17 de Junio de 2011
La Vía Campesina – ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS 2 de junio del 2011 – Nueva York, NY
La Vía Campesina reconoce el 2012 como un punto significante para la humanidad y para la vida. Hasta ahora, lo que hemos escuchado en los debates sobre la economía verde no es un esfuerzo para definir lo qué es. Más que nada, vemos una lucha sobre cómo seguir privatizando e incorporar al mercado libre mundial a la Madre Tierra y sus sistemas ambientales y recursos naturales, todo bajo el pretexto del desarrollo. El resultado significará la diferencia entre por un lado la pobreza, la hambruna y el crecimiento de la inequidad, y por otro lado una sustentabilidad mundial verdadera, el desarrollo humano y en si vida en nuestro planeta. Les recordamos a todos aquí presente que mientras nos acercamos a Río+20, los campesinos y agricultores familiares quienes están en la primera línea de los desastres climáticos y conflictos de recursos se tienen que reconocer como una solución clave ya en la práctica ante esta crisis multidimensional.
No se puede enfatizar lo suficiente que no se trata de una crisis de ciclos económicos. Lo que enfrentamos es una crisis estructural profunda cual requiere soluciones que no perpetúan los patrones de producción y consumo o que no reproduzcan los mismos mecanismos y enfoques que nos condujeron a este punto. Ya no nos podemos dar el lujo, ni puede sostener este planeta, de una trayectoria de crecimiento basado en las mismas imperativas económicas de la maximización de ganancias. Hacerlo significaría seguir un camino hacia el suicidio colectivo impuesto por los que se benefician del modelo industrial de producción y consumo del sistema económico actual y los que ahora buscan sacar ganancia del colapso ambiental que ellos mismos han causado.
Advertimos a gobiernos y a los pueblos del mundo, como movimientos campesinos e indígenas lo hemos hecho desde Río ’92, que mucho de lo que se propone como el desarrollo sustentable, ahora a través de la llamada economía verde, es una distorsión de los hechos y desinformación de la industria privada para seguir con altos niveles de contaminación y crecientes niveles de producción industrial y sobre-consumo generados en los países más ricos. La sociedad civil mundial y los funcionarios públicos tienen que criticar y hacer frente a las propuestas de corporaciones trasnacionales e industrias que al final solamente son responsables de aumentar sus ganancias para asegurar su propia existencia.
Se confirma esto cuando nos dicen que hay mucho potencial económico en promover una “economía verde”. Para nosotros, esto significa que las corporaciones trasnacionales, como Monsanto, Cargill, Syngenta, y los ricos del mundo se beneficiarán mientras que los pobres se quedan atrapados en el camino destructivo de la crisis climática, igual que la mayoría de la gente no podrá pagar precios más altos por alimentos, comunidades seguirán siendo desplazadas de sus tierras por la producción de agrocombustibles, y los que se ven forzados entrar a los flujos de migración hacia los centros urbanos solamente encontraran latos niveles de explotación, discriminación y carencia de empleo.
Los mecanismos de desarrollo limpio y las tecnologías verdes que se están proponiendo no cambiarán los niveles insustentables de producción y consumo. En cambio, estas falsas soluciones sólo transferirán el costo de la contaminación a los sistemas ambientales de la Tierra y los pobres del mundo. Solamente se crearán nuevas burbujas especulativas basadas en los servicios ambientales y los recursos naturales que sólo incrementan la inestabilidad de nuestras economías y harán poco para detener el agravamiento de la crisis climática.
Nuestra preocupación se amplifica cuando vemos que se continuara el esfuerzo de convertir la pequeña agricultura campesina en actividad de pequeño empresario con el uso intensivo de capital. No se construye una economía sustentable reemplazando los insumos y transformando la agricultura ecológica campesina con esquemas de mitigación climática y reducción de pobreza que implementan “tecnologías y técnicas” que podrían impactar aún más la salud y el medio ambiente, mientras dejan intacto el régimen alimentario corporativo y el control de las corporaciones trasnacionales sobre la producción y reproducción de la vida. Ejemplo de éste control es la implementación de semillas transgénicas y otras biotecnologías cuando de hecho, se ha comprobado que las practicas agroecológicas y las semillas nativas campesinas hacen los suelos y las semillas más resistentes al cambio climático. No estamos interesados en el capitalismo verde, disfrazado como el desarrollo sustentable.
Entendemos que la reducción de la pobreza y la desigualdad, particularmente el impacto sobre campesinos, agricultores familiares de pequeña escala y los pobres rurales, no se puede abordar con soluciones de “una talla para todos”. Sin embargo, esto no se debe manifestar en un permiso y apoyo de actuales niveles de producción y contaminación de los países industrializados que podrían influenciar el proceso hacia Río+20 a costa del resto de los países en vías de desarrollo y los pobres.
Cualquier desarrollo económico que busca ser sustentable y verde debe tener sus raíces en la Tierra con los millones de campesinos y agricultores familiares de pequeña escala que alimentan una mayor parte de los pobres del mundo, y las comunidades urbanas marginalizadas que están buscando alternativas al sistema alimentario corporativo. Es en ellos que encontramos las millones de soluciones a la crisis multidimensional que enfrentamos hoy. Por ejemplo, se estima que la agricultura campesina sustentable de los agricultores familiares y las comunidades indígenas podrían reducir hasta el 75% de emisiones globales de gases de efecto invernadero a través de la biodiversidad, la captura de materia orgánica en el suelo, producción diversificada de pequeña escala de carnes, expansión de mercados locales, protección y manejo de bosques.
La soberanía alimentaria, el derecho a la tierra para la producción agroecológica, la recuperación de territorios indígenas, el derecho de acceso al agua como un derecho social y humano sobre las necesidades de producción industrial, el derecho del uso libre, la conservación y el intercambio de semillas, la promoción de mercados locales, estas son condiciones indispensables para que los agricultores campesinos y familiares y comunidades indígenas puedan seguir alimentando al mundo y de manera positiva abordar nuestra crisis climática. Éstas deben formar la base del desarrollo sustentable y de un sistema económico nuevo.
Finalmente, no es aceptable, y llamamos a los países y la sociedad civil oponerse y denunciar el uso de Río+20 como plataforma para implementar procesos no-democráticos y deslegitimados, como el de la OMC, y acuerdos frustrados, como el Acuerdo sobre la Agricultura, bajo el disfraz del desarrollo sustentable. Les recordamos a las instituciones como el Banco Mundial, la OMC, y corporaciones trasnacionales fuera de la agricultura y nuestra Madre Tierra.