22 de agosto de 2013
En esta entrevista Félicien* habla de la inestabilidad y de los problemas ambientales y sociales causados por los OGM y por el modelo desarrollado por el agronegocio, y de cómo el pueblo venezolano viene creando alternativas para la construcción de la soberanía alimentaria en el país.
» Los cultivos transgénicos son la máxima expresión del modelo del agronegocio y de la privatización de los bienes comunes de la naturaleza. De la misma manera que después de la Segunda Guerra Mundial, la revolución verde, y el uso de pesticidas que esta promovió, representaron un trágico golpe a la agricultura indígena y campesina «- afirma Ana
MPA Comunicación : ¿Por qué hacer una campaña contra los transgénicos?
Ana Félicien: Desde 2002 Venezuela ha tenido una importante movilización popular contra los cultivos y alimentos transgénicos, ella comenzó con fuerza en el estado de Mérida, en la región andina de Venezuela, con el objetivo de erradicar el cultivo experimental de papaya transgénica, la presión hecha a las instituciones por las organizaciones sociales logró que el Consejo Legislativo y el Ministerio de Medio Ambiente de la región tomaran las medidas para evitar el cultivo experimental que no tenía ningún tipo de permiso.
Después de esto el Comandante Chávez asumió en varias ocasiones la posición de las organizaciones sociales manifestando su contundente rechazo por los cultivos y alimentos transgénicos, posición con la que en Venezuela se consolidó la oposición transgénica con más fuerza, pero aún así, el país no aprobó ninguna ley que prohíba definitivamente a los productos transgénicos.
Recientemente, en octubre de 2012 las asociaciones de grandes productores que son miembros de los partidos de derecha que pertenecen a la clase de los latifundiários del país, como la FEDEAGRO (Confederación de Asociaciones de Productores Agrícolas) y la ORIAGRO (Asociación de Productores del Oriente Agrícola) lanzaron una campaña en los medios de comunicación para promover la aprobación de los cultivos transgénicos en el país con el argumento de que estos alimentos serían «más productivos» y que permitirían un aumento de las ganancias económicas y de la competitividad de la producción agrícola frente a los países del MERCOSUR, de cara al ingreso de Venezuela en este espacio de integración económica. Esta campaña coincidió con el debate sobre una ley de semillas desarrollada en la Asamblea Nacional de Venezuela.
Estas acciones hicieron que se rearticulara el momento anti-transgénico en el país, convocando al mismo tiempo a las diversas organizaciones ambientalistas, campesinas y estudiantiles para rechazar la posición de las organizaciones de la oligarquía, exigiendo también la consolidación de la prohibición de los cultivos y alimentos transgénicos en la ley .
C.MPA: ¿Existe una relación entre los agrotóxicos y los transgénicos ¿Cuál?
AF: Los cultivos transgénicos son la máxima expresión del modelo del agronegocio y de la privatización de los bienes comunes de la naturaleza. De la misma manera que después de la Segunda Guerra Mundial, la revolución verde, y el uso de agrotóxicos que promovió, representaron un trágico golpe a la agricultura campesina e indígena, (al hacer a la mayor parte de los agricultores dependientes del paquete tecnológico de semillas híbridas y agrotóxicos impuesto por las grandes agencias mundiales y por las instituciones públicas que funcionaban como importantes agencias de publicidad para ese modelo), los cultivos transgénicos vienen a potenciar ese dominio empresarial sobre los sistemas agroalimentarios y la dependencia de las semillas y de los agrotóxicos en una escala sin precedentes, incorporando con más fuerza la propiedad privada de las semillas que son la base de la soberanía alimentaria.
Es así como los transgénicos, agrotóxicos y el latifundismo se articulan como bases centrales para el modelo del agronegocio.
C.MPA: ¿Qué problemas pueden generar los transgénicos en la salud de la población y en la naturaleza?
AF: En los últimos años se han demostrado más fuertemente los efectos negativos de los alimentos y cultivos transgénicos. La llegada de las llamadas «super hierbas dañinas» que son resistentes al herbicida glifosato y de las «super plagas» resistentes a las toxinas bacterianas incorporados a los cultivos transgénicos como el Bt (Bacillus thuringiensis), son sólo un ejemplo del impacto de esta biotecnología sobre la biodiversidad, además de la relación directa que existe entre los cultivos transgénicos y un mayor uso de agrotóxicos, principalmente el glifosato. Estos elementos demuestran la falsedad de la propuesta transgénica que prometía que «reducir el uso de agrotóxicos.»
Los efectos de los alimentos sobre la salud también se han puesto de manifiesto más claramente en los últimos años, con los resultados de una investigación francesa de larga data en la que la presencia de tumores y problemas hepato-renales y endócrinos fueron la consecuencia de la alimentación con maíz transgénico. Como consecuencia de los resultados de esta investigación la población mundial expresó su rechazo a estos alimentos. Sin embargo, la investigación también mostró la dominación trasnacional sobre los sistemas de investigación que limitan el derecho a la información y a la alimentación sana de la población. Además de los daños a la salud, el desarrollo de alergias y la resistencia a los antibióticos son las enfermedades relacionadas con el consumo de alimentos transgénicos.
Una de las consecuencias más graves de este modelo improductivo, es el desalojo masivo de comunidades indígenas y campesinas, que están siendo expulsadas por los grandes terratenientes que implementan los paquetes de tecnología transgénica. Así también la dominación económica que se desarrolla en torno a este modelo ha provocado una crisis en las comunidades campesinas de la India, donde las deudas contraídas por los agricultores que utilizan semillas transgénicas generan una ola de suicidios que muestran cuáles son los intereses perversos del capital transnacional. Del mismo modo, estos poderosos intereses económicos atacan la soberanía de los pueblos, tal y como aconteció en Paraguay, donde Monsanto junto con los terratenientes se aliaron para materializar un golpe de Estado contra el presidente Lugo.
Todos estos elementos muestran la magnitud de la dominación del agronegocio mundial, que nunca ha sido una propuesta productiva como las estrategias publicitarias de las empresas quieren presentarla, por el contrario, sólo trata de aumentar la dominación bioimperial del capitalismo sobre el derecho a la alimentación.
C.MPA : ¿Cuáles serían las alternativas frente al modelo actual?
AF: Las alternativas siempre han resistido y surgen de la base cultural, política y territorial de los pueblos campesinos e indígenas que vienen soportando las agresiones del modelo del agronegocio y han protegido las semillas nativas, luchando por el rescate de las tierras y manteniendo prácticas y conocimientos tradicionales . El reto de hoy es pasar de la resistencia, articulando todas las experiencias, para una propuesta colectiva que reúna no sólo las iniciativas históricas sino también una serie de innovaciones tecnológicas que sirvan de vínculo y mecanismo para la transición del modelo del agronegocio a otro más justo, sano y soberano. En Venezuela estas nuevas propuestas que dialogan con los conocimientos tradicionales y los traen a las condiciones actuales de los sistemas agrícolas, se llaman Agroecología y unen no sólo las prácticas agrícolas, sino también el comercio justo y local, el procesamiento, las políticas públicas y la lucha política por la soberanía alimentaria.
C.MPA : Qué evaluación hacen ustedes de la agroecología? ¿Qué experiencias existen en Venezuela?
AF: En el contexto de la Revolución Bolivariana en Venezuela se han tomado medidas importantes para consolidar la propuesta agroecológica desde la perspectiva política, técnica y cultural. Hay una red de laboratorios de bioinsumos para la producción de controladores biológicos y biofertilizantes, muchos de ellos administrados por las organizaciones campesinas que forman parte del acuerdo Cuba-Venezuela. La recuperación de las tierras de los terratenientes fuertemente motivado por la Ley de Tierras y Desarrollo Agrícola es uno de los elementos claves para la agroecología en el país. La existencia tanto de diversos programas de formación universitaria (Universidad Bolivariana de Venezuela y el Instituto Latinoamericano de Agroecología Paulo Freire, IALA) como de los programas de fortalecimiento de las prácticas productivas a través de talleres, conferencias y otras metodologías son fundamentales para garantizar la formación de cuadros en agroecología.
Todas estas iniciativas y muchas otras, muestran algunos de los avances, aún así, la estructura nacional sigue siendo alienada con la lógica del modelo agro-industrial, y eso hace necesario calificar y fortalecer las iniciativas agroecológicas que ya existen para que puedan servir de base para el modelo productivo del país. Por lo tanto, los temas más críticos son: la dependencia de semillas importadas, uso de pesticidas y la lucha contra el latifundio, porque incluso los grandes avances logrados hasta la fecha también han matado a más de 200 campesinos cuyos asesinos son pagados por los latifundiarios. Así, un gran desafío para la agroecología es terminar con la impunidad y eliminar la violencia terrateniente. En ambos aspectos, la Revolución del Movimiento por la Vida y la Paz ha comenzado recientemente un trabajo que acusa al agronegocio como uno de los agentes importantes de todas las formas de violencia en el país y, en consecuencia, la propuesta de la agroecología es una de las opciones para asegurar la paz.
C.MPA: ¿Cuál es la importancia del trabajo conjunto de la «Campaña Venezuela libre de Transgénicos» con la «Campaña Continental contra los agrotóxicos y por la vida»?
AF: Para la «Campaña Venezuela libre de transgénicos» es imprescindible trabajar junto con la «Campaña Continental contra los Agrotóxicos y por la Vida», considerando ese vínculo como una articulación que no sólo permitirá visibilizar la experiencia continental y revelar los agentes transnacionales y las formas en que operan, sino también ofrecer oportunidades para poner en práctica experiencias alternativas que ayuden a construir esquemas de integración de América Latina que actualmente se hacen y que deberían contribuir a una nueva geopolítica de escala regional y global, en la que el agronegocio es uno de los principales elementos de dominación.
Por lo tanto, el avance en la integración latinoamericana por la soberanía alimentaria y sin agrotóxicos ni transgénicos, es uno de los legados del Comandante Chávez que estamos comprometidos a consolidar desde la campaña.
*Ana Félicien es miembro de la coordinación de la Campaña Nacional de Venezuela libre de Transgénicos y del Frente Itinerante de debate de Agroecología