La conmemoración de los cinco años de la siembra del comandante Chávez debe servir esencialmente para que todos los que nos decimos Chavistas, en un ejercicio jánico, como el mismo Chávez lo planteó, evaluemos qué tanto estamos avanzado en sus objetivos históricos, en un escenario político sin duda complejo pero prolifero para la acción revolucionaría. ¿Qué tanto queda de Chávez en nosotros, en el pueblo, en la dirección del proceso?, ¿Qué tanto estamos siendo consecuentes con su visión estratégica, en la cual el pueblo, protagonista de su emancipación, es el elemento central?.
Ya lo decía él mismo: “Lo que está ocurriendo en Venezuela hoy no es un hombre providencial que ha llegado; no, no hay hombres providenciales. No hay individualidades todopoderosas que puedan torcer el rumbo de la historia. No hay caudillos beneméritos y plenipotenciarios que puedan señalar y conducir y hacer el camino de los pueblos. Se trata de una verdadera revolución y de un pueblo que la galopa”.
Hoy entonces es un día no para la consignas, que en muchas pero muchas bocas suenan huecas e hipócritas. Es un día para el balance, para la lealtad verdadera, consecuente, lealtad en la acción, en la praxis. La coherencia de verdaderos apóstoles de Chávez es lo que se requerirá para poder superar la profunda crisis no solo económica sino ética, política, social de la revolución. Solo desde el chavismo se puede superar la profunda crisis nacional, es cierto, pero para eso el chavismo mismo debe renovarse, reinventarse y superar las profundas contradicciones que hay entre el pensamiento de Chávez y una praxis política divorciada de sus elementos ideológicos básicos.
Esto debe hacerse, como siempre hemos dicho y practicado, salvaguardando la unidad del movimiento chavista. La unidad nacional, la unidad de los patriotas ante la amenaza extranjera que se incrementa. No perder esto del foco en el análisis es un prerrequisito para una correcta lectura del momento. La noción y necesidad estratégica de la unidad del pueblo para construir una patria democrática e independiente es un elemento central en Chávez. Él la fraguó y se constituyó en la personificación de esa unidad más allá de su propio tiempo biológico. Adentrarnos en el chavismo-pensamiento para hacer el balance y ver las perspectivas de la revolución bolivariana es lo que hoy corresponde. Desde Bolívar hasta Chávez hay una línea de tiempo histórico gloriosa y de síntesis en las luchas de nuestro pueblo por alcanzar sus aspiraciones. Nadie como ellos encarnaron el alma nacional, sintetizaron y tradujeron en programas y en acción el proyecto de país que durante quinientos años ha soñado el pueblo venezolano. En doscientos años no hay liderazgos más lúcidos, coherentes y valientes. Por esos solo dos hombres han logrado sembrar en el pueblo venezolano una idea de país de forma tan profunda. Por eso solo hay Bolivarianos y Chavistas. Por eso solo el bolivarianismo y el chavismo son las corrientes de pensamiento que guían al pueblo pobre, son el alma de proyecto histórico.
Nuevas, duras y diversas batallas siempre tendremos por delante. Ésa es la naturaleza de una revolución. Hoy la batalla principal es contra la agresión del imperio y por la superación de la crisis económica. Vamos a una batalla electoral ciertamente importante: legitimar el poder político para el chavismo es de vital importancia. Todos(as) debemos trabajar para que las elecciones presidenciales tengan la mayor participación posible. Para que el candidato de la patria salga vencedor. Con esto estaremos siendo consecuentes con Chávez en cuanto a la unidad. Pero también debemos serlo al plantear la necesidad de que se avance hacia la superación de los grandes males de la revolución bolivariana, como lo es la corrupción, la ineficiencia y el burocratismo, el problema de la democracia interna, entre otros. Que suceda una profunda Revolución dentro de la revolución. Esto solo podrá ser el resultado de la acción consciente y organizada del chavismo popular, activados como Chávez lo planteó, un pueblo en movimiento, un pueblo galopando, materializando aquella vieja consigna de que solo el pueblo salva al pueblo. Podríamos decir hoy 5 de marzo, día de la siembra de Chávez, que solo el chavismo salva al chavismo.