A días de iniciado el nuevo año, los monocultivos de soja en el departamento de Canindeyú se llevaron una vida más al paso de las fumigaciones. El joven Rubén Portillo Cáceres, cuya casa está rodeada por las plantaciones transgénicas, propiedad de colonos brasileños, falleció tras los patentes síntomas de intoxicación con agrotóxicos. El mismo destino podría alcanzar a una veintena de pobladores de la Colonia Yerutí, distante a 20 Km. del distrito de Curuguaty, que están sufriendo el mismo cuadro sintomático que presentara el hoy fallecido, muerte que se registró el pasado 6 de enero.
Ante este nuevo hecho de homicidio que involucra a los agro-empresarios, La Vía Campesina Paraguay se dirige a la opinión pública nacional e internacional para expresar lo siguiente:
Cuántas muertes más son necesarias para que el Estado paraguayo se reconozca en su papel de regulador de las leyes en materia medioambiental y de derechos humanos, reconocidas por la Constitución Nacional. Una vez conocida la tragedia, la Seam, el Senave y el Ministerio de Salud han ido hasta la Colonia Yerutí para corroborar el contexto, pero su llegada ha sido tardía. El nulo control de las autoridades competentes ha hecho posible caer nuevamente en una víctima fatal de los agronegocios.
Cuántas muertes más son necesarias para que la población reflexione en esta realidad que nos bordea: la plantación masiva de soja y otros cultivos transgénicos y las fumigaciones que el sector productivo en gran escala considera necesarias para el aumento de sus ingresos, se traduce no sólo en arrebatamiento de las tierras ancestrales indígenas y conflictos con las poblaciones campesinas, sino que también significan la expulsión, el desarraigo, el aborto y las mal formaciones, el deterioro ambiental, la violación de la soberanía territorial, cultural y alimentaria.
Las intoxicaciones con agrotóxicos son una constante en el interior de nuestro país: en la comunidad de Pirabebe, Curuguaty, existen dos casos de indígenas intoxicados; en Vaquería, departamento de Caaguazú, las organizaciones están denunciando los envenenamientos y se estarían manifestando al respecto. Pero un Estado al servicio del capital y una prensa burguesa que actúa en consonancia con su menosprecio a la clase trabajadora, y que calla, oculta, tergiversa y distrae, se ponen de rodillas ante el empresariado sojero que recurre a la corrupción y sus variantes, como la prebenda, el clientelismo y la prevaricación, en una asociación ilícita para delinquir con politiqueros, mafiosos y peces gordos de los tres poderes.
Exigimos al Gobierno de Fernando Lugo, a través de las instituciones correspondientes, el cese inmediato de las fumigaciones masivas que no consideran la vida en ninguna de sus formas; la atención inmediata de los afectados y las afectadas por esta situación y, por supuesto, el castigo ejemplar a los responsables de esta inminente masacre por violar las normativas ambientales sin ningún reparo ni pudor.
¡Reforma Agraria Integral ya!
¡Globalicemos la lucha! ¡Globalicemos la esperanza!