Yakarta, el 12 de noviembre 2010. Las delegadas y los delegados de La Via Campesina que asistieron a la conferencia del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) en Nagoya del 19 al 29 de octubre de 2010 lamentan que la conferencia no lograra alcanzar una decisión radical para parar la comercialización y destrucción en masa de la biodiversidad. A pesar de las decisiones positivas para imponer una moratoria en la geoingeniería y para conservar la moratoria de la tecnología Terminator, la conferencia no logró tomar las medidas decisivas necesarias para parar la pérdida de biodiversidad que amenaza nuestra supervivencia.
La Via Campesina celebra la moratoria en la geoingeniería puesto que se considera a esta tecnología una propuesta falsa y perjudicial para revertir el cambio climático. No cuenta con el potencial, tal y como se ha afirmado, para reducir la producción de emisiones de gases de efecto invernadero. Al contrario, modificar la superficie terrestre, los océanos y la atmósfera de esta manera probablemente tendrá efectos devastadores en la biodiversidad. Animamos a los delegados y delegadas de las próximas negociaciones sobre cambio climático COP16 de Cancún para finales de este año a que apoyen la moratoria impuesta en Nagoya.
Sin embargo, a pesar de estos pasos positivos, el CBD no logró rechazar varias iniciativas que amenazan en la actualidad la biodiversidad en nombre de la nueva «economía ecológica». La economía de los ecosistemas y la biodiversidad (TEEB por sus siglas en inglés), que promociona la comercialización de la biodiversidad al asignarle un valor económico, vivió una gran oposición por parte de algunas delegaciones como Bolivia. No obstante, a pesar de que algunas propuestas específicas no se adoptaron, el CBD decidió seguir desarrollando los aspectos económicos de los servicios del ecosistema al crear el TEEB. El CBD busca incluso una cooperación en este asunto con otras organizaciones de las Naciones Unidas y el Banco Mundial; un desarrollo muy negativo al que La Via Campesina se opone férreamente.
Es más, en Nagoya, los gobiernos de Australia, Canadá, Finlandia, Francia, Alemania, Japón, Noruega, Suecia, Suiza, el Reino Unido y los Estados Unidos de América prometieron dar apoyo a los costes operativos del REDD+ (la reducción de las emisiones de la deforestación y la degradación de los bosques), negociado en COP15. Este mecanismo permite que los países desarrollados sigan contaminando al pagar a los países en desarrollo para que capturen carbono en proyectos como las plantaciones monocultivo. Las iniciativas del REDD+, que los movimientos de agricultores rechazan abiertamente, componen la tendencia a la «apropiación de tierras» en el sur del globo, que expulsa a los agricultores de sus tierras por el interés de los agronegocios.
Según Guy Kastler de La Via Campesina «En Nagoya vimos claramente que el consentimiento previo de las comunidades ante los acuerdos de acceso y participación en los beneficios (ABS por sus siglas en inglés) no funcionará porque los tenedores de las patentes rechazan divulgar las fuentes de sus «invenciones». A las poblaciones locales les resulta imposible reclamar cualesquiera beneficios por las plantas y los conocimientos que han cultivado durante siglos. Está claro que se precisan otros mecanismos».
El objetivo de Aichi, que se propuso en Nagoya como medio para limitar la pérdida de biodiversidad en las áreas protegidas, dista mucho de ser satisfactorio. La creación de las áreas protegidas se ha usado en el pasado para desahuciar a los agricultores y la población indígena de sus tierras cuando son precisamente ellos los que defienden la diversidad en primer lugar.
La delegación de La Via Campesina observó durante la COP10 del CBD que la organización no reconocía claramente el papel de los pequeños agricultores y la población indígena como principales defensores de la biodiversidad. Los intereses de las empresas transnacionales, que pudieron financiar un elevado número de grupos de presión, se han acomodado mucho más que los derechos de estos defensores inherentes de la biodiversidad global. Mientras que varios gobiernos occidentales enviaron a grupos de presión de las empresas transnacionales para negociar en su nombre, no enviaron ni tan siquiera a una persona indígena o un agricultor. El gobierno francés, por ejemplo, incluyó en su delegación oficial a representantes de la industria de las semillas mientras que la delegación brasileña incluyó a grupos de presión de la industria petrolífera.
Coleen Ross, del Sindicato Nacional de Agricultores de Canadá, afirmó lo siguiente: «La biodiversidad es vida. Allá donde se destruya la biodiversidad, la vida humana estará en peligro. Las soluciones a largo plazo ante la dramática pérdida de biodiversidad estarán, en última instancia, en las manos de los pequeños agricultores y la población indígena y no en la comercialización de la biodiversidad que es la que la destruyó en primer lugar». Por tanto, es crucial que se rechacen todas las soluciones de mercado y se reconozca y apoye a la agricultura sostenible de las explotaciones agrícolas familiares y a la población indígena para mantener la biodiversidad global.