somos las más afectadas por el hambre, las crisis climáticas, la pobreza y la falta de cuidados.
Por ello, nuestro movimiento considera que la verdadera revolución hacia un mundo más justo, en paz y capaz de garantizar la soberanía alimentaria no podrá lograrse sin las mujeres y su justicia. Continuamos nuestra lucha campesina, mujeres y hombres unidxs, para defender la vida y la justicia en el mundo contra este sistema global basado en la lógica de destrucción y el lucro capitalista, que amenaza a la Madre Tierra, los sistemas ecológicos, las comunidades rurales, la soberanía alimentaria, nuestra salud y el futuro de las generaciones venideras.
Nuestra visión del mundo, basada en los principios de soberanía alimentaria, reforma agraria y prácticas agroecológicas, es una respuesta a todas estas crisis contra la pobreza y el hambre. En este día, hacemos un llamado a todas nuestras organizaciones regionales y locales, a nuestras aliadas y aliados, movimientos y colectivos sociales, así como a todas las personas de conciencia, a reunirse y movilizarse para poner fin a la violencia contra mujeres, niñas y diversidades, tanto en el campo como en la ciudad, y frente a las guerras y genocidios. Nuestra lucha por la paz es colectiva y solidaria.
¡Juntxs, podemos cambiar esta realidad y enfrentar un sistema capitalista mundial que nos afecta a todxs!.
¡Únete a la acción global!
Durante todo el mes de noviembre, les invitamos a autoorganizarse y hacernos llegar sus acciones locales. Les invitamos también a tejer alianza con nuestras organizaciones nacionales y regionales y hacer eco de nuestras luchas. ¡Lo haremos construyendo unidad de acción! ¡Debemos campesinizar los feminismos, y unir fuerzas a la lucha por la Soberanía Alimentaria!
- El 25 de Noviembre Lanzaremos nuestra nueva Publicación “Justicia Climática, una mirada desde el Feminismo Campesino y Popular está disponible en ES, FR, EN y PT. Siguen nuestra web oficial para que puedas descargarla y usarla en para la formación a nivel regional, nacional y local.
- Kit de comunicación aquí: Afiche oficial + materiales para redes sociales- Adapta el afiche a tu lengua local, incluimos una versión en blanco también.
- Muro de acciones globales: Sube en este link las acciones locales y regionales que harán durante esta jornada. Además, usa este muro como herramienta de consulta, para entérate de todas las acciones a nivel mundial.
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