Hace más de 26 años que las poblaciones afectadas por represas em Brasil vienen organizándose como entidad nacional en el Movimiento de los Afectados por Represas – MAB, en virtud de las contradicciones del modelo implementado en la generación de energía eléctrica, que historicamente ha negado los derechos a los y las afectados y afectadas.
Al profundizar el análisis, comprendemos que el actual modelo busca incesantemente apropiarse de las riquezas del pueblo brasileño (agua, energía, petróleo), en una alianza entre capital financiero y productivo, para la absoluta entrega de estas riquezas a las grandes empresas privadas internacionales con el objetivo de ganancias. De esa forma, la energía se tornó una mercancía, proporcionando lucros extraordinarios a las empresas, por medio de las altas tarifas cobradas de la sociedad, y en donde la negación de los derechos a las famílias afectadas es una forma más de obtener ganancias. Al estudiar el sector, comprovamos que las mujeres son las principales víctimas de este modelo.
Las afectadas por represas precisan enfrentar, además de la sociedad patriarcal y las desigualdades sociales, los impactos del modelo energético implementado em los territorios – antes, durante y después de las obras.
El relatório de la Comisión Especial “Atingidos/as por Barragens”, do Conselho de Defesa dos Direitos da Pessoa Humana (CDDPH), de 2010, indica que hay un patrón de violación de 16 derechos humanos que derivan de todo el proceso de construcción de las represas. Estas violaciones afectan de forma particularmente grave a las mujeres, ya que “encuentran mayores obstáculos para la recomposición de sus medios y modos de vida; (…) en general, no han sido consideradas en sus aspectos específicos y dificultades particulares”.
Foto: Maxwell Vilela/Jornalistas Livres
La experiencia acumulada nos hace afirmar que los impactos se manifiestan en varias esferas de la vida de las mujeres, como:
Uno de los factores de violación de los derechos de las mujeres afectadas es relativo al no-reconocimiento del trabajo. Por ejemplo, en el caso de la construcción de la represa de Itá/RS, en 1987, al calcular la indemnización para las afectadas por su fuerza de trabajo, fue considerada 20% menos que la del hombre. Esto se agraba para la relación estabelecida entre personas de edad avanzada, cuando la fuerza de la mujer equivale a 75% de la masculina. Actualmente, la situación es tan emblemática y profunda y regresó tanto, que fue extinguida esa discusión sobre la fuerza de trabajo del hombre y de la mujer.
Otra situación vivida con frecuencia por las afectadas está relacionada com la perdida del trabajo generador de ingresos.
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Participacion Política: descualificación de las mujeres como sujetos de derechos, no reconocimiento de la voz de las mujeres en espacios deliberativos (reuniones de negociación), ausencia de servicios que permitan a las mujeres acceder el espacio público, tales como guarderías y transporte;
La participación de las mujeres en los procesos de negociación con las represas es reduzida, sea por el patriarcado que impone que ese es un lugar masculino, sea por la postura machista de las empresas, que eligen los hombres como más legítimos para representar a las comunidades.
Las constructoras reproduzen de manera brutal el patriarcado y la violencia de género al negarse a escuchar a las mujeres, al aprovecharse de la vulnerabilidad social para establecer mecanismos de chantaje y presión, al no reconocerlas como portadora de derechos.
Son recurrentes los casos de utilización de mecanismos de coerción diciendo que ellas son responsábles por el buen andamiento de las negociaciones, obligando a las mujeres a convencer todos los miembros de la família a aceptar la carta de crédito como la mejor y más rápida alternativa frente a la amenaza de la obra. Las empresas argumentan que es necesario que las cuestiones sean resolvidas de forma inmediata e individual. Que la discusión colectiva no lleva a nada.
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Perdida de los lazos comunitarios que son destruídos, por ejemplo, la destrucción de la red de solidaridad, cuidado con hijos, ancianos, entre outros.
La desestructuración familiar provocada por las represas penaliza más a las mujeres, puesto que a ellas, historicamente, recae la responsabilidad del bien-estar de la família. Eso se suma al hecho de que la quiebra de los vínculos con la comunidad afecta toda una red de solidaridad y confianza comunitaria construída.
Es recurrente sobretodo a las mujeres que no les guste el nuevo lugar de la vivienda porque no fueron consultadas. Es una imposición de las empresas el tamaño de la casa, las divisiones internas, faltando quintal o un lugar apropiado para el trabajo urbano, lo que lleva a la falta de sentimiento de pertenencia a aquel nuevo ambiente y las demás localidades de vivencia.
La experiencia histórica ha comprovado la existencia de una industria de la prostitución en la construcción de represas. Fueron identificados casos en Campos Novos/SC, en Fumaça/MG, Cana Brava/GO, Estreito/TO, en las centrales hidroelétricas em Rondonia, entre otros. Inclusive en 2011, la Plataforma Dhesca Brasil denunció la existencia de una “tarjeta de fidelidad” en Jirau, en él la constructora aportaba mensualmente valores de hasta $600,00, para “empleados que no faltan, no se enferman, no piden vacaciones y no visitan a la familia”, que era ampliamente utilizado en clubes ligados a la prostitución.
La misma situación se repitió en Altamira, en Pará, municipio afectado por la represa de Belo Monte. Entre 2012/2014 fue realizado un estudio denominado “Enfrentamiento de la violencia sexual contra niños y adolescentes en el municipio de Altamira”, bajo encomienda de la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República en colaboración con la UFPA, donde se constató que los alicientes que explotan mujeres, adolescentes, travestis e indios aceptaban vale-alimentación como forma de pago por los servicios sexuales.
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Acceso a políticas públicas: con el hinchazón de la población provocado por la represa, el acceso a servicios públicos (salúd, educación, transporte, seguridad), que normalmente ya eran precarios, se tornan más difíciles.
En Brasil ya existe una dificultad estructural de accesar las políticas públicas, pero eso se agrava en la construcción de las represas, porque no hay un entendimiento entre el papel destinado a las empresas privadas y el papel del Estado. En muchos casos, lo que se verifica es un empeoramiento de las condiciones de vida de la población local. Las mujeres, que son obligadas a la “tarea del cuidado”, precisam pasar noches enteras en filas para garantizar un cupo y que en su gran mayoría son muy limitadas frente a la demanda colocada. En muchos reasentamientos organizados por los consorcios, no son organizados espacios de vivencia colectiva, escuelas, puestos de salúd, dificultando sobretodo la vida de las mujeres que precisam deslocarse para los centros de las ciudades próximas para tener acceso.
Muchos son los relatos de familias que tenían acceso directo al agua de los ríos, son desplazadas para regiones en que hay dificultad de accederla, inclusive hasta para cocinar.
Colectivo de Mujeres del MAB
Frente a esta realidad, el MAB ha realizado un esfuerzo en la organización y afirmación del Colectivo de Gênero, con la propuesta de construír la auto organización de las mujeres, desde el nivel nacional, con la participación de las mujeres que actuan en la coordinación nacional con estudios y planificación, y en los estados, mediante la multiplicación de los debates involucrando las mujeres de las direcciones estaduales y las mujeres que participan de los grupos de base. Al mismo tiempo, expandiendo la articulación y proponiendo luchas específicas de las mujeres en la búsqueda por la efectivación de políticas públicas en conjunto con outros sectores de la sociedad, construyendo, así, experiencias de emancipación de las mujeres y el fortalecimiento de la organización de las poblaciones afectadas como un todo.
Asociado a eso, el movimiento ha desarrollado espacios para el cuidado de los niños (Cirandas Infantiles) y ha avanzado en la cualificación de estos como espacios educativos, para permitir que las mujeres puedan participar de todos los espacios del MAB.
Foto: Lucas Bois/Jornalistas Livres
Arpilleras
Con la decisión de dar intencionalidad al trabajo de organización y formación de las mujeres adoptamos desde 2013 la metodología de construcción de arpilleras. Trata-se de una técnica de bordado utilizada por mujeres chilenas como herramienta de denuncia durante la dictadura militar [1973-1990]. Reunidas en las periferias de Santiago, capital de Chile, las mujeres creaban narrativas en pedazos de estopa con las ropas de sus esposos e hijos desaparecidos para denunciar las arbitrariedades del régimen comandado por Augusto Pinochet.
Con este mismo sentido político, retomamos esa técnica para que nosotras, afectadas por represas, pudiéramos expresar con aguja, hilo y retazos las violaciones de derechos que sufrimos en el proceso de construcción de las represas.
Construídas de forma colectiva en encuentros de mujeres en todas las regiones del país, las Arpilleras del MAB fueron esenciales para animar a las mujeres a participar del movimiento, además de ser un instrumento de formación política. Al todo fueron más de 150 encuentros, con más de 1000 mujeres que producieron aproximadamente 200 arpilleras que siguen siendo replicadas. En 2015, realizamos una exposición com 25 piezas durante un mês en el Memorial de América Latina en São Paulo. Ya en 2016 realizamos una exposición en Belém con 17 piezas durante 45 días, que retrataban la realidad de la región amazónica. Ahora, en 2017, estamos construyendo una nueva exposición en Rio de Janeiro con temas de la coyuntura que han impactado sobretodo la vida de las mujeres.
Esa herramienta de denuncia y empoderamiento femenino sirvió como hilo narrativo para la construcción de un documental “Arpilleras: atingidas por barragens bordando a resistência”, en el cual 10 mujeres de las 5 regiones de Brasil simbolicamente representan cada afectada por represa y bordan en una estopa, a partir de su historia, singular y colectiva, formando un mosaico multifacético de relatos de dolor y superación causados por la construcción de represas en el país. https://youtu.be/N-Q3hRtcwiM
Desafíos
En esa construcción, por fin, identificamos que son muchos los desafíos, sobretodo frente a la coyuntura agravada de golpe y retrocesos que estamos viviendo. Así, apuntamos a la necesidad de:
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Las mujeres afectadas apropiarse del tema y análisis sobre la cuestión energética apuntando el proyecto energético popular como alternativo a ese modelo;
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Profundizar los estudios sobre la realidad de las afectadas, del modelo de sociedad, del patriarcado y la necesidad de la construcción de un proyecto pautado em nuevas relaciones de género;
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Construcción y cualificación de las pautas reivindicatorias para alcanzar programas y políticas públicas para la generación de trabajo e ingresos para las mujeres;
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Intensificar el proceso de articulación de las mujeres afectadas con las mujeres de otras organizaciones, prioritariamente de la Plataforma Operaria y Campesina de la Energía;
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Como afectadas por represas, sabemos que la actual coyuntura de retroceso democrático que estamos viviendo en Brasil violará más aún los derechos de las poblaciones afectadas y a nosotras mujeres principalmente, aumentando el precio de la energía eléctrica, del combustible y del gás, ampliando el costo de vida, la sobrecarga de trabajo y aumentando la criminalización sobre las que luchan y resisten.
Nuestra tarea es organizar a todas las afectadas por represas en Brasil mostrando las contradicciones de esta sociedad. Si de un lado las empresas y gobiernos adoptan el principio de la mercantilización del agua, de la energía, de la vida de las personas, las mujeres afectadas adoptan el princípio de la vida, del bien común, que el água y la energía no son mercancías, son elementos de soberanía, de la generación de la riqueza y de distribución sobre el control popular.