La coca

RESOLUCION SOBRE EL TEMA DE LA COCA

Introducción

Este trabajo es el resultado de un amplio debate entre los participantes de América Latina, referente a la producción y comercialización de la coca, y la política de lucha internacional e interdictiva contra la hoja de coca. La hoja de coca se mantiene desde tiempos ancestrales, y que nuestros antepasados la utilizaban como forma de vida y en rituales religiosos, y como medicina y fuente de energía.

Dentro de la llamada «guerra contra las drogas», las políticas de erradicación de cultivo de la coca, ha sido una de las manifestaciones. Estas políticas, lejos de presentar alternativas de solución, han generado conflictos, odios y enfrentamientos.

Las propuestas y conclusiones que arribemos en esta plenaria que conlleven a luchar por la defensa de la sagrada hoja de coca, y protestar enérgicamente contra políticas represivas y liquidadoras; comprenda que no sólo basta, reprimir y asesinar a humildes campesinos cocaleros; sino alcanzar propuestas justas y equitativas. De lo contrario el odio y rencor, como consecuencia del hambre y la miseria que nos agobia, incentivará luchas entre seres humanos, por el simple delito de ser pobres y ser descendientes de nuestras culturas.

Considerando

1. La hoja de coca es un recurso natural originario de los pueblos andinos, con más de 5.000 años de producción y consumo. Formaba parte de la «etiqueta» campesina y las buenas costumbres, fue un elemento sustancial de las diversas culturas que habitaron nuestras tierras antes de la llegada de los españoles. La coca fue motivo de controversias y persecución durante los 300 años de colonialismo español y lo sigue siendo ahora 172 años después de la independencia política de nuestros países.

2. La coca en su estado natural, como producto agrícola milenario, no es droga. No se le puede condenar como estupefaciente, ni su uso como toxicomanía, a partir de uno de sus elementos, que es la cocaína, los campesinos sabemos y reiteramos, la hoja de coca no es lo mismo que la cocaína. Mientras la sagrada hoja constituyen un elemento fundamental de la cultura andina, la cocaína fue aislada, usada y abusada por la cultura occidental. Millones de campesinos consumimos la hoja de coca con las mismas funciones de hace milenios y consideramos su consumo como un a forma de afirmación cultural y resistencia contra el occidente. Pero además , la coca contiene muchas propiedades alimenticias, geriátricas, medicinales y estimulantes que, por la historia negra que se ha tejido al rededor de ella, no pueden ser aprovechadas para beneficio de la humanidad.

3. Actualmente en Bolivia, más de 3.5 millones de quechuas y aymaras «acullican» coca. En el Perú, más de 4 millones de quechuas, aymara y decenas de etnias amazónicas chacchan o picchan coca. En el norte de Argentina cerca de 500 mil personas, la mayoría de origen campesino, pero también los habitantes de las ciudades, usan coca con regularidad. Los usuarios tradicionales de coca en Colombia, allí denominado «bambeo», pueden llegar a 100 mil, entre Guambianos y Paeces. Chile tiene 10 mil personas en el norte que habitualmente consumen coca.

En Ecuador la coca fue erradicada en el siglo XVII gracias al informe difamatorio de un monje de la inquisición española, pero actualmente la coca es usada como medicina tradicional y en rituales religiosos por varias de las múltiples etnias que allí existen.

4. Que el equilibrio ecológico en los últimos tiempos ha sido deteriorado por la implantación de políticas ajenas a la costumbre y tradición de los pueblos originarios en cuanto a la preservación del medio ambiente, hasta el punto de deforestar los bosques sin ninguna planificación.

5. Pese a la importancia que la hoja de coca tiene para tantos millones de personas, sigue figurando como estupefacientes en la lista No. 1 de la convención única sobre estupefacientes de la Organización de Naciones Unidas (ONU) del año 1961. Además, existe un fallo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del año 1952 que considera el consumo tradicional de la hoja como un «toxicomanía». Este fallo fue producto de una investigación científica realizada por una comisión que visitó el Perú y Bolivia entre diciembre de 1949 y enero de 1950, la que desde que inició su trabajo tuvo un prejuicio racista y anticampesino contra nuestra hoja de coca. Estos científicos de la OMS investigaron por un acuerdo tomado en la comisión de estupefacientes del Consejo Económico Social de las Nacional Unidas.

6. Ha sido demostrado por muchas investigaciones de antropólogos, médicos, químicos y farmacólogos que este fallo condenatorio no era ni es justo. Por ambas razones – figurar en la lista de las Naciones Unidas y estar condenada por la OMS – el cultivo, transporte y comercialización de la coca está sujeto a fiscalización internacional y, en los países andinos, existen sendas leyes que consideran un delito su libre distribución interna. La situación es tan grave que hasta el inofensivo mate de coca, según las disposiciones de la ONU, también está sujeto a una injusta fiscalización en el mercado internacional. Más recientemente, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) ha dedicado varios párrafos de su informe anual para despotricar contra Bolivia y Perú por lograr su despenalización mediante la mencionada «diplomacia de la coca» y la «estrategia de la revalorización de la hoja de coca», respectivamente.

7. Es necesario indicar que por necesidades de negociar las políticas neoliberales, en un caso, y por intereses electoreros, en el otro, los gobiernos de Bolivia y Perú han tomado cartas en el asunto de acuerdo a su planteamiento unilateral y sin recoger las propuestas campesinas. Ya hemos señalado los planteamientos errados de la llamada «diplomacia de la coca». En el caso del gobierno peruano, la preocupación por la hoja de coca se ha expresado en las reservas a la Convención de Viena (noviembre de 1988), en la firma de la declaración de Cartagena (febrero 1990), en la no firma del Convenio de Ayuda Militar con los Estados Unidos (septiembre de 1990), en algunos aspectos de la «doctrina Fujimori» (noviembre 1990), en algunos aspectos del Convenio Antidrogas (mayo de 1991), en la Carta del Ministro de Relaciones Exteriores -Dr. Torres y Torres Lara- del Perú al Ministro de Salud (octubre de 1991), en la Nueva Carta de Marzo de 1992 y en recientes facsímil del Canciller Oscar de la Puente a los diversos ministerios en el que informa que: «Como parte del estrategia de la revalorización de la hoja de coca delineada por mi despacho, se ha encomendado al Ministerio de Salud la coordinación de un gran estudio nacional multidisciplinario, en torno a las propiedades del recurso peruano referido, el cual constituirá el fundamento científico de las próximas acciones internacionales a ser desplegadas por esta Cancillería, con miras a la exclusión de la planta aludida de los listados de sustancias prohibidas por la Convención Unica de Estupefacientes de 1961». Como hemos dicho, los campesinos esperamos que este no sea un engaño más como al que nos tienen acostumbrados.

8. En un contexto de crisis global, incentivada por las políticas económicas de ajuste neoliberal, a los campesinos no les queda otro camino que la producción de hoja de coca para enfrentar la pobreza. En las actuales circunstancias nacional e internacionales, es el único producto rentable. Las propuestas frente a ello, deben ser integrales, proporcionando salidas económicas, sociales y culturales a los pobres del campo y a todos los pobladores de los países andinos. Es la demanda de los países del norte la que incentiva la producción de cocaína. Los fondos que proporcionan los países industrializados para combatir el fenómeno del narcotráfico y la producción de cocaína no sólo son insuficientes, sino que además están atados a políticas macroeconómicas que deterioran aún más la producción campesina.

Resoluciones

1. Impulsar alternativas frente a las políticas gubernamentales fracasadas que, bajo la iniciativa andina antidrogas (1989) y los acuerdos Cumbre de Cartagena (1990) y San Antonio (1992), ponen énfasis en la interdicción, penalización del consumo, erradicación de cultivos y «desarrollo alternativo», cuyos resultados prácticos han sido el fracaso de estas políticas, expresado en una mayor militarización, la destrucción o debilitamiento de las organizaciones campesinas tradicionales y la destrucción de la estructura agraria y alimentaria pre-existente.

2. Promover y revalorar nacional e internacionalmente el consumo de hojas de coca y sus derivados. Ya que el consumo tradicional de la hoja de coca en sus diferentes formas es parte de la cultura andina y elemento fundamental en la defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas. Para lograr su revalorización nacional, en el caso del Perú, es necesario formular, discutir y promulgar una ley de coca que, con planteamientos integrales, defiendan los derechos de los campesinos cocaleros y el consumo tradicional de la hoja de coca como un derecho cultural fundamental.

3. Para lograr la revalorización internacional de la coca es necesario que el Consejo Andino, en representación de los cocaleros, recurra a la instancia máxima de las Naciones Unidas, es decir, al secretario General. Por otro lado, debemos exigir que los gobiernos y las instancias técnicas no gubernamentales recurran a los siguientes foros internacionales: Consejo Económico y Social de la Organización de las Nacionales Unidas (ONU), en Nueva York, para introducir a debate en la asamblea General un tema de importancia multinacional; Comisión de Narcóticos de la ONU en Viena, para eliminar a la hoja de coca de la lista número 1 de la Convención Unica de Estupefacientes; Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra, y Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Washington, para levantar el fallo de «toxicomanía» contra la hoja de coca; Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra, para obtener un reconocimiento internacional del uso de la coca como parte de los derechos laborales y culturales de los indígenas; y Comisión Interamericana de Derechos Laborales y culturales de los indígenas; y, Comisión Interamericana de Derechos Humanos en San José de Costa Rica, como una instancia de protección frente a la violación de los derechos humanos, especialmente los relativos a los pueblos indígenas. Asimismo, pedir a los compañeros latinoamericanos difundir la revalorización de la coca.

4. Como el problema es complejo, no se resuelve nada tratando de comprar la erradicación de los cultivos de coca con unos cuantos dólares -caso de Bolivia – u ofreciendo utópicas titulaciones de tierra -caso del Perú- sino impulsando un verdadero desarrollo integral. La propuesta debe surgir de abajo y adentro, no solo una reivindicación étnico/cultural, histórica y de soberanía nacional sino también de sobrevivencia de los campesinos y sus familias empobrecidas por las desatenciones.

5. En síntesis, la propuesta tiene los siguientes ejes: Rechazo a la política de militarización, interdicción y erradicación; defensa del cultivo y el consumo de la coca de coca; revalorización nacional e internacional de su consumo; industrialización benéfica de la hoja de coca; desarrollo integral con eco-desarrollo y protección del medio ambiente; y, política macro-económica promotora del sector agropecuario.

6. Que se mantengan la lucha por la derogatoria de los decretos leyes 22095 en el Perú y a Ley 1008 en Bolivia, que confunden el régimen de la coca con las sustancias controladas.

7. Rechazo total a la política del gobierno boliviano por la puesta en marcha de la opción cero, interpuesta por Estados Unidos; que significa erradicación forzosa hasta exterminar la sagrada hoja de coca.

8. Rechazar y condenar el uso de herbicidas y defoliantes, hongos y otros que ocasionan daños a nuestras tierras y demandar a los gobiernos especialmente a Estados Unidos a pagar por los daños y perjuicios.

9. Incentivar el cultivo de la hoja de coca, y propiciar la industrialización y exportación de sus derivados como una forma de reivindicación su injusto rechazo y marginación. Respaldar los decretos leyes de comercialización e industrialización conquistados por los productores bolivianos, como una forma de contrarrestar el narcotráfico.

10. Planteamos que luego de un debate científico internacional, poner reservas en la comisión de narcóticos de la ONU, para ordenar la despenalización de la hoja de coca; levantar el juicio de toxicomanía que existe en la Organización Mundial del Salud, OMS, retirar la hoja de coca de la lista No.1 de estupefacientes de la ONU y liberalizar los mercados internacionales.

11. Persistir en la lucha por la anulación de los convenios antidrogas firmados por los gobiernos de los países productores de coca.

12. Las políticas neoliberales de estabilización y ajuste económico que promueven los Estados Unidos, otros países desarrollados, con la venia de nuestros gobiernos, constituyen el principal promotor del narcotráfico y atentan contra el producto del campo y la economía campesina.

13. La defensa de la hoja de coca, y del uso tradicional de otros recursos naturales como el peyote, ayahuasca y otros, constituye una defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas y del hombre del campo.

14. La Comisión de Coca, por unanimidad rechaza el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos a la hermana República de Cuba y al mismo tiempo nos solidarizamos con su lucha, ya que los cocaleros sufrimos los mismos atropellos e intervenciones.