17 de abril de 2011
Hoy, en el Día Internacional de las Luchas Campesinas, prominentes organizaciones campesinas, de pescadores artesanales, de derechos humanos y de investigación han criticado severamente al Banco Mundial, a tres agencias de Naciones Unidas y varios gobiernos por promover inversiones agrícolas que tienen como resultado acaparamientos de tierra en escala masiva.
Entre el 18 y el 20 de abril, inversionistas, funcionarios de gobierno y personal de los organismos internacionales se reunirán en Washington DC para la Conferencia Anual del Banco Mundial sobre Tierra y Pobreza. Discutirán cómo operacionalizar un marco de trabajo conocido como Principios para la Inversión Agrícola Responsable (IAR). Formulados por el Banco Mundial, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y la Organización de Agricultura y Alimentación (FAO), los principios de «inversión agrícola responsable» son siete principios que los inversionistas pueden decidir obedecer o no cuando realicen adquisiciones de tierras agrícolas en gran escala.
En oposición, una declaración publicada por los Amigos de la Tierra Internacional, la Campaña Global por la Reforma Agraria, el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, FIAN International, Focus on the Global South, el Foro Mundial de los Pueblos Pescadores, GRAIN, La Via Campesina, Land Research Action Network y Rede Social de Justiça e Direitos Humanos, llama a prohibir de inmediato el acaparamiento de tierras.
Según Henry Saragih, de la Vía Campesina, «La crisis en los precios alimentarios ocurrió por la mercantilización de los alimentos. Los principios de ‘inversión agrícola responsable’ legitimarán el acaparamiento de tierras de una manera peor que en la era colonial. Las transnacionales van a tomar la tierra de todos los tipos y tamaños. No habrá lugar para que vivan los campesinos, los pueblos y las comunidades. Este tipo de producción agrícola está provocando un modo de vida muy dependiente de unas pocas transnacionales».
«Las adquisiciones de tierra en gran escala están diseñadas para abrirle nuevos espacios a la agricultura industrial, de plantación, orientada a las exportaciones», dijo Henk Hobbelink, de GRAIN. «No tenemos por qué legitimarlas mediante ningunos ‘principios’ o ‘códigos de conducta’ para inversionistas. No es ésta una agricultura que le dé de comer a la gente en formas justas y sustentables».
Las narraciones que llegan de Asia, África y América Latina revelan que las comunidades locales están siendo despojadas como nunca antes de su única fuente de seguridad de vida y alimentación. Los informes indican que por lo menos 50 millones de hectáreas de buenas tierras agrícolas —suficientes para darle de comer a 50 millones de familias en India— fueron transferidas de los campesinos a las corporaciones tan sólo en los últimos años. Los agentes de inversión calculan que ya se han comprometido unos 25 mil millones de dólares a nivel global, y alardean que la cifra se triplicará en un futuro muy próximo. Los principios de «inversión agrícola responsable» le ofrecerán una careta de respetabilidad a estos inmensos negocios de tierras.
«Los principios de IAR son peligrosamente engañosos», dijo Shalmali Guttal, de Focus on the Global South. «Las corporaciones y los gobiernos ganarán, pero las comunidades locales, los ecosistemas y las futuras generaciones habrán de perder; la apropiación de las tierras rurales de los pueblos es completamente inaceptable, no importa qué lineamientos se sigan».
«La violación de las leyes internacionales de derechos humanos es una parte intrínseca del acaparamiento de tierras», afirmó Sofía Monsalve, de FIAN Internacional. «Son violaciones a los derechos humanos las expulsiones por la fuerza, los cierres de vastas extensiones de tierra que ya no podrán utilizar ni ahora ni el futuro los pueblos rurales, la introducción de modelos de agricultura y uso del suelo que destruyen los ambientes naturales, la tajante negativa a dar información, y el impedir una participación local significativa en las decisiones políticas que afectan las vidas de la gente».
Maria Luisa Mendonça de la Red Social para la Justicia y los Derechos Humanos en Brasil dijo que «La nueva ola de acaparamientos de tierra tendrá efectos devastadores en la Amazonía y en El Cerrado, al darle luz verde a las ilegales actividades de los grandes ganaderos, las agroempresas y las compañías mineras y madereras que destruyen los bosques protegidos y la biodiversidad propia de la producción alimentaria de los campesinos e indígenas en sus territorios».
Según Ibrahim Coulibaly de la Coordinación Nacional de las Organizaciones Campesinas de Mali, miembro de La Vía Campesina, «El acaparamiento de tierras es bandolerismo de Estado; tiene que ver con arrebatar o tomar el único recurso que le queda a la gente para dárselo a quienes ya tienen demasiado, a aquéllos que ya son extremadamente ricos. Eso es inaceptable».
El pronunciamiento conjunto llama en cambio a impulsar una renovada y genuina reforma agraria y una inversión agrícola que apoyen a los campesinos y productores en pequeña escala a que produzcan en sus propias tierras por medios agroecológicos.
El pronunciamiento Es hora de prohibir el acaparamiento de tierras, no de darle una fachada de «responsabilidad», puede encontrarse en castellano en http://www.grain.org/o/?id=113.
Contactos:
Henry Saragih, La Vía Campesina, Indonesia: +62-811655668
Devlin Kuyek, GRAIN, Canadá: +1-514-571-7702
Shalmali Guttal, Focus on the Global South, Tailandia: +66-2 218 7383/4/5
Kirtana Chandrasekaran, Amigos de la Tierra Internacional, Reino Unido : +44-79-61986956
Sofia Monsalve, FIAN, Alemania: +4962216530030
Maria Luisa Mendonça, Rede Social de Justiça e Direitos Humanos, Brasil: +55-11-81679951