Entrevista Raúl Zibechi: “Seguimos bajo un modelo neoliberal”

Entrevista a Raúl Zibechi, periodista uruguayo

“Seguimos bajo un modelo neoliberal”

El autor de Dibujando fuera de los márgenes habla de la región desde su saber sobre los movimientos sociales. Para Zibechi, ni Danilo Astori ni Pepe Mujica representan un cambio de modelo para Uruguay.

Por María Laura Carpineta

“En Venezuela, Ecuador, Paraguay y Bolivia se juegan proyectos de fondo”, advierte Zibechi.

Raúl Zibechi tiene la calma y la paciencia de quien sabe que todo en la vida lleva su tiempo. Al periodista uruguayo le encanta discutir sobre las últimas noticias de Bolivia, la expansión de la mano dura militar en Brasil o la falta de políticas sociales a largo plazo en la región. Vino a Buenos Aires para presentar Dibujando fuera de los márgenes (Ed. La Crujía). El libro es una entrevista que le hizo la investigadora social Susana Nuin sobre sus experiencias con los movimientos sociales latinoamericanos. “Intentamos mostrar una mirada de los movimientos desde adentro, su potencial de transformación social”, explicó Zibechi a Página/12.

Conoce América latina. Desde chico mamó las desventuras, la violencia y la resistencia popular de las dos orillas del Río de la Plata. Más tarde, desde el exilio en España, viajó a Centroamérica y a la región andina para ver con sus propios ojos las luchas de liberación nacional que empezaban a ganar fuerza. Esas experiencias, cuenta, derrumbaron su ortodoxia marxista y cambiaron su norte. La esperanza, el cambio, ya no estaban en la vanguardia o el partido, sino en los movimientos sociales y populares.

Con casi cuarenta años de militancia política encima, Zibechi difícilmente se desespera cuando intenta explicar los desafíos que atraviesa la región. Reconoce que hay problemas, pero nada que no se pueda arreglar, dice con una sonrisa socarrona. “La clave es hacerse las preguntas correctas y evitar los debates vacíos”, propone.

–Muchos de los que fueron los movimientos más combativos de las últimas décadas están hoy en el poder. ¿Los ves cambiados?

–Por supuesto. La contradicción presente hoy en todos los países, menos Colombia y Perú, es entre el gobierno y las derechas. Los movimientos pasan a tener entonces un papel subordinado, que además crea una tensión interna. Hay planes sociales, cooptación, muchos de los líderes pasan a ocupar cargos o a ser interlocutores directos de los gobiernos, y está el miedo a criticar para no jugar a favor de la derecha. Muchas de las necesidades más apremiantes que antes motorizaban a los movimientos ahora las cubren sin tantas dificultades los planes sociales. Esto tiende al desinfle de los movimientos. Es una situación más cómoda que la anterior, pero en el fondo no han cambiado cuestiones fundamentales. Seguimos bajo un modelo neoliberal, pero en una etapa distinta, en la cual el eje ya no son privatizaciones y desregulación, sino monocultivos de soja y caña, celulosa, deforestación.

–¿Los movimientos no están sabiendo cómo ser parte del oficialismo?

–Durante los últimos quince años sabían que tenían que resistir a los gobiernos neoliberales y privatizadores. Pero con el cambio de coyuntura política, los problemas cambiaron. Hoy la tarea fundamental de los movimientos no es movilizarse, no es reclamar ni exigir al Estado, porque el Estado ya les da.

–¿Esto es lo que sucede hoy en Uruguay con la central gremial PIT-CNT?

–Más o menos. La interna en este momento es hasta dónde llevar la crítica contra el gobierno, la cual para este punto es obvia, porque la central se la pasa haciendo paros. Desde los ’70 hasta hoy en Uruguay la central sigue siendo la única capaz de liderar los reclamos sociales y populares. Ya convocaron a un segundo paro general para el 9 de octubre.

–Pero son paros criticados por la parte de la cúpula sindical…

–Para muchos se está abriendo una interna entre radicales y comunistas contra moderados. Pero también hay una fuerte inquietud que atraviesa a todas las corrientes: si este gobierno que lleva casi cuatro años no ha resuelto algunos de los problemas históricos, ¿cuándo se van a resolver? ¿Ahora que la crisis internacional va a aterrizar acá? Ya no es solamente un problema de salarios. Pero el gobierno no quiere discutir eso.

–Prefiere discutir la interna presidencial.

–Claro, se discute si Astori o Mujica, pero no modelo de país. Por la vía de los hechos tenemos 700 mil hectáreas de soja y un millón de deforestación; pero sigue imponiéndose el tema electoral. El único que puede plantear un verdadero debate sobre el modelo de país que queremos es el movimiento sindical.

–¿O sea que no hay nadie que pueda forzar un cambio por izquierda hoy en Uruguay?

–El movimiento sindical no va a correr por izquierda al gobierno ni mucho menos, a lo sumo le marca temas.

–¿Eso podría cambiar con el nuevo presidente? Es decir, ¿es lo mismo Danilo Astori que José Mujica?

–Astori es economista y Mujica chacarero (deja un silencio y se ríe). No, hay diferencias, pero no están explicitadas. Astori representa al capital internacional y al neoliberalismo de izquierda.

–¿Neoliberalismo de izquierda?

–Neoliberalismo con planes sociales.

–¿Y Mujica?

–Mujica apuesta más a un de-sarrollo endógeno, productivo. Pero en tres años en el ministerio (Ganadería, Agricultura y Pesca) no ha hecho demasiado en ese sentido. Si la discusión hoy en Uruguay es desarrollo exógeno o de-sarrollo endógeno, firmo ya. Ahora si va a ser Astori o Mujica no firmo. Y lamentablemente se está dando lo segundo.

–¿Lo mismo pasa en el resto de la región? ¿La discusión se limita a nombres?

–En la mayoría sí. Lo que pasa es que en los lugares donde los cambios son posibles, el Estado es débil y el conflicto es grande: Venezuela, Ecuador, Paraguay y Bolivia. Ahí se juegan proyectos de fondo y por eso puede salir cualquier cosa, ganás, perdés o empatás, como en Bolivia. Pero en Uruguay, el conflicto está excluido. Desde la posdictadura, el conflicto ha perdido su centralidad, en la práctica y en el discurso de la izquierda. Por ejemplo, qué sucede con los millones que son sujetos de los planes sociales. Once millones de familias en Brasil, cinco millones en Argentina, 700 mil en Uruguay y así podemos seguir. ¿Los planes sociales son una nueva forma de dominación o son un espacio para los pobres para reorganizarse y volver a empezar? Nadie está dando esta discusión.

 

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