Pasaron cuatro desde que el comandante Comandante Chávez diera el discurso recordado como Golpe de Timón. Habían pasado pocos días desde su victoria electoral, el aguacero, los millones de votos, la alegría de un pueblo. En ese escenario, y ante la pronta partida a Cuba, fue que sentó a todo su gabinete, y, transmitido por televisión para el pueblo, dio las grandes orientaciones estratégicas para hacer de la revolución una revolución con la gente, con la mayoría toda.
El primer punto planteado fue el marco conceptual desde el cual pensar las políticas de Gobierno: El patrón de medición de los logros socialistas es: hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general. Esto es atacar uno de los grandes males de la revolución: la ineficiencia, la falta de control, seguimiento y continuidad más allá de las definiciones.
Aportar al control social y la autogestión general, en esa dirección, que en lenguaje marino se dice gobernar, debían ir todas las medidas. Para aportar a la construcción concreta del socialismo bolivariano, sintetizado en una forma central: el empoderamiento del pueblo, el poder de la gente, comuna y toda forma plural, diversa y democrática de empoderamiento democrático, espacios donde el pueblo pudiera retomar poder político, económico, cultural, sobre todas y cada una de las áreas de la vida. Comuna o nada afirmó ese día, como una consigna orientadora del necesario camino para salir de la sociedad capitalista, construir el nuevo país en los territorios.
Se trató, en ese discurso, de la urgente tarea de avanzar en la democratización profunda de la política y la economía, romper con visiones que priorizaban la centralidad del Estado y los acuerdos con la burguesía, antes que el traspaso de poder al pueblo. Un combate contra una visión de la revolución reacia a la profundización, al protagonismo popular protagónico, la ruptura del orden económico petrolero dependiente. Ese día dio claves centrales, planteó -y por eso el nombre de Golpe de Timón- la necesidad de rectificar la dirección en la cual se estaba yendo.
Cuatro años después pensamos que las orientaciones allí planteadas guardan absoluta vigencia y urgencia. Ante la brutal arremetida de una guerra de cuarta generación y la complicidad interna de sectores burocráticos y corruptos, vemos imprescindible empujar las líneas dejadas como último mensaje por nuestro Comandante Chávez. Esto es una tarea de la dirección de la revolución, pero también y sobre todo de todo el movimiento chavista: comunas, mujeres, colectivos, juventud, artistas, intelectuales, clase media, sexo-diversidad, etc.
Las trasformaciones democráticas que queremos impulsar demandas necesariamente de la participación protagónica de toda la gente, ese es el llamado que nos hizo Chávez. Necesario es entonces construir esas líneas, profundizar lo hecho, hacer, como nos indicó, irreversible el proyecto bolivariano en Venezuela. En eso estamos trabajando, no solo nosotros sino muchos, debemos continuar, hacer más y mejor, encauzar la revolución en la dirección del Golpe de Timón. Se nos va el futuro en ello.
¡SOBERANÍA, INDEPENDENCIA Y DEMOCRACIA REVOLUCIONARIA!
¡POR UNA REVOLUCIÓN ÉTICA Y PRODUCTIVA!
¡CREAR, FORMAR, MOVILIZAR PODER POPULAR!
Coordinación Nacional de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora, y Frente Patriótico Hugo Chávez.