Al compás de las luchas históricas de los pueblos y de sus movimientos sociales, América Latina ha emprendido un inédito camino de cambios, de desarrollo de pensamiento propio, de fortalecimiento del proyecto socialista, de construcción del Buen Vivir / Vivir Bien, que se cristaliza ya en procesos de transición que apuestan por la descolonización y por profundas transformaciones, que lleven hacia sociedades de igualdad, justicias y soberanías, así como de armonía entre seres humanos y naturaleza.
Para las mujeres del campo de nuestra América, reunidas en la mitad del mundo, el reconocimiento de los derechos de la Pachamama (Madre Tierra) y de nuestros deberes frente a ella, la afirmación de la diversidad económica y productiva, la prioridad de la reproducción de la vida y no la del capital, constituyen una significativa concreción de las reivindicaciones históricas de las campesinas, indígenas y afrodescendientes.
Pero a la vez que nos congratulamos con estos avances, que resultan de nuestras luchas y resistencias, reafirmamos nuestra voluntad de continuar luchando para que la propuesta feminista continúe contribuyendo a definir los cambios socialistas que anhelamos, por los que lucharemos sin cesar hasta que las fuerzas combinadas del capitalismo y del patriarcado sean parte del pasado.
Del mismo modo, nos comprometemos a continuar luchando por la Soberanía Alimentaria, por nuestras formas de vida, por las agriculturas campesinas y por modos distributivos de reciprocidad, que se desarrollen en convivencia con la naturaleza, en cuyo seno hemos desplegado el ejercicio creativo de la agricultura, de la hibridación de semillas, de la creación alimentaria y de cuidados integrales, y de otros conocimientos, gracias a los cuales hemos alimentado al mundo.
Rechazamos enérgicamente las visiones capitalistas que se imponen en el agro, que privatizan la tierra y el agua e imponen dinámicas empresariales que aniquilan la vida campesina.
Nos oponemos a que la transnacionalización de la producción alimentaria y la lógica de la acumulación de ganancias para el capital, continúe actuando como el objetivo de la humanidad y subsuma nuestras vidas a sus intereses.
Queremos transitar de una visión de distribución normada por el ´libre comercio’ hacia una de reciprocidades, complementariedades y cooperación, tal como nuestras organizaciones han venido proponiendo en sus países, pero también en el proceso de integración regional -la ALBA y la UNASUR-, que es un eje clave para encaminar nuestras aspiraciones socialistas y antipatriarcales.
La América Latina que queremos es una que se construya de relaciones armoniosas y de interdependencia entre seres humanos, constituidos como iguales, que encaminen su accionar a la luz de la sostenibilidad de la vida.
La América Latina que aspiramos construir es una de convivencia solidaria entre pueblos y culturas diversos, descolonizada, sin machismo ni racismo.
Queremos una América Latina comunicada, que reconozca y se reconozca en la diversidad de formas de expresión y comunicación de nuestros pueblos, con medios de comunicación en los que se expresen las iniciativas de nuestros movimientos sociales y las propuestas políticas de cambio. Rechazamos la arremetida ideológica capitalista y sexista que imponen los medios de comunicación corporativos, que se han convertido en voceros de los intereses del capital y de la derecha.
Queremos una región y un mundo libres de todas las manifestaciones de violencia, sea esta sexista, patriarcal, capitalista o imperialista.
La América Latina y el Caribe que queremos es un territorio de paz, desmilitarizado, sin bases militares foráneas, libre de las prácticas imperialistas de control, sin criminalización ni persecusión política de la organización, de la protesta y de la pobreza.
Rechazamos y condenamos las amenazas imperialistas y los intentos golpistas contra los procesos de cambio, como sucedió en la República Bolivariana de Venezuela, en el Estado Plurinacional de Bolivia, en Ecuador, y como se impuso en Honduras. Rechazamos todo intento de injerencia e interferencia en nuestros países y en las decisiones de sus pueblos, como se expresa en el bloqueo impuesto a Cuba, por más de 50 años, por el gobierno de Estados Unidos.
Nosotras, las mujeres del campo provenientes de 19 países, levantamos nuestras voces al unísono en defensa de la Madre Tierra como un todo y por una reforma agraria integral que garantice el acceso de las mujeres a la tierra. Levantamos nuestras voces en defensa de la Soberanía Alimentaria, de la producción y distribución basadas en economías solidarias y comunitarias, no en los esquemas capitalistas injustos y depredadores.
Nos mantendremos alerta hasta que nuestra América Latina y el mundo sean libres de la opresión del capital y del patriarcado.
Sin feminismo no hay socialismo
Contra el saqueo del capital y del imperio, América lucha!
Por la tierra y la soberanía de nuestros pueblos, América lucha!
Mujeres del Campo luchando por la soberanía popular, por la justicia, la vida y la igualdad!