No se ha roto el hilo constitucional en Venezuela. Los hechos así lo muestran: no hubo allanamiento ni detención de diputados, ni disolución de la Asamblea Nacional, y sobre todas las cosas, la sentencia se dio ajustada al derecho. Quienes gritan que existe un Golpe de Estado parten de desinformar para instalar esa matriz que intenta desencadenar hechos de violencia nacional e internacional.
El Estado de derecho sigue entonces. Y quienes acusaban de la inexistencia de la independencia de poderes, los hechos de hoy con las declaraciones de la Fiscal General, muestran lo contrario. Aquí rige la Constitución y la democracia. Sí, ¿pero qué democracia? Ese es el debate que se abre y es necesario darlo de manera amplia, nacional, plural, y valga la redundancia, democrático. El tiempo es hoy.
¿Cómo concebimos el modelo de democracia que queremos construir? Sabemos que es más que representativa, debe ser fundamentalmente participativa y protagónica, una democracia con gente movilizada, organizándose, con poder real y no solamente simbólico. Esto es clave: sin eso se pierde uno de los pilares fundamentales del proceso de transformación en curso. Hoy se discute acerca de la democracia representativa, su curso, la relación entre los poderes, las elecciones por-venir. Pero no se discute sobre la otra, la central, la que nos permitiría construir ese otro país que pensamos.
La falta de discusión se debe a que se ha ido reduciendo en los hechos la trama de la democracia revolucionaria. Solo queda casi únicamente la formal -bajo debate- y la democracia de la gente ha ido quedando acotada a actos para aplaudir, no para dialogar, cuestionar, construir, ejercer ese poder. Eso se expresa por ejemplo en la distancia creciente entre gran parte de la dirigencia y el común de la gente, en el hastío por la política pequeña, por los debates que se nos plantean como centrales cuando la realidad de cada día es otra.
Esta situación es entonces una oportunidad para el debate, para preguntarnos qué estamos construyendo, si nos acercamos a la idea de democracia que imaginamos o si por el contrario retrocedemos a concepciones que nos habíamos planteado superar. Este proceso de transformación nació para ganar elecciones, pero para mucho más: ese mucho más se ha alejado. Entonces debemos abrir las puertas de la discusión, convocar a todos los sectores democráticos de la sociedad, a los barrios, las clases medias, las zonas rurales, los trabajadores, profesionales, intelectuales, a la juventud, para construir nuestro horizonte democrático.
En cuanto a lo inmediato debemos resistir a todo tipo de injerencia extranjera, a todo intento de Golpe de Estado por parte de una derecha esencialmente golpista y servil a los mandatos de Estados Unidos, a los llamados de violencia que ya circulan de manera irresponsable. Debemos defender nuestras conquistas y eso implica estar alertas, movilizados, informados, organizados. Y tenemos que luchar por lo que falta, y para eso necesitamos el protagonismo de la gente con su toda su fuerza.
Coordinación Nacional
Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora