«Creo que está claro que el intento de golpe en Ecuador no está aislado de la estrategia continental de Washington de la desestabilización de los procesos de cambio».
Tras el golpe de Estado en Honduras muchas voces apuntaban a que el próximo objetivo sería Ecuador. De hecho, a mediados del 2009, el presidente ecuatoriano Rafael Correa declaraba: “Después de Zelaya, el próximo soy yo”. Era pues, la “crónica de una muerte anunciada”, pero cuyo intento de magnicidio ha fracasado gracias al heroísmo del pueblo ecuatoriano, que salió a defender la democracia y a su presidente.
A pesar de que los sectores más rancios de los medios de comunicación y la política se empeñen en negar que hubo un intento de golpe de Estado (obviando “detalles” como el hecho de que el presidente Correa logró escaparse al Hospital Metropolitano y el coche en el que fue trasladado recibió 4 disparos de bala), la cuestión central desde ahora en Ecuador es cómo organizar las fuerzas populares para evitar los siguientes envites. Para ello hay que extraer lecciones, para Ecuador y para toda la región, sobre los últimos hechos acaecidos, los sectores sociales participantes y la forma de orquestación del intento de golpe.
Sabemos que no será el último. Si para algo ha servido lo ocurrido es para poner de manifiesto quiénes son los representantes del hegemonismo en Ecuador (tales como algunas organizaciones indígenas, respetables políticos y medios) y cómo actúan. Para ello hemos entrevistado a Luis Andrango, Presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras del Ecuador (Fenocin), para que relate en primera persona los acontecimientos previos al intento de golpe de Estado y la situación actual en el país.
Chispas.- En primer lugar, ya que usted vivió en primera persona los hechos, quisiera que explicara a los lectores qué ocurrió durante ese día.
Luis Andrango.- El 20 de septiembre, esa mañana inició una sublevación policial, promovida por grupos cercanos a la Asamblea Nacional y que habían manifestado su inconformidad con la Ley de Servicios Públicos, la cual eliminaba algunos de los bonos y apoyos económicos que tenía el grupo policial. Se producen algunos acontecimientos que hacen ver que no sólo se trata de una sublevación del sector policiaco, sino que estaba en marcha una intentona de golpe de Estado. Simultáneamente a la sublevación policial, un grupo reducido de militares cierran el aeropuerto internacional de Quito. A la misma hora las instituciones públicas del Estado pierden las comunicaciones telefónicas y de Internet quedando completamente aisladas las estancias estatales. También empiezan a aparecer distintos líderes de la oposición por los medios de comunicación, haciendo un llamamiento al pueblo para que apoye la sublevación. Incluso algunos plantean ya la salida del presidente del país. Todo esto nos indica claramente que hay un intento de golpe de Estado. La respuesta inmediata de la sociedad y las organizaciones como la nuestra, incluso a pesar de algunas diferencias que se habían tenido con el gobierno de Correa, firmemente salimos a movilizarnos para respaldar el proceso democrático y constitucional de cambios que vive el pueblo ecuatoriano. Muchas organizaciones y la ciudadanía deciden que lo que hay que hacer es salir a tomar la Plaza de la Independencia, donde se encuentra la casa presidencial y que simbólicamente representa el poder. Es así como fue el pueblo quien defendió la democracia.
Ch.- ¿En ese momento la gente que ha salido a la calle se entera que el presidente está retenido?
L. A.- Nos llega la información de que el presidente se encuentra retenido en el hospital y una parte de la movilización se desplaza hacia allá, siendo recibidos con gases lacrimógenos y golpes por los efectivos policiales, quienes se encuentran atrincherados en los alrededores del hospital. A las cuatro y media de la tarde, para nosotros un poco tarde, las fuerzas armadas hacen un comunicado donde expresan el respaldo al gobierno democráticamente electo. Esto supone un alivio y tranquilidad para el pueblo, ya que en los últimos procesos de cambios presidenciales hechos en el Ecuador la última palabra la han tenido las fuerzas armadas. Ya en la noche se suceden los acontecimientos por todos conocidos, donde un dispositivo militar, consigue evacuar al presidente del hospital donde estaba retenido. Sin embargo, inmediatamente la oposición desmiente que haya habido un intento de golpe de Estado y se empieza a generar información confusa sobre los acontecimientos.
Ch.- Tras estos hechos tan graves ¿cuál es el ambiente que se “respira” actualmente en el país?
L. A.- Todavía hay una sensación de peligro, se mantiene el estado de excepción, y desde las organizaciones se están promoviendo más marchas de respaldo al proceso constitucional y democrático. Somos conscientes de la profunda fragilidad que tienen estos gobiernos de izquierdas y progresistas, por los acontecimientos pasados y recientes vividos en el Continente. Por ejemplo, el golpe de estado en Honduras, los intentos golpistas en Bolivia, Venezuela y ahora en Ecuador. Todo esto no son casos aislados, sino que se engloban en una “estrategia” para el continente con el objetivo de detener los procesos de cambio. Las organizaciones hemos creído fundamental la conformación de un movimiento de masas, que nos mantengamos alerta a todos estos procesos de desestabilización. Hemos convocado a un congreso a unos 200 delegados y delegadas de 21 países del Continente latinoamericano del 8 a 12 de Octubre, aquí en Quito.
Ch.- Varios medios independientes han informado que algunas de las organizaciones que participaron en el intento del golpe de Estado en su país, están financiadas por fondos de la USAD norteamericana. Algo similar, se denuncia en Bolivia, donde muchas organizaciones separatistas son financiadas también por estos fondos.
L. A.- La presencia de organismos internacionales ha supuesto una permanente intromisión, que ha provocado en diferentes países y momentos, procesos de desestabilización en el Continente. Desde hace 20 años estas instituciones señalaron al movimiento indígena como uno de los actores políticos fundamentales en el proceso democrático ecuatoriano y, desde entonces, se desarrolló una estrategia clara de infiltración. En algunas organizaciones esta financiación e intervención ha avanzado hasta el punto de mantener posiciones muy radicalizadas contra el gobierno, que incluso se confunden completamente con las posiciones de la oposición y la derecha. Sin embrago, la mayoría de organizaciones populares se mantienen firmes en sus posiciones progresistas, de cambio, de transformación; es un grupo pequeño y muy identificado el que se detecta como infiltrado.
Ch.- Igual o más grave es la infiltración que se ha puesto de manifiesto en las fuerzas armadas ecuatorianas, particularmente en la policía. Tal vez hace falta una depuración profunda de estas instituciones.
L. A.- Algunos de los elementos de las fuerzas armadas y la policía, provienen de la formación de la Escuela de las Américas, que se creó justamente para estos procesos de intervención, dominación y explotación del Continente americano. Esto no está al margen de los procesos militares y policiales de desestabilización. Nuestra consigna está clara “el pueblo salva al pueblo”, lo que ha ocurrido nos indica la fragilidad de los procesos democráticos que se están dando en Latinoamérica. Una de las cuestiones más preocupantes para las organizaciones es que en este momento de conflictividad el gobierno ha tenido muy poca capacidad de estrategia para enfrentar una desestabilización de esta magnitud. No puedo imaginarme lo que hubiese pasado si el pueblo organizado sólo con la conciencia, no hubieses sido respaldado por las fuerzas armadas, al enfrentarnos a un grupo policial armado para la represión hubiésemos corrido mucho peligro, incluso hubiese sido necesario un sacrificio de vidas. Por eso creo que resta también un proceso de reflexión para estos gobiernos progresistas sobre su necesidad de afianzar su relación con los movimientos sociales, de armar las propuestas y consignas de los movimientos sociales, e impulsar verdaderas trasformaciones sociales que vayan cambiando la correlación de fuerzas de la sociedad ecuatoriana, en nuestro caso. Otra de mis preocupaciones es que los que salimos a la calle la mayoría fueron de las organizaciones sociales, esa famosa ciudadanía que apoya a Correa no se la vio traducida en la movilización en las calles.
Ch.- Antes mencionabas la “estrategia” continental de desestabilización. Desde el inicio del gobierno Obama esta estrategia se ha intensificado, cuyo ejemplo más claro es el caso del golpe de Estado en Honduras.
L. A.- Creo que esa reflexión es importante después de golpe en Honduras, que lastimosamente avanzó. Justo tras este golpe, se manifestó públicamente el presidente de Cuba, Fidel Castro, sobre la información que tenía de que el próximo país sería Ecuador. En ese sentido creo que está claro que el intento de golpe en Ecuador no está aislado de la estrategia continental de Washington de la desestabilización de los procesos de cambio. Frente a esto hace falta fortalecer los procesos de articulación entre países de la región como el ALBA, UNASUR, los espacios de integración de los movimientos sociales bajo la consigna de “el ALBA de los movimientos sociales”. Creo que otro reto clave, como se puede concluir tras los acontecimientos en mi país, es todo un montaje de aparato mediático que enfrente a estos poderes fácticos que muestran una realidad a veces ajena a lo que está pasando en concreto. Hay un reto histórico entre los países de constituir una red de comunicación, que inmediatamente pueda informar la realidad y que no se genere una especie de “pantalla” sobre algo que no está sucediendo, o que trata de ocultar lo que realmente ocurre en nuestros países. Por otra parte, hay que señalar que sí fue rápida la reacción de los gobiernos aliados para dar al pueblo ecuatoriano su respaldo firme, sin embargo, la opinión pública continental tiene muchas dudas sobre el golpe, que está claramente vinculada a un resultado de un proceso mediático, que no necesariamente representa lo que ocurrió en el Ecuador.
Ch.- ¿Quieres añadir algo más?
L. A.- En el caso Ecuatoriano referirme a que los aprendizajes que tenemos que extraer las organizaciones es que tenemos que estar aleta e incluir estas posibilidades de desestabilización y cómo vamos a reaccionar. Siento todavía en el ambiente que esto todavía no ha terminado. Creo que los sectores que están tras el intento de golpe sólo midieron el nivel de fuerzas, de respaldo que iba a sostener el proceso de cambio. Nos preocupa la similitud con el proceso chileno, ya que previo a la caída de Pinochet, hubo un intento que le permitió a los grupos de oposición medir las fuerzas de apoyo y, en el segundo intento, terminó en el trágico desenlace. Nuestra preocupación es cómo lograr sostener un proceso sistemático para estar alerta a cualquier proceso en el Continente, no sólo en Ecuador, que intente desestabilizar los procesos democráticos.
Datos y claves del golpe
– Algunos informes señalan que la USAD, fundación de Departamento de Estado norteamericano, bajo el gobierno de Barack Obama está financiando a los golpistas hondureños desde que derrocaron al presidente Zelaya.
– En Ecuador esta misma “fundación”, está financiando, entre otras, a organizaciones indígenas como la CONAIE y Pachakutik (ésta última apoyó públicamente el intento de golpe de Estado). – La actual dictadura hondureña ha vuelto a privatizar la educación, la sanidad o el agua. Han puesto fin a la reforma agraria, devuelto las tierras a los latifundistas. Han ampliado la base militar de los EEUU, está firmando el Tratados de Libre Comercio y se ha salido del ALBA.
– Los medios masivos de comunicación en Ecuador ya estaban pidiendo la amnistía para los golpistas, justificando su actuación.
– Analistas resaltan que en Ecuador el ejército tardó demasiado tiempo en decidir rescatar al presidente Correa. Según estos analistas, si el pueblo no hubiera reaccionado tan rápida y decididamente, el ejército no hubiera apoyado a Correa.
Por Andrea Santos y Domingo. La Verdad Digital de España.