Funes remueve su gabinete en claro desafío al pueblo que lo eligió como presidente y al FMLN, que lo llevó al poder, con acciones poco representativas de las esperanzas de la población y lejos del plan de gobierno del partido, actuando a favor de las transnacionales y el imperio.
Al asumir oficialmente el poder, el Presidente Funes pone en evidencia su postura ideológica, al no abrir de inmediato una embajada de Cuba en nuestro país, ni invitar un embajador de Venezuela, conformándose con un encargado de negocios.
Lamentablemente las acciones siguientes plasman políticas para tranquilizar y ganar el favor de quienes se opusieran a su elección desde la derecha, en lugar de cumplir con la opción preferencial por los pobres que lo eligieron y a lo que se comprometió de manera pública en su discurso de toma de posesión. Desde entonces es notoria la inclinación del presidente por un continuismo del modelo económico neoliberal, lo que se hace aún más evidente en sus recurrentes elogios para con Hillary Clinton, Secretaria de Estado de los Estados Unidos, a pesar del apoyo que este país y ella le dieran al golpe en Honduras.
Mandato popular
Es de hacer notar que esta actitud del Presidente no es solo contraria a su mandato popular y partidista, sino que es además innecesario y equivocado en la medida en que la victoria que se adjudica el pueblo en las elecciones que lo llevan a la Presidencia, crean en la derecha una crisis de la que no se puede levantar ARENA como partido político, al punto de encontrarse al borde de su autodestrucción como instrumento político-electoral que mantuvo a la derecha y al sector corporativo transnacional en el poder en los últimos 20 años.
En un contexto en el que la derecha entra en desbandada, el pueblo define un mandato popular para generar alternativas a las políticas neoliberales de despojo e inequidad y el FMLN se consolida como mayoría política para liderar una transformación a un modelo económico, los reacomodos del gran capital no requieren de mantener el partido ARENA como su opción política, porque cuentan con las políticas del Presidente Funes que se afana por tranquilizarlos, proteger sus intereses y hacerles mayores concesiones. Las decisiones del Gobierno actual debilitan al FMLN, excluyéndolo y desmovilizan al pueblo que depositó sus esperanzas en el Presidente de la izquierda popular para el cambio.
Las declaraciones de los líderes de la derecha aprovechan este espacio y exigen al presidente cambios más sustanciales en la dirección del modelo del «Libre Comercio» frente a los ministros de educación y de seguridad pública.
Por su parte el imperio sigue haciendo su fiesta: continúan empresas transnacionales como la Pacific Rim y Commerce Group, quienes en la actualidad tienen una demanda contra el Estado salvadoreño por no permitirles la explotación minera a cielo abierto, que resisten comunidades afectadas y organizaciones sociales y populares por su carácter destructivo y perjudicial.
Lugareños del Departamento de Cabañas (zona centro – norte de El Salvador) responsabilizan a estas empresas de la muerte de 3 ambientalistas de la zona, quienes constantemente se han opuesto a la explotación minera por la contaminación y la destrucción que estas causarán para el país. La solidaridad del mundo se ha movilizado en respaldo de estas comunidades y en contra de las transnacionales mineras. El Presidente de los pobres, debería haber tomado cartas en el asunto demostrando con hechos su compromiso con el pueblo frente al abuso de las transnacionales.
Con el débil argumento en respaldo a la generación de energía eléctrica como recurso indispensable, a toda costa y en condiciones inaceptables, el Gobierno autorizó la construcción de represas, iniciando en el oriente con la represa El Chaparral, como punta de lanza. En un momento en el que en el mundo entero se inician procesos de desmantelamiento de represas por el daño que causan, en El Salvador del Gobierno del FMLN, se aprueba su construcción que afecta a las comunidades aledañas, destruyendo el ecosistema de la zona.
Lamentablemente, el pueblo salvadoreño sigue y seguirá por este rumbo que ha asumido el Presidente Funes, sumergido en el mismo sistema económico, en el que los intereses del gran capital y las transnacionales siguen siendo protegidos a expensas de olvidar los cambios por los que ese mismo pueblo votó su mandato de transformación.
Las aspiraciones de los ciudadanos continúan vigentes y es el momento de defender la victoria y asegurar los cambios. El Presidente Funes debe saber que ganándose el favor de quienes lo rechazaron y rechazando a quienes lo apoyaron, ni conseguirá saciar la codicia transnacional que despoja y explota destruyendo la vida y generando la crisis económica y ecológica global, ni responderá a las esperanzas de un pueblo y de un partido que lo hicieron Presidente para servirles. El desafío está planteado: la agenda es con los pueblos, o en su contra.