Jueves 23 de Agosto de 2012
Después de siglos de opresión y resistencia, «las masas campesinas oprimidas y explotadas» en una demostración de capacidad de articulación, unidad política y construcción de una propuesta nacional, se reunieron en el Congreso «Primer Congreso Nacional de Labradores y Trabajadores Agrícolas sobre el carácter de la reforma agraria», en el año 1961, en Belo Horizonte. Ya en ese Congreso los pueblos del campo, asumiendo un papel de sujetos políticos, apuntaban a la centralidad de la tierra como espacio de vida, de producción e identidad socio-cultural.
Esa unidad y fuerza política llevó al gobierno de João Goulart a incorporar la reforma agraria como parte de sus reformas de base, contrariando los intereses de las elites y transformándose en uno de los elementos que llevaron al golpe de Estado de 1964. Los gobiernos golpistas persiguieron, torturaron, encarcelaron y asesinaron dirigentes, pero no lograron destruir el sueño, ni las luchas campesinas por un pedazo de tierra.
Después de décadas de resistencia y denuncias de la opresión, las movilizaciones y luchas sociales han creado las condiciones para la reanudación y la expansión de la organización campesina, haciendo emerger una diversidad de sujetos y pautas. Junto con la lucha por la reforma agraria, la lucha por la tierra y por el territorio se van afirmando sujetos como los sin tierra, cimarrones, indígenas, recolectores, pescadores artesanales, ‘quebradeiras’, comunidades tradicionales, agricultores familiares, campesinos, trabajadores y trabajadoras rurales y demás pueblos del campo, de las aguas y los bosques.
En este proceso de constitución de sujetos políticos, se afirman las mujeres y los jóvenes en la lucha contra la cultura patriarcal, por la visibilidad y la igualdad de derechos y dignidad en el campo.
En nueva demostración de capacidad de articulación y unidad política, nosotros hombres y mujeres de todas las edades, nos reunimos 51 años después, en Brasilia, en el Encuentro Nacional Unitario de Trabajadores y Trabajadoras, Pueblos del Campo, de las Aguas y los Bosques, teniendo como centralidad la lucha de clases en torno a la tierra, que actualmente se expresa en la lucha por la Reforma Agraria, Tierra, Territorio y Dignidad.
Estamos construyendo la unidad en respuesta a los desafíos de la desigualdad en la distribución de la tierra. Al igual que en los años 60, esta desigualdad se mantiene inalterada, habiendo una profundización de los riesgos económicos, sociales, culturales y ambientales, como consecuencia de la especialización primaria de la economía.
La primera década del siglo XXI revela un proyecto de reactivación de la modernización conservadora de la agricultura, iniciada por los militares, interrumpida se en los años noventa y retomada como proyecto de expansión primaria para el sector externo en los últimos doce años, bajo la denominación de agronegocio, que establece como nuestro enemigo común.
Este proyecto, en esencia, produce desigualdades en las relaciones fundiarias y sociales del medio rural, profundiza la dependencia externa y realiza una explotación ultrapredatoria de la naturaleza. Sus protagonistas son el capital financiero, las grandes cadenas de producción y comercialización de commodities de escala mundial, el latifundio y el Estado brasilero en sus funciones financiadoras -inclusive destinando recursos públicos para grandes proyectos y obras de infraestructuras- y (des)reguladora de la tierra.
El proyecto capitalista en curso en Brasil persigue la acumulación de capital especializado en el sector primario, promoviendo la sobreexplotación agropecuaria, hidroeléctrica, mineral y petrolera. Esta superexplotación, en nombre de la necesidad de equilibrar las transacciones externas, sirve a los intereses y la dominación del capital extranjero en el campo a través de las transnacionales del agro y el hidronegocio.
Este proyecto provoca la trituración y la desterritorialización de los trabajadores y trabajadoras de los pueblos del campo, de las aguas y de los bosques. Sus consecuencias sociales y ambientales son la no realización de la reforma agraria, la no demarcación y el reconocimiento de los territorios indígenas y cimarrones, el aumento de la violencia, la violación de los territorios de los pescadores y los pueblos de los bosques, la fragilización de la agricultura familiar y campesina, la sujeción de trabajadores y consumidores a los alimentos contaminados y a la convivencia con la degradación ambiental. También hay consecuencias socio-culturales como la masculinización y el envejecimiento en el campo, por la falta de oportunidades para los jóvenes y las mujeres, resultando la no reproducción social del campesinado.
Estas consecuencias fueron agravadas por la ausencia, la falta de adecuación al carácter asistencialista y de emergencia de las políticas públicas. Estas políticas contribuyeron al proceso de desigualdad social entre el campo y la ciudad, el vaciamiento del medio rural y el aumento de la vulnerabilidad de los sujetos del campo, de las aguas y de los bosques. En lugar de promover igualdad y dignidad, las políticas y acciones del Estado, muchas veces, retiran derechos y promueven la violencia en el campo.
Incluso generando conflictos y siendo enemigo de los pueblos, el Estado brasileño en sus esferas de Ejecutivo, Judicial y Legislativo, históricamente viene invirtiendo en el fortalecimiento del modelo de desarrollo concentrador, excluyente y degradante. A pesar de todos los problemas generados, los sucesivos gobiernos – inclusive el actual – mantiene la opción por el agro e hidronegocio.
El Brasil, un país rico en tierras, agua, bienes naturales y biodiversidad, atrae el capital especulativo y agroexportador, intensificando los impactos negativos sobre los territorios y poblaciones indígenas, cimarrones y las comunidades tradicionales y campesinas. Externamente, el Brasil se está convirtiendo en la palanca de diseño neocolonizador, la ampliación de este modelo para otros países, especialmente en América Latina y África.
Se torna indispensable un proyecto de vida y trabajo para la producción de alimentos saludables en escala suficiente para atender las necesidades de la sociedad, que respete la naturaleza y genere dignidad en el campo. Al mismo tiempo, el rescate y fortalecimiento del campesinado, la defensa y recuperación de sus culturas y saberes se hace necesario para proyectos alternativos de desarrollo y sociedad.
Ante esto, declaramos lo siguiente:
1) La reforma agraria como política esencial de desarrollo justo, popular, solidario y sostenible, presupone el cambio en la estructura agraria, la democratización del acceso a la tierra, respeto a los territorios y garantía de reproducción social de los pueblos del campo, del agua y los bosques.
2) La soberanía territorial, que comprende el poder y la autonomía de los pueblos interesados para proteger y defender libremente el bien común y el espacio social y de lucha que ocupan y establecen sus relaciones y modos de vida, desarrollo de las diferentes culturas y modos de producción y reproducción, que marcan y dan identidad al territorio.
3) La soberanía alimentaria como derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sostenibles de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación adecuada de toda la población, respetando sus culturas y la diversidad de formas de producir, comercializar y administrar estos procesos.
4) La agroecología como base para la sostenibilidad y la organización social y productiva de la agricultura familiar y campesina, en oposición al modelo del agronegocio. La agroecología es un modo de producir y relacionarse en la agricultura, que preserva la biodiversidad, los ecosistemas y el patrimonio genético, que produce alimentos saludables, libres de transgénicos y agrotóxicos, que valoriza saberes y culturas de los pueblos del campo, del agua y de los bosques y defiende la vida.
5) La centralidad de la agricultura familiar y campesina y las formas tradicionales de producción y su fortalecimiento por medio de políticas públicas estructurantes, como el fomento y crédito subsidiado y adecuado a las realidades, asistencia técnica basada en principios agroecológicos, investigación que reconozca e incorpore los saberes tradicionales, formación, especialmente de la juventud, incentivo de la cooperación, agroindustrialización y comercialización.
6) La necesidad de relaciones igualitarias, el reconocimiento y el respeto mutuos, especialmente en relación a las mujeres, superando la división sexual del trabajo y el poder patriarcal y combatiendo todos los tipos de violencia.
7) La soberanía energética como un derecho de los pueblos, lo que demanda el control social sobre las fuentes, la producción y distribución de energía, alterando el actual modelo energético brasileño.
8) La educación rural, indígena y cimarrona como herramientas estratégicas para la emancipación de los sujetos, que surgen de las experiencias de lucha por el derecho a la educación y un proyecto político-pedagógico vinculado a los intereses de la clase trabajadora. Ellas se contraponen a la educación rural, que tiene como objetivo auxiliar un proyecto de agricultura y sociedad subordinada a los intereses del capital, que sufre la educación escolar para preparar mano de obra mínimamente cualificada y barata y que esclaviza a los trabajadores en el sistema de producción de monocultivo.
9) La necesidad de democratización de los medios de comunicación, hoy concentrados en unas pocas familias y al servicio del proyecto capitalista concentrador, que criminalizan a los movimientos s y organizaciones sociales del campo, de las aguas y los bosques.
10) La necesidad de reconocimiento por el Estado de los derechos de las poblaciones afectadas por grandes proyectos, asegurando la consulta libre, previa e informada y la reparación en los casos de violación de los derechos.
Nos comprometemos:
1 – A fortalecer las organizaciones sociales e intensificar el proceso de unidad entre los trabajadores y trabajadoras, los pueblos del campo, de las aguas y los bosques, poniendo como centro la lucha de clases y el enfrentamiento al enemigo común, el capital y su expresión actual en el campo , el agro e hidronegocio.
2 -A ampliar las unidad en los próximos períodos, construyendo pautas comunes y procesos unitarios de lucha por la realización de la reforma agraria, por el reconocimiento, titulación, demarcación y retirar los intrusos de las tierras indígenas, los territorios y las comunidades tradicionales cimarrones, garantizando derechos territoriales, dignidad y autonomía.
3 – A fortalecer la lucha por la reforma agraria como bandera unitaria de los trabajadores y trabajadoras y de los pueblos del campo, de las aguas y los bosques.
4 – A construir y fortalecer alianzas entre sujetos del campo y la ciudad, en ámbito nacionales e internacional, en estrategias de clase contra el capital y en defensa de una sociedad justa, igualitaria, solidaria y sostenible.
5 -A luchar por la transición agroecológica masiva, contra los agrotóxicos, por la producción de alimentos saludables, por la soberanía alimentaria, en defensa de la biodiversidad y las semillas.
6 – A construir una agenda común para rediscutir los criterios de construcción, acceso, alcance, carácter y control social de las políticas públicas, por ejemplo, del PRONAF, PNAE, PAA, PRONERA, PRONACAMPO, investigación y extensión, entre otros, dirigidos a los pueblos del campo, de las aguas y de los bosques.
7 – A fortalecer la lucha de las mujeres por derechos, por la igualdad y poner fin a la violencia.
8 – A ampliar el reconocimiento de la importancia estratégica de la juventud en la dinámica del desarrollo y reproducción social de los pueblos del campo, de las aguas y de los bosques.
9 – A luchar por cambios en el modelo actual de pautado en los petro-dependientes, de alto consumo de energía.
10 – A combatir y denunciar la violencia y la impunidad en el campo y la criminalización de los movimientos sociales y líderes, promovida por agentes públicos y privados.
11 – A luchar por el reconocimiento de responsabilidad del Estado por la muerte y desaparición de campesinos, así como los derechos de reparación a sus familias, con la creación de una comisión campesina por amnistía, memoria, verdad y justicia para incidir en los trabajos labor de la Comisión Especial sobre muertos y desaparecidos políticos, viendo la inclusión de todos los afectados por la represión.
Nosotros, trabajadores y trabajadoras, pueblos del campo, de las aguas y de los bosques exigimos la reorientación de las políticas y acciones del Estado brasileño, porque el campo no soporta más. Seguiremos en marcha, movilizados en unidad y lucha, y en el combate a nuestro enemigo común, construiremos un País y una sociedad justa, solidaria y sostenible
Brasilia, 22 de agosto de 2012.
Asociación de Casas Familiares Rurales (ARCAFAR)
Asociación de Mujeres de Brasil (AMB)
Asociación Brasileña de Reforma Agraria (ABRA)
Asociación Brasileña de Estudiantes de Silvicultura (ABEEF)
Articulación Nacional de Agroecología (ANA)
Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB)
Indígena Consejo Misionero (CIMI)
CARITAS brasileño
Coordinación Nacional de quilombolas (CONAQ)
Confederación Nacional de Trabajadores Agrícolas (CONTAG)
Comisión Pastoral de la Pesca (CPP)
Comisión Pastoral de la Tierra (CPT)
Central de Trabajadores de Brasil (CTB)
Central Unitaria de Trabajadores (CUT)
Federación de Estudiantes de Agricultura de Brasil (FEAB)
Federación de Trabajadores de la Agricultura Familiar (FETRAF)
FASE
Greenpeace
INESC
Marcha Mundial de las Mujeres (MMM)
Movimiento de Afectados por Represas (MAB)
Movimiento Campesino Popular (MCP)
Movimiento de Mujeres Campesinas (MMC)
Movimiento de Mujeres Trabajadoras Rurales en el noreste (NE-MMTR)
Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA)
Movimiento de Pescadores y Oficios Marinas (MPP)
Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST)
Movimiento Interestatal de la Mujer babasú tuerca automáticos (MIQCB)
Oxfam Brasil
Pastoral Juvenil Rural (PJR)
Plataforma DhESCA
Cefas Network
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Investigación y el Desarrollo Agrícola (SINPAF)
Sinpró DF
Derecho a la Tierra
Unicafes
VIA CAMPESINA BRASIL