Maranhão – en la región norte de Brasil –, tiene cerca de un millón de analfabetos, casi 20% de su población, según los datos más recientes del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). La situación se agrava en el medio rural, donde el índice sube a aproximadamente 40%. Estos números dejan el estado apenas atrás de Piauí y Alagoas – en la región nordeste del país – en la tasa de analfabetismo en Brasil, según la Investigación Nacional por Muestra de Domicilios (PNAD) de 2013.
Debido a ello, el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Terra (MST) coordinó un curso de alfabetización de jóvenes y adultos en el estado de Maranhão a lo largo de todo el año de 2016, desarrollado por medio de una asociación con el gobierno del estado a partir de una propuesta del propio MST, tornándose la principal referencia de la Jornada de Alfabetización desarrollada por el gobierno Flávio Dino (PCdoB).
A lo largo de ese período, más de 7 mil personas fueron alfabetizadas por medio del método cubano “Yo si puedo!”. El proyecto se propuso actuar en los 30 municipios con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) más bajo de Maranhão. La asociación con el MST se dio inicialmente en ocho de estos municipios: Aldeias Altas, Agua Doce do Maranhão, Santana do Maranhão, Gobernador Newton Bello, São João do Caru, São Raimundo do Doca Bezerra, Jenipapo dos Vieira y Itaipava do Grajaú.
En términos absolutos, fueron muchas las personas alfabetizadas en ese proceso. Mas casi nada en términos porcentuales, ya que representa menos de 1% de la demanda de Maranhão. Por eso, la meta es doblar la cantidad de personas alcanzadas en el estado en 2017, ya que a finales de febrero los representantes del gobierno garantizaron esa ampliación.
“Yo nunca había estudiado, nunca había tenido la oportunidad, ahora quiero más”, afirma Manoel Vieira de Sousa, 67 años. Don Manoel, con los ojos iluminados, entre feliz y orgulloso, insistió en escribir algunas palabras para demonstrar su reciente aprendizaje. Sin embargo, hasta llegar a este momento, mucho esfuerzo tuvo que ser empeñado. “Al comienzo, la dificultad fue grande, yo no sabía nada, no conocía las letras”, explica el campesino, hablando de las primeras aulas, comentando también sobre la alegría de su esposa, al verlo leyendo. “Ella quedó muy, muy animada”, cuenta.
Esa fue apenas la segunda vez que la experiencia de «Yo si puedo» ocurrió en Brasil fuera de los asentamientos del MST. La primera fue en Ceará – región nordeste –, en la periferia de la ciudad de Fortaleza. Según Simone Silva Pereira, dirigente del MST en el estado, ese tipo de trabajo, fuera de las bases del movimiento, “es un paso en un proceso de emancipación de la clase” como un todo.
Simone explica que el programa no se resume apenas al proceso de alfabetización. “Las personas discuten sobre alimentación saludable, el problema de la violencia contra la mujer, la necesidad de que todos continúen estudiando. En el proceso fue construida toda una agenda de reivindicaciones”, destaca. Para ella, las personas involucradas “vencen la descreencia y recuperan la esperanza”.
Es lo que cuenta, por ejemplo, la educadora Alexandrina Silva Lima, del municipio de Santana do Maranhão, que en este proceso alfabetizó a su madre de 65 años, una tía, además de otras 13 personas. Alexandrina dice que el sentimiento de vergüenza es común entre las personas que no saben leer y escribir, y ese es uno de los primeros obstáculos a ser superado. “Es el miedo de volverse chacota”, explica. En su caso, ella montó la sala de aula en casa, con mesas y sillas que no estaban siendo utilizadas por una escuela. Eso facilitó el acceso de las personas de su familia. “En casa ellos estaban más a gusto”, dice la educadora.
Para la ejecución del proyecto fueron contratados 702 alfabetizadores y 71 coordinadores, que formaron 628 clases y trabajaron bajo el mando político pedagógico del MST. En el acuerdo realizado, el gobierno proveyó la estructura y la logística, mientras el movimiento garantizó el método, la movilización y la coordinación general. En cada uno de los ocho municipios había, permanentemente, dos representantes del MST, acompañando de cerca cada detalle del proceso.
Sala de clase en el municipio de São Raimundo| Foto: Juliana Adriano
Dificultades
Sin embargo, no todo caminó conforme lo planeado. Algunos obstáculos colocaron mayores desafíos en el desarrollo del programa, como la propia dificultad de llegar a los poblados. En algunos casos solo es posible llegar en moto o carro con doble tracción, lo que dificultaba inclusive el transporte de los aparatos de TV, utilizados en las aulas. Sumase a ello las lluvias, vías en mal estado, ausencia de locales adecuados para instalar salas de aula, la necesidad de los educandos de conciliar el estudio con el trabajo, los hijos pequeños de algunos, el cansancio por el oficio en la roza, la descreencia generalizada en el servicio público, la desmotivación inicial de muchos, entrabes burocráticos y, en el caso de algunos indígenas, hasta la comunicación entre educadores y educandos por causa del idioma.
El relato de algunas educadoras apunta que algunos tenían dificultad hasta para sostener el lápiz. Además de la dificultad de leer y escribir, muchos tienen problemas de vista. La planificación preveía comenzar las aulas solamente después de la llegada de los lentes. Hubo atraso en la entrega, por parte del poder público. En algunos casos, la espera duró cuatro meses, y algunas aulas tuvieron que comenzar sin los lentes, con los alumnos reclamando de dolor en los ojos al forzar la vista durante los estudios.
Todavía, el saldo positivo superó las dificultades enfrentadas de las más diversas formas. En Itaipava do Grajaú, por ejemplo, el albañil Emanoel Alves dos Santos, de 37 años, cuenta que su alfabetización sirvió de gran estímulo para sus dos hijos que están cursando el enseñanza media y fundamental.
La intención central del programa, sin embargo, es que esta política de educación, sumada a las políticas de salud y generación de trabajo de más calidad de vida a la población local. “Si el agricultor está alfabetizado, él aprenderá mejor a usar las tecnologías y tendrá mejores condiciones para aumentar su productividad y mejorar su renta”, explica el secretario de estado de agricultura familiar, Adelmo Soares.
Metodología
En general, son necesarios apenas cuatro meses para que la persona aprenda a leer y escribir por el método de alfabetización “Yo si puedo!”. En un primer momento, los educandos tienen la ayuda de vídeo aulas por medio de una tele dramaturgia (telenovela).
Después de los cuatro meses el proyecto avanza hacia los llamados “Círculos de Cultura”, una metodología de educación popular basada en las propuestas del educador Paulo Freire. En esa fase, hay cuatro temas básicos que orientan el aprendizaje: cultura, trabajo, participación política e historia.
Las salas de aula son instaladas donde es factible. Además de escuelas públicas, clubes, asociaciones, sindicatos, terreiros de cultos afros, salones de iglesias cristianas, espacios comunitarios de aldeas indígenas, casas de educandos y de educadores y hasta bares se vuelven salas de aula. En Santana do Maranhão, por ejemplo, la educadora Maria del Socorro Costa Saraiva, entre idas y venidas, recogía a algunos de sus educandos en moto y los llevaba hasta el local donde hacían el proceso de formación.
Para Lizandra Guedes, militante del MST y una de las coordinadoras de la jornada, ha ocurrido una verdadera minga con este proceso. “Esa ha sido la realidad en todos los municipios donde acontece el programa. La Jornada de Alfabetización se volvió una jornada de solidaridad por el acto de leer y de escribir. Muchos sujetos se han sumado”, apunta.
En el municipio Jenipapo dos Vieiras, por ejemplo, que tiene el 6º peor IDH del estado, la jornada alcanzó 30% de la población analfabeta. Allá fueron formadas 72 clases, 24 de ellas en aldeas indígenas. En algunas, parte de los habitantes ni siquiera sabían hablar portugués. De esa forma, el “Yo si puedo” fue un curso para aprender a hablar, leer y escribir en un nuevo idioma. Tereza Paiva, asistente social y militante del MST, explica que el papel de los educadores en este caso era “dar acceso al saber sin alterar la cultura”.
Era común en las aldeas indígenas de Jenipapo dos Vieiras la búsqueda de los caciques por las clases, ya que varios de esos lugares no tienen enseñanza regular. Según Tereza, en un curso de 15 alumnos matriculados, más de 20 personas asistían a las clases, entre adultos y niños indígenas. En la Aldea Kriuli, el pequeño Hamilton Guajajara, de 10 años, que nunca había ido a la escuela y que comenzó a frecuentar las aulas apenas para acompañar a su padre, en cuatro meses ya pasó a escribir su nombre y el de los colegas.
Entre una historia y otra, Tereza Paiva evalúa que “en el método convencional el individuo aprende a leer y escribir en un período medio de un año de actividad escolar. Con el método utilizado en Maranhão en cinco meses se alcanza ese nivel, estudiando apenas dos horas por día.”
De los 9.492 educandos matriculados en el «Yo si puedo!», aproximadamente 75% fueron efectivamente alfabetizados, lo que totalizó los más de 7 mil jóvenes, adultos y ancianos que tuvieron la oportunidad de enfrentar el desafío de vencer el analfabetismo.
Un ejemplo de ese éxito es contado por Tereza, cuando en un poblado de Lagoa do Coco, en Jenipapo dos Vieras, una profesora lloró al ver un padre, recién-alfabetizado, muy emocionado, consiguiendo escribir la primera carta para su hijo, que vive fuera de Maranhão.
En el mismo municipio, uno de los 72 cursos pidió toga para la graduación del programa. Aunque no había presupuesto para eso, la fiesta igual tuvo lugar. Con los pocos recursos levantados por la clase, los alumnos improvisaron los birretes a partir de goma EVA (fomix) e hicieron las togas con textil no tejido (TNT). Después de la graduación, los educandos, ya sabiendo leer y escribir, volvieron realidad el deseo de lanzar los birretes hacia arriba, siguiendo una tradición de escuelas y universidades del mundo.
Educando lee su carta para la clase de alfabetización en São Raimundo| Foto: Juliana Adriano
Próximos pasos
Los próximos dos meses serán de movilización y preparación de educadores y coordinadores para una nueva etapa del programa. El secretario estadual de Educación, Felipe Camarão, afirmó que el proceso para la próxima etapa del programa ya está bien avanzado.
Según él, algunos de los municipios que participaron en la primera etapa también pueden tener como meta la superación real del analfabetismo. Uno de ellos, según el secretario, es Aldeas Altas – que en la primera jornada redujo en 35% el número de analfabetos.
Edición: Luiz Felipe Albuquerque | Traducción: Pilar Troya