26 de octubre de 2015
La localidad de Ytororó, en el distrito de Itakyry, está rodeada completamente por unas 1.000 hectáreas de tierras alquiladas a un colono brasileño de nombre Wilmar Dos Santos, quien es productor de soja transgénica y vive en un poblado aledaño.
Los hechos manifiestan que el pasado 15 de octubre, la señora Ramona Sánchez de Romero fue a inspeccionar las plantaciones de yerba mate nativa y silvestre que cultivan y protegen los pobladores de esa zona desde hace cuatro décadas, y que se encontró con que todas las parcelas estaban arruinadas, con las hojas quemadas.
Obligados a vivir inmersos en el sojal, y siendo practicantes de la agricultura campesina en resistencia ante el avance del agronegocio en la región, las 10 familias afectadas por estos perjuicios radicaron la denuncia en la filial del Senave (Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas) y en la de la Seam (Secretaría del Ambiente), en el departamento de Alto Paraná.
«Este señor Wilmar Dos Santos utiliza agrotóxicos violando todas las leyes ambientales e incumple las exigencias mínimas para este tipo de cultivo», al decir de Mirta Romero, hija de la afectada. «También fueron destruidas especies de animales y vegetales y contaminados los recursos hídricos», expone al detallar la denuncia.
Sin barreras de protección, sin curvas de nivel, sin respetar las condiciones climáticas desfavorables, las fumigaciones se realizan impunemente y registrando graves consecuencias para los bienes naturales y los asentamientos humanos que bordean los cultivos transgénicos.
Yerba mate en estado silvestre
Belén Romero, integrante de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, lamentó esta situación y la calificó de criminal: «Mi familia es de las pocas que decidieron quedarse en estas tierras para proteger la planta de yerba mate nativa en su estado silvestre, que además es rentable para nosotras porque de esto vivimos; en nuestra casa tenemos cultivos de autoconsumo para alimentarnos, pero la yerba bien cosechada nos genera rubro para vivir». Belén cuenta que hace 40 años sus padres y otras familias llegaron a ese lugar y se dedicaron a explotar racionalmente los yerbales silvestres.
Sobre las fumigaciones, la joven alega que son frecuentes en el terreno que linda con la propiedad colectiva, pero que es la primera vez que ocasionan un perjuicio tan visible: «Antes notábamos pequeñas variaciones en el color de las hojas, por ejemplo, pero esta vez da a entender que el tractor fumigador arrojó directamente el veneno sobre las plantas de yerba o que fumigaron en un momento de mucha humedad o viento fuerte. No creo que vayamos a tener una buena cosecha este año».
Escuelita inserta en el desierto verde y probable muerte de una niña por agrotóxicos
La Escuela N° 3506 «Gral. Patricio Escobar» cuenta con dos pequeñas aulas y da clases hasta el 6° grado; esta escuelita es el cuadro más terrible de todo este escenario, ya que se encuentra atrapada por los cultivos transgénicos y no hay forma de escapar a la contaminación. «Los niños juegan en el patio durante el recreo mientras al lado se está echando veneno», reclamó Belén.
Hace dos meses, aproximadamente, falleció en la zona una niña de 12 años, perteneciente a la familia Verón Centurión, quien era estudiante de esa institución; un día se enfermó de fuertes dolores, diarrea y vómito de sangre y al día siguiente ocurrió su deceso. El diagnóstico médico fue H1N1, pero en el certificado de defunción figura que fue víctima de neumonía.
La madre de la menor sospecha que su muerte se debió a las fumigaciones con agrotóxicos, y le llama la atención que los médicos hayan recomendado su inmediato entierro «para evitar contaminación».
Toda la familia se quedó también con síntomas después del paso del tractor fumigador por su vivienda y la escuelita, en total son 6 hijos sobrevivientes; otra niña de la misma casa, de 10 años, quedó internada varios días; cuando salió del hospital se enteró de que su hermana mayor estaba muerta.
Otra parte de la denuncia da cuenta de la contaminación gradual sufrida por los dos cauces hídricos que se encuentran en los alrededores del pueblo y la deforestación con la que se introdujo este modelo de producción, lo que terminó impactando negativamente sobre la vida de las personas y la naturaleza.