Lunes 16 de Enero de 2012
Por Narciso Isa Conde
Un acuerdo entre la multinacional estadounidense MONSANTO y la empresa local EUROSUMINISTROS, destinado a comercializar y experimentar semillas transgénicas en nuestro país, fue firmado recientemente en el local de la Junta Agropecuaria Dominicana (JAD), en presencia de representantes del Ministerio del Agricultura. A seguidas José Miguel de Peña, presidente del “Cluster de Invernaderos”, informó al país que las exportaciones de frutas y vegetales a la Unión Europea podrían ser suspendidas, dadas las prohibiciones establecidas en la euro-zona al uso de ese tipo de semillas distribuidas por MONSANTO, como también a los productos químicos que esa empresa comercializa a nivel internacional. Específicamente Miguel de Peña aludió la comunicación enviada a esa entidad por la empresa francesa SIED S.A., advirtiendo que “si se comprueba que las semillas transgénicas de Monsanto entraron a los invernaderos del país, suspenderá las compras de tomate y pimentón morrón dominicanos” (El Nacional de Ahora, martes 3 de enero 2012, Pág. 4, “Uso de semillas podría afectar exportaciones”- Emilio Ortiz)
De inmediato, previendo las consecuencias de compartir ese nefasto acuerdo comercial, tanto la JAD como el Ministerio de Agricultura aclararon que esas instancias no están comprometidas con esa decisión. La JAD alegó que solo prestó su local y el referido Ministerio afirmó que era totalmente ajeno a ese convenio, pese a la presencia de dos de sus funcionarios en el acto de firma del mismo. Ambos alegatos lucen sumamente inconsistentes, aunque parecen estar obligados a recular o a simular. Más allá de afectar las exportaciones dominicanas a Europa. En realidad los perjuicios de ese paso van mucho más allá del tema de afectación de las exportaciones de frutos y vegetales a Europa; versión esta limitada a una lógica puramente empresarial, válida pero insuficiente. La presencia de MONSANTO, sus transgénicos y sus agroquímicos en el país, sobrepasan el daño a empresas nacionales productivas, a sus exportaciones y a las oportunidades de empleo que generan -hechos de por sí graves-, para abrir además las compuertas a una especie tragedia agropecuaria, sobre todo si se tienen en cuenta todas las consecuencias negativas de esa determinación.
¿Qué son las semillas transgénicas?
El centro de investigación conocido en El Salvador como “GRUPO MAIZ” define así este tipo de semillas y los procesos biogénicos aplicados a la agropecuaria: “Semillas que resisten los ataques de los insectos. Salmones que crecen más de lo normal y más rápido. Tomates que duran mas tiempos una vez cortados de la mata, vacas que producen mas leche, pollos que nacen sin plumas; nada de esto es obra de la naturaleza. Tampoco le estamos inventando.” “Estas plantas y animales, con cualidades fuera de lo normal, son producto de la manipulación de sus genes en los laboratorios. Es lo que se llama organismos genéticamente modificados (OMG) o, para abreviar, transgénicos.” “La ingeniería genética se ha desarrollado tanto que ahora se cruzan genes a organismos diferentes. Esta ciencia se ha ido más allá de lo que la naturaleza permite. Algunos lo llaman el génesis o la nueva creación en los laboratorios.” “El problema es que no se trata de algo que solamente se maneja en los laboratorios. Los inventos de ingeniería genética ya se están aplicando al mundo de la agricultura, la ganadería, la salud, etc.” “Un pequeño grupo de grandes empresas trasnacionales se ha apropiado de las tecnologías genética para producir y vender alimentos y aumentar sus ganancias.” “Ya no tenemos la seguridad de que todo lo que comemos cada día es fruto de la naturaleza.
¿Quién puede afirmar que solamente come productos naturales?
Es muy probable que ya estamos comiendo alimentos que provienen de productos manipulados genéticamente en los laboratorios y ni cuenta nos damos.” “De la era de la tecnología, de las comunicaciones y el Internet pasamos a la era biológica. Hemos entrado en lo que llaman “el siglo de la biotecnología”. Actualmente, los gobiernos de los países ricos y las empresas transnacionales ya no solo se disputan los recursos minerales, ahora, se trata de apropiarse y controlar los recursos biológicos.” “Los genes de los microorganismos de las plantas, de los animales, de todo ser que vive son “privatizados” y patentados. Porque quien posee estos recursos acumula poder.” “La ingeniería genética en manos de las transnacionalización tiene todo, menos ética. Apoderarse de los genes equivale a privatizar la vida. Se está llegando muy lejos y las consecuencias en nuestra salud y el medio ambiente pueden ser desastrosas.” “Si no nos creen, por lo menos créanle a personas tan competentes como George Wald, Premio Nobel de medicina, quien luego de afirmar lo evidente, que la naturaleza ha ido evolucionando latentemente hacia nuevas formas de vida, ahora con la manipulación genética los procesos se alteran y aceleran, y añade: “Todo esto es demasiado grande y esta pasando demasiado rápidamente. Y el problema central sigue sin ser considerado. Probablemente sea el problema ético mas grande al que se enfrenta la ciencia…reestructurar la naturaleza no era parte del trato. Pero proseguir en esta dirección no solo es imprudente, sino peligroso”.
¿Cuál es el peligro?
La ingeniería genética aplicada a los vegetales, animales y a los diversos alimentos humanos entraña serio riegos de salud y de vida, porque rompe con las leyes de la naturaleza. El traspaso de GENES de un organismo a otro, de una especie vegetal o animal a otra, puede producir serios trastornos, muchos de ellos de consecuencias impredecibles. Los transnacionales productores de semillas, alimentos y agroquímicos -entre ellos MONSANTO- usan la ingeniería genética para producir semillas estériles (que no se reproducen), semillas hibridas (que degeneran en cada cosecha), pollos pelones, vacas súper-lecheras, tomates resistentes al frío, soya, maíz, papas y otros cultivos resistentes a las plagas (porque le meten a las semillas bacterias que rechazan las plaga), pero que tienen efectos nocivos para la vida vegetal, animal y humana. Las semillas que ofertan esas corporaciones generan productos tóxicos y células cancerígenas; y, además, producen resultados descendentes en las cosechas, al tiempo que los productores nacionales quedan atados al suministro transnacional. Así las cosas, los cultivos transgénicos erosionan la seguridad alimentaria y la salud, en cuando consumimos productos dañinos a la integridad física y mental; y afectan la soberanía alimentaria, dado que las semillas transformadas y los secretos de la ingeniería alimentaria son propiedad exclusiva de las trasnacionales. Cinco monstruos trasnacionales Las grandes corporaciones de las semillas y los alimentos transgénicos son cinco: Montosanto y Dupont de EEUU, AstraZeneca de Inglaterra y Suecia, Novatis de Suiza y Aventis de Francia. Ellas dominan el 80% de la biología genética del mundo, el 60 % del mercado de plaguicidas, el 100% de semillas transgénicas y el 23 % del mercado de semillas naturales. En su dinámica empresarial predomina el afán de aumentar sus ganancias, sin importarles los efectos dañinos sobre la naturaleza, el ambiente y los seres humanos. Es falso que procuren resolver los problemas agrícolas y de alimentación de los pueblos: su móvil esencial es el lucro a como de lugar. Su política de comercialización, además, se caracteriza por vender paquetes completos, en los que semillas transgénicas se ofertan atadas a los fertilizantes, fungicidas y herbicidas, incluidos los nefastos “herbicidas plásticos” MONSANTO, por ejemplo, estuvo involucrada en la creación del llamado “agente Naranja”, usado por el Pentágono en la guerra de Vietnam para quemar enormes extensiones de cultivos y bosques, que a su vez provocaron la muerte de más de 400 mil vietnamitas junto a deformaciones y enfermedades terminales a muchos sobrevivientes y a sus descendientes. Amenaza criminal de alto rango. El anuncio del acuerdo entre MONSANTO y EUROSUMINISTRO, con el aval del Ministerio de Agricultura, es un hecho sumamente grave. Una amenaza de carácter criminal y genocida Además de controlar por esa vía de los procesos productivos agrícolas y pecuarios nacionales, el “imperialismo biológico” y sus “empresas tóxicas” están poniendo en riego la salud humana y la vida vegetal y animal en esta isla. La voracidad del gran capital en tiempo de crisis está a la vista. A los estragos de corporaciones mineras como BarricK Gold, Gold Corp, Unigold,…se le agrega ahora la amenaza que implica ese acuerdo con MONSANTO No tiene nada de alarmista esta denuncia. Es preciso detener a tiempo con la movilización popular y nacional ese ominoso proyecto comercial. Las familias campesinas, los productores nacionales (enfrentados a los efectos nocivos del TLCs y las mafias importadoras), la sociedad toda, están en el deber de reaccionar vigorosamente para derrotar estos funestos designios imperiales. ¡Si esas pretensiones avanzan, el daño será irreversible! Urge pararlas en seco.