Martes 28 de Agosto de 2012
Desde el Banco Mundial hasta los fondos de pensión, se están realizando esfuerzos para regular el acaparamiento de tierras creando códigos y estándares. La idea es distinguir las adquisiciones de tierras que cumplen ciertos criterios y que debieran ser llamadas de manera positiva «inversiones», de aquéllas que no los cumplen y que pueden seguir siendo estigmatizados como «acaparamientos» de tierra. Hasta ahora, eran sobre todo agencias internacionales las que estaban tratando de hacer esto. Ahora, el sector privado se está involucrando a fondo para establecer sus propias reglas del juego. De cualquier forma, el resultado neto es una autorregulación voluntaria —la cual es ineficaz y poco fiable, y que no es remedio alguno contra la perversidad de estos negocios. Más que ayudar a las élites financieras y corporativas a «invertir responsablemente», lo que necesitamos es que dejen de acaparar tierras y que restituyan lo acaparado. Sólo entonces será posible fortalecer y apoyar a los productores rurales en sus propios territorios y comunidades. Los objetivos de los inversionistas y de las comunidades son totalmente incompatibles.
Lea este nuevo número de A contrapelo aquí: http://www.grain.org/e/4567