Francisca Rodriguez
¿Podemos hablar en estos tiempos de pandemia sobre la experiencia del proceso político de construcción de una concepción feminista, campesina y popular que las mujeres del campo de la CLOC-VC hemos venidos elaborando y que se ha ido haciendo teoría y práctica en nuestra accionar? Por cierto que si, y es además indispensable.
La actual situación que vivimos y estamos sufriendo los pueblos y en particular las mujeres ante esta pandemia que azota al mundo, no es producto de la casualidad ni es un fenómeno de la naturaleza, como tampoco acontece en un momento cualquiera. La situación de fragilidad, abandono e incertidumbre que estamos sufriendo la inmensa mayoría es, sin duda, producto de las inequidades, abusos y codicia de una minoría, y contra las cuales irrumpían en el mundo luchas y rebeliones por doquier. Hoy debemos asumir el encierro o evitar las grandes multitudes para proteger a los más débiles, pero está claro que nada nos detendrá, este es un escollo mas en el camino que enfrentaremos con mucha convicción las y los luchadores.
Vamos por el camino correcto, son tiempos de reflexiones profundas y de desplegar nuestra capacidad e iniciativas y reinventarnos ante cada situación, y no permitir que el encierro y el que hacer que implica la prevención nos desanime. La lucha continúa, el enemigo anda suelto e incesante en su acción depredadora, que acaba con más vidas que las que puede cobrar este virus.
Durante esta década las mujeres organizadas en la CLOC-VC fuimos capaces de romper mitos y concepciones machistas y culturales muy arraigadas, especialmente en nuestro campo y desde nuestras convicciones, identidades y principios, vamos elaborando una propuesta política sustentada en las luchas y principios históricos del feminismo por la igualdad y los derechos las mujeres. Luchamos porque se haga justicia a la marginación, discriminación y racismo que ha golpeado más fuertemente a las campesinas, las indígenas y a las negras, entendiendo que esta es tal vez la propuesta más osada de las mujeres del campo y que el mayor desafío recae en nosotras.
Con mucha convicción y mucha fuerza hemos hecho visible nuestro histórico papel en la producción de alimentos y en el cuidado de la biodiversidad, pero también nuestra aguerrida intervención en las grandes luchas y batallas que se han dado por la liberación de nuestros pueblos, en la defensa de los territorios, en la construcción de los movimientos sociales y por nuestros derechos. En el trascurso de esta década hemos avanzado enormemente en que nuestras compañeras y compañeros vallan asimilen y valoren nuestras propuestas y definiciones, que no se apartan de la lucha global de los pueblos del campo.
También hemos logrado que se reconozca el papel fundamental que hemos jugado en consolidar un movimiento campesino a nivel internacional como La Vía Campesina y en nuestro continente la Coordinadora Latina-Americana de Organizaciones del Campo CLOC, y que además somos garantes de los sistemas y culturas alimentarias en nuestro país, base primordial de la Soberanía Alimentaria. En general, hemos logrado se vaya reconociendo el valor que esto implica para la sobrevivencia de la humanidad, tal como lo sustenta la Declaración Universal de los Derechos de las y los Campesinos de las Naciones Unidas y las bases del Decenio para la Agricultura familiar Campesina e Indígena.
Hemos recorrido una década en que las mujeres del campo, las dirigentas y lideresas hemos ido desarrollando una serie de debates, estudios e investigaciones que le dan sustento a nuestra construcción feminista, política y teórica, inserta en una práctica de lucha de clase y revolucionaria, que le da sentido a nuestra forma de ser, pensar y al actuar. Luchamos en todos los planos, desde las acciones cotidianas y el que hacer organizacional, hasta la lucha nacional y continental contra el capitalismo, el racismo, el colonialismo y el patriarcado, por nuestros derechos, por la tierra, por la Soberanía alimentaria.
Por erradicar toda forma de violencia y en especial la violencia hacia las mujeres, por un reconocimiento y valorización de nuestra participación activa y esencial en el desarrollo de las agroculturas en el mundo, así como por reformas agrarias integrales populares e igualitarias con derechos plenos de las mujeres a la tierra. Igualmente luchamos por lograr avanzar hacia una sociedad socialista donde la opresión, la violencia y la discriminación no existan, donde la injusticia de clase y género sean cosas del pasado. La sociedad socialista que anhelamos construir esta basada en los valores y principios que desde el Feminismo Campesino y Popular hemos venido afirmado.
Esta no es una batalla ganada, no es un proceso acabado. Desde nuestra identidad territorial de pueblos diversos y comunidades donde la cultura emerge de nuestra relación con la tierra y la naturaleza y de lo que ella nos otorga, se ha ido a través de la historia moldeando una forma de vivir y de trabajar la tierra, de producir y elaborar los alimentos.
En ello, nuestro papel, que ha sido protagónico, por siglos fue invisibilizado, no es casual que actualmente desde los diversos gobiernos e instituciones públicas y privadas estén promoviendo programas y otorgando, insuficientes, recursos para acortar la brecha de desigualdad entre las políticas y programa para nuestros pares campesinos, programas que poco contribuyen al desarrollo y fortalecimiento de nuestra condición de mujeres campesina y para fortalecer nuestra agricultura y los sistemas alimentarios y nos van poniendo títulos rimbombantes (microempresaria, emprendedora, competitiva, etc.) que de una u otra forma pretenden frenar nuestro avance político despojarnos de nuestra identidad de mujeres campesinas ligadas al trabajo de la tierra.
Nos estimula el avance de las luchas feminista en el mundo nos enorgullece de la audacia de las mujeres jóvenes, pero también es importante no perdernos del camino que tantas valiosas e importante mujeres fueron haciendo. Nuestros estudios por rescatar las experiencias y el pensamiento de las mujeres Marxistas de ayer, capaces de instalar el 8 de marzo como el día internacional de la mujer y que lo hemos convertido en un día de resistencia al patriarcado y a los gobiernos títeres del sistema capitalista, de lucha por nuestros derechos y los derechos de la madre tierra.
El Feminismo Campesino y Popular, su base teórica, emana desde las conciencias florecientes de las mujeres del campo, no sin diferencias. Recoger y trata de interpretar toda la diversidad que habita en los territorios, este es uno de nuestros grandes desafíos. Seguimos avanzando desde las experiencias de confrontación y lucha de tantos años en América Latina y el Caribe contra el Capitalismo colonialista, que ha saqueado nuestras tierras, territorios y riquezas naturales, que diezmó a los pueblos indígenas y esclavizó a los pueblos negros.
En esta resistencia las mujeres siempre estuvieron, sus ejemplos e ideas y elaboración teórica, han sido fundamentales para avanzar y no perdernos. Por eso, en este proceso y elaboración de la propuesta feminista de las mujeres del campo, sus legados experiencias y sabiduría son nuestra fuente de inspiración y ellas estarán siempre presente, son parte de nuestras místicas, “las luchadoras de ayer” están en nuestra construcción del Feminismo Campesino y Popular.
Con Feminismo Construiremos Socialismo.
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