Durante miles de años los campesinos en todo el mundo han creado, conservado, y renovado la diversidad de variedades animales y vegetales. Esta diversidad es fundamental para nuestro pan de cada día, nuestra soberanía alimentaria y el derecho humano a la alimentación y, por tanto, debe permanecer bajo el control de las comunidades campesinas.
Defendemos los derechos de los agricultores a obtener semillas de sus propias cosechas para reproducirlas y distribuirlas, tal y como se define en el tratado internacional de la semilla de Naciones Unidas. Los derechos de los agricultores no se están respetando y se corre el grave riesgo de verse aún más restringidos a través de la versión actual de la legislación europea de semillas.
Tan sólo diez empresas ya controlan el 67% del mercado internacional de semillas comerciales. Ellas exigen que sus derechos de propiedad intelectual se amplíen con el fin de aumentar sus ganancias e imponer las variedades de la industria en todo el mundo. Las variedades que se pueden volver a sembrar están desapareciendo. Sin embargo, las leyes europeas pretenden relegar estas variedades tradicionales y regionales a un nicho pequeño y controlado.
Pero no serán las variedades de estas empresas que mejor van a alimentar al mundo en el futuro. Por ello, es preciso mantener una amplia gama de prácticas agrícolas campesinas que incluya las variedades locales. Esto no es una nostálgica mirada hacia atrás: Recordemos que tres cuartas partes de los hombres y las mujeres campesinas en todo el mundo producen, intercambian y venden sus propias semillas.
Exigimos:
– el derecho de los agricultores para obtener semillas de su propia cosecha para volver a sembrar, distribuir y venderlas;
– la promoción de las variedades que se puedan volver a sembrar en todas las regiones mediante el apoyo a agricultores y obtentores de variedades;
– la prohibición de los OGM en la agricultura y en toda la alimentación europea
– la prohibición de patentes sobre plantas y animales, sus rasgos y genes, así como las patentes sobre los métodos de cultivo y crianza;
– una nueva política agraria que, en lugar de apoyar la producción industrial, el consumo de energía intensiva y los monocultivos sin campesinos y campesinas, promueva la producción biodiversa, ecológica y libre de sustancias químicas en el marco de la soberanía alimentaria.
¡La soberanía alimentaria es la soberanía de la semilla!