Declaración de Brasilia

I.- Introducción
 
Las y los participantes de la Conferencia venimos recorriendo un largo camino de construcción colectiva en nuestra lucha por la tierra y los territorios durante los últimos años que con fuertes raíces en nuestras realidades locales ha tenido hitos en este tejido que se han expresado en diferentes Encuentros que van construyendo nuestra historia y nuestra memoria colectiva y que creemos importante remarcar:
 
En la Conferencia CIRADR en marzo del 2006 logramos poner nuevamente en debate la necesidad de la Reforma Agraria Integral y sentar las bases para retomar la continuidad de estas luchas a nivel latinoamericano. Esta Conferencia determinó el compromiso de “Establecer una plataforma duradera a nivel global, regional, nacional y local para institucionalizar el diálogo social, la cooperación, el seguimiento y la evaluación de los avances en la reforma agraria y el desarrollo rural”.
 
La Conferencia de Nyeleni en febrero del 2007 que reafirmó a la Soberanía Alimentaria como base política de la lucha de campesinas y campesinos, pueblos indígenas, pescadoras y pescadores artesanales, trabajadoras y trabajadores rurales, mujeres, agricultores familiares, pastores y recolectoras y recolectores que fortalecimos allí nuestra comprensión de la misma y profundizamos al mismo tiempo su potencial transformador. Allí nos comprometimos a continuar luchando para que “… exista una verdadera reforma agraria integral que garantice a los campesinos plenos derechos sobre la tierra, defienda y recupere los territorios de los pueblos indígenas, garantice a las comunidades pesqueras el acceso y el control de las zonas de pesca y ecosistemas, que reconozca el acceso y el control de las tierras, de las rutas de migración de pastoreo, que garantice empleos dignos con sueldos justos y derechos laborales para todo los trabajadores, y un futuro para los jóvenes del campo, donde las reformas agrarias revitalicen la interdependencia entre productores y consumidores, garanticen la supervivencia de la comunidad, la justicia económica y social, la sostenibilidad ecológica y el respeto por la autonomía local y la gobernanza con igualdad de derechos para las mujeres y los hombres … donde se garantice el derecho a los territorios y a la autodeterminación de nuestros pueblos”
 
En esta misma ciudad donde realizáramos la Primera Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria por los derechos y la Vida en abril del 2008 planteamos con mucha fuerza nuestra posición frente a las nuevas amenazas que emergían, que fueron ratificadas recientemente en la Segunda Conferencia Especial en Panamá: “Rechazamos la concentración de la tierra, bosques y agua de los pueblos en manos de las multinacionales, lo que conduce a una guerra por los alimentos y abre la posibilidad del control político sobre las naciones. La mercantilización de la tierra impulsada por el Banco Mundial, que ha dado como resultado una vez más la concentración y la extranjerización de la tierra, es una de las mayores causas de la expulsión de campesinos y pueblos indígenas de sus tierras y territorios. Asimismo, las comunidades de pescadores artesanales son expulsadas de las zonas costeras y ven sus derechos limitados sobre las zonas marítimas. La tierra y los océanos, además de ser medios de reproducción, son espacios y ambientes de vida, de culturas y emotividad, de identidad y espiritualidad. Por lo mismo, no son mercancías, sino componentes fundamentales para la vida, a los cuales se accede por derecho, de manera inalienable e imprescriptible”.
 
Hace apenas un mes en la Conferencia de Cochabamba se planteó con claridad los límites del capitalismo y su acción depredadora sobre la Madre Tierra sentando las bases para un nuevo modelo de vinculación de los seres humanos con la naturaleza. En el Acuerdo de los Pueblos planteamos que: “El inmenso desafío que enfrentamos como humanidad para detener el calentamiento global y enfriar el planeta sólo se logrará llevando adelante una profunda transformación en la agricultura hacia un modelo sustentable de producción agrícola campesino e indígena/originario, y otros modelos y prácticas ancestrales ecológicas que contribuyan a solucionar el problema del cambio climático y aseguren la Soberanía Alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua y la producción de alimentos, garantizando, a través de una producción en armonía con la Madre Tierra, local y culturalmente apropiada, el acceso de los pueblos a alimentos suficientes, variados y nutritivos en complementación con la Madre Tierra y profundizando la producción autónoma (participativa, comunitaria y compartida) de cada nación y pueblo”.
 
Todos estos debates y nuestras propuestas han permitido que hoy en día la problemática del acaparamiento y apropiación de nuestras tierras y territorios sea escuchada por la FAO y gobiernos. Confluimos a esta Consulta para una vez más compartir nuestras preocupaciones y visiones para hacerle frente a los problemas que sufren nuestros pueblos, analizar con detenimiento las causas de los mismos y formular propuestas para las directrices que de manera terminante sostenemos que no deben ser voluntarias sino vinculantes. Únicamente partiendo del establecimiento de normas de cumplimiento obligatorio se logrará dar una respuesta a los graves problemas que hoy amenazan la vida de millones de habitantes del mundo rural en nuestro continente y garantizar la soberanía de nuestros pueblos.
 
II.- Marco General
 
1. La problemática de la Tenencia de la Tierra, los Territorios, los Bienes Naturales y el Mar
 
Todos los participantes, pueblos indígenas, campesinas y campesinos, asalariadas y asalariados rurales, pescadoras y pescadores artesanales, agricultoras y agricultores familiares, mujeres y jóvenes constatamos y compartimos el profundo retroceso en la situación de la tenencia de la tierra y los territorios en nuestro continente.
 
Todos los sectores vemos como se está produciendo una profundo avance de grandes corporaciones sobre las tierras y territorios expulsando a las familias, destruyendo la cultura y la identidad de nuestros pueblos y acabando con nuestros bosques, praderas, páramos, manglares y demás ecosistemas que nos sostienen.
 
Por un lado hemos identificado claramente al Agronegocio con sus monocultivos transgénicos, sus plantaciones forestales y su modelo de producción intensiva e industrial contaminante como uno de los principales enemigos de nuestros pueblos a través de la ocupación de nuestros territorios, la destrucción de nuestros medios de subsistencia, el desplazamiento forzado y la contaminación masiva de nuestros suelos, aguas y aire.
 
Este modelo de concentración corporativa es el que también desplaza a los asalariados rurales que ya no encuentran espacio para continuar sus actividades dentro de un modelo de agricultura industrial que cada vez emplea menos mano de obra.
 
Por otro lado las corporaciones mineras que llegan para saquear nuestros territorios son también las responsables de la expulsión de millones de personas y de la destrucción de inmensos territorios naturales que han sido históricamente fuente de nuestro sustento y culturas.
 
Este mismo fenómeno se repite para los pescadores y pescadoras artesanales que sufren el impacto de la depredación producida por la pesca industrial, la destrucción de los ecosistemas como el manglar que por siglos los ha alimentado, la instalación de mega emprendimientos turísticos y la ocupación territorial del mar por medio de su privatización.
 
Todo este panorama se agrava por los mega proyectos de infraestructura que en el marco del IIRSA se extienden por toda América Latina abriendo aún más nuestras venas abiertas y profundizando este modelo extractivista que sin pausa sigue desangrando nuestro Continente. En ese mismo contexto las grandes mega represas que por miles se proyectan para las próximas décadas no harán más que profundizar la ocupación de territorios y el desplazamiento de comunidades para alimentar a las industrias contaminantes.
 
Al mismo tiempo las falsas soluciones que se ofrecen para los graves problemas del presente tales como la Crisis Climática a través de la creación de “mercados de carbono” no hace más que profundizar la crisis y avanzar en la mercantilización de toda la vida.
 
Los brutales procesos de urbanización fruto del desplazamiento involuntario de millones de personas, desde las áreas rurales, son también una de las amenazas que día a día agravan la situación en relación a la tierra y el agua en todo nuestro Continente.
 
Las mujeres, que han jugado un papel fundamental en la agricultura a lo largo de toda la historia de la humanidad, sufren doblemente esta problemática por ser un sector que históricamente han enfrentado situaciones de sometimiento y falta de reconocimiento.
 
Los jóvenes no encuentran hoy los estímulos, el apoyo económico y educativo para permanecer en el campo y por ello sufren doblemente la expulsión de sus territorios sin poder concretar sus deseos de continuar viviendo, creando vida y produciendo en su propio espacio.
 
La actual agudización del acaparamiento de tierras, de los océanos y de las masas de agua por parte de grupos económicos, empresas transnacionales y capitales especulativos es una de las agresiones más graves e inminentes que enfrentan los pueblos y su soberanía alimentaria. La extrema concentración y extranjerización de la tierra, agravadas por las actuales normas de libre comercio, atentan contra la biodiversidad vegetal y animal, contra las reformas agrarias y los procesos de reconstitución de los territorios indígenas.
 
Por último la criminalización de nuestras luchas, de la agricultura familiar, campesina e indígena y la persecución de miles de luchadores a lo largo de todo el Continente es una más de las graves amenazas que sufrimos los pueblos buscando silenciar nuestros reclamos y sostener la impunidad y el poder de las grandes corporaciones.
 
2. Las causas estructurales de esta problemática.
 
Afirmamos que el actual sistema capitalista de producción, a través de la mercantilización de la totalidad de nuestros medios de vida y la naturaleza es la raíz desde donde nace este modelo, que amenaza con arrasar con miles de años de creación de diversidad y cultura.
 
Este sistema que utiliza a la tierra y a la naturaleza como un objeto para lograr la producción de mercancías es la causa principal de esta problemática y sin cambiar este modo de relación, basado en el sometimiento y la explotación, no podremos salir del callejón sin salida al que este modelo nos ha llevado.
 
Creemos que unida a esta causa y respondiendo a las mismas razones se encuentra el sistema patriarcal de relacionamiento instalado en nuestras comunidades y en nuestra vida cotidiana que también ha convertido a la dominación y explotación entre las personas como la forma dominante de vinculación.
 
III. Nuestras Directrices
 
Las directrices que proponemos buscan responder a las causas estructurales que hemos enunciado y responder a las auténticas necesidades de nuestros pueblos. Las mismas deben basarse de manera integral en los siguientes principios:
 
1. Basadas en los Derechos Humanos y específicamente sobre el Derecho a la Vida y el Derecho Humano a la Alimentación.
2. En la Soberanía Alimentaria en los términos en que la hemos definido.
3. En una nueva Reforma Agraria Integral, participativa, de distribución de tierras, reconocimiento de territorios y protección de los Bienes Naturales.
4. En el Derecho de la Libre Determinación, Autonomía, el Consentimiento libre Previo e Informado
5. En los Derechos de la Madre Tierra.
6. En un sistema de producción alimentaria que mantenga la relación de armonía con la naturaleza y que se base en los conocimientos ancestrales de los pueblos, la agricultura campesina y la pesca artesanal.
7. Con libre circulación de las semillas y los conocimientos e impidiendo todo tipo de apropiación de ambos
8. En un uso sustentable y sostenible de las Tierras, Territorios y Bienes Naturales.
9. Con la participación plena y protagónica de las mujeres que con su sabiduría nos motorizan a avanzar hacia una sociedad con equidad de género.
10. Reconociendo el potencial creativo y transformador de los jóvenes apoyando su permanencia en el campo y estimulando su protagonismo.
11. Las Directrices no deben ser “voluntarias”, deben ser vinculantes u obligatorias.
 
Al mismo tiempo nos pronunciamos de manera terminante contra los siguientes procesos que amenazan cualquier tipo de avance en la dirección deseada:
 
12. La privatización y el acaparamiento de nuestras tierras, territorios, aguas, mares y el despojo de nuestros Bienes Naturales.
13. Las industrias extractivas, el agronegocio y el hidronegocio
14. El desalojo forzoso y el desplazamiento de nuestros pueblos.
15. La criminalización de nuestras luchas.
16. La degradación, contaminación y deforestación de nuestras tierras.
17. Los tratados de libre comercio, acuerdos de asociación y acuerdos de inversión.
18. Las falsas soluciones al cambio climático, explícitamente todas aquellas tecnologías y procesos que se están ofreciendo como soluciones de mercado (transgénicos, mercado de carbono, agrocombustibles, nanotecnología, geoingeniería, Semillas Terminator y similares)
 
Seguimos avanzando y defendiendo los Derechos de la Madre Tierra rescatando el espíritu de Cochabamba que habló al mundo diciendo que “debemos reconocer a la Madre Tierra como la fuente de la vida y forjar un nuevo sistema basado en los principios de:
· armonía y equilibrio entre todos y todas y con todo
· complementariedad, solidaridad, y equidad
· bienestar colectivo y satisfacción de las necesidades fundamentales de todos en armonía con la Madre Tierra
· respeto a los Derechos de la Madre Tierra y a los Derechos Humanos
· reconocimiento del ser humano por lo que es y no por lo que tiene
· eliminación de toda forma de colonialismo, imperialismo e intervencionismo
· paz entre los pueblos y con la Madre Tierra”
 
Únicamente asumiendo estos principios y estos deberes lograremos dar respuesta a los desafíos que estos tiempos nos plantean a los seres humanos frente a la Madre Tierra. Por nuestra parte nos comprometemos a continuar nuestra lucha en todos los ámbitos en defensa de la vida. Esperamos que la FAO y los gobiernos asuman sus obligaciones frente a estos desafíos o se atengan al juicio de la historia.
 
¡Globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza!
 
19 de mayo de 2010