Miércoles 31 de Octubre de 2012
Las semillas agrícolas son la base de la soberanía de los pueblos. Su libre intercambio y circulación garantiza la reproducción de la diversidad y de la vida. ¿Qué pasa cuando este patrimonio colectivo de los pueblos queda en manos de empresas transnacionales?; ¿Qué pasa con el derecho a la alimentación?
Por estos días la preocupación se extiende por todo el país en el marco de la hermética discusión sobre una nueva Ley de Semillas que profundizaría más aún su control corporativo. enREDando consultó al especialista Carlos Vicente, de la organización GRAIN, quien nos ayuda a encontrar claridad sobre un tema vital y complejo.
“La naturaleza es pródiga. Despilfarra una abundancia admirable para asegurar la continuidad de la especie (…) Ella no ejerce control de calidad sobre cada una de sus semillas. En el ciclo de la vida, la que no germina servirá de alimento para otras especies. Por eso el despilfarro no significa desperdicio. La generosidad es tanta que no hay como concentrar todo en pocas manos. Diariamente se constata: una gran producción sin reparto causa hambre. El monopolio es antinatural”, observa con lucidez el brasilero Werner Fuchs.
Sin dudas los ciclos de la naturaleza, múltiples y perfectos, garantizan la reproducción de la vida y lejos están de las lógicas capitalistas de acumulación. Las comunidades originarias y pueblos campesinos del mundo consideran a la semilla como sagrada, como alimento que nutre, que da vida, por eso es considerada patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad. Privatizarla significa mercantilizar la vida, cercenar la capacidad de los pueblos de decidir sobre la producción y el consumo de los alimentos.
Por estos días, el Ministerio de Agricultura junto a las Cámaras Semilleras y sectores del agronegocio se encuentran discutiendo un nuevo texto para la Ley de Semillas, según los borradores que se conocen y por las declaraciones públicas de algunos funcionarios, puede interpretarse que a través del nuevo articulado la política nacional de semillas seguirá subordinada a las exigencias de las empresas transnacionales. La discusión de la Ley hasta el momento se presenta como una decisión hermética entre el gobierno nacional y las multinacionales, y es casi nulo el margen de discusión y de incidencia que tienen las organizaciones y movimientos campesinos, que serían los principales afectados por estas reformas.
“Lo central del anteproyecto de Ley es que avanza en la privatización de las semillas y potencialmente de toda nuestra biodiversidad. Es importante remarcar que las organizaciones que encaramos esta campaña nos oponemos a todos los derechos de propiedad intelectual sobre formas de vida, y por lo tanto, cuestionamos también la ley de semillas del año 73. Pero este anteproyecto aumenta el control corporativo sobre las semillas, prohíbe un derecho fundamental como lo es guardar semilla y permite un sistema de policía privado para sostener el control por parte de las corporaciones del monopolio sobre las semillas”, nos explica Carlos Vicente, responsable de comunicación de GRAIN para América Latina y miembro del Foro de la Tierra y la Alimentación, en diálogo con enREDando.
“La Ley se encuentra en discusión en el ámbito del Comisión Nacional de Semillas (CONASE) dentro del Ministerio de Agricultura y están tratando de llegar a un acuerdo con las Cámaras Semilleras y los grandes productores. A partir del anuncio público del Ministro Yahuar, la Federación Agraria Argentina se ha retirado de la mesa de negociación y, aparentemente, las negociaciones están estancadas. Pero no hay que olvidar que el Ministro expresó con claridad el deseo del Gobierno de presentar el Proyecto al Parlamento antes de fin de año”, agrega Carlos con preocupación.
¿Qué significa política y ambientalmente monoplizar nuestras semillas? “Significa tener el control de nuestro sistema alimentario desde la base misma de la agricultura que son las semillas. Así pueden decidir claramente qué podemos comer y cuanto tendremos que pagar para hacerlo. Por supuesto que este control desde la base se extiende a toda la cadena y está siendo implementado de manera agresiva por el agronegocio con el consentimiento y la complicidad de los gobiernos”, señala Carlos.
Por la Soberanía Alimentaria
La preocupación de las organizaciones y movimientos campesinos nucleados en el Movimiento Nacional Campesino Indígena/ CLOC – Vía Campesina se ha ido extendiendo de norte a sur del país, a través de movilizaciones, actos de visibilización y la difusión del documento 10 motivos para luchar contra el proyecto de ley que pretende privatizar las semillas en la Argentina.
En distintas geografías del país el reclamo es común: la defensa de la vida, el repudio al voraz avance del agronegocio y a la connivencia política. “Por ahora no se ha abierto ninguna instancia de consulta, las solicitudes que hemos hecho algunas organizaciones para acceder a un borrador del anteproyecto no han tenido ninguna respuesta”, agrega Vicente.
Desde el 16 de octubre, Día de la Soberanía Alimentaria, en Rosario se vienen realizando acciones públicas de denuncia y concientización de la mano de un conjunto de organizaciones sociales, culturales y políticas que luchan contra el modelo de explotación y saqueo, comercialmente llamado agronegocio. “Llamamos a rechazar este proyecto de ley diseñado por la multinacional Monsanto y el Gobierno Nacional, que fomenta la privatización de la vida y del conocimiento, profundiza el control monopólico de la cadena alimentaria, restringiendo, aún más, la capacidad del pueblo de decidir sobre la producción y el consumo de los alimentos”, expresó el colectivo de organizaciones en un comunicado.
Semillas verde dólar
Detrás de cada semilla hay gran cantidad de información, de conocimientos y saberes ancestrales. Su libre uso e intercambio es un tema vital para la humanidad que los poderes manejan a puertas cerradas. Quien tiene el dominio de las semillas, domina nada menos que la vida y la alimentación de los pueblos. La circulación e intercambio de semillas ha estado entre las prácticas más importantes de la agricultura tradicional pero se ha ido perdiendo con la industrialización de los procesos y el monopolio por parte de las transnacionales.
En nuestro país, el proceso de industrialización de la agricultura de profundizó en la década del 90 con la imposición del monocultivo, el desplazamiento del cultivo de especies locales por especies para exportación, la creación de variedades “mejoradas” e híbridas y el control de las semillas a través de los derechos de propiedad intelectual.
“Durante los años 90 el agronegocio se consolidó como modelo dominante en Argentina de la mano de la llegada de los transgénicos y su avance arrollador hasta llegar a las más de 20 millones de hectáreas de soja transgénica que están sembrándose en este momento. Para hacerlo fue necesaria la complicidad del menemismo que de la mano del entonces Subsercretario de Agricultura Felipe Solá creó las condiciones pseudo legales para posibilitarlo», detalla Carlos.
En ese marco enumera la creación de la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA), que abre las puertas para aprobar los transgénicos sin ninguna investigación independiente (1991); la reglamentación de la Ley de Semillas del 73 para incrementar los derechos de propiedad intelectual sobre las semillas (1991); la aprobación por resolución ministerial «en 81 días» de la soja transgénica de Monsanto resistente al glifosato a través de un expediente de 146 páginas presentado en inglés, en el año 1996. «A este panorama hay que sumarle la modificación de la Ley de Patentes, del año 94, que abrió las puertas para el patentamiento de los eventos biotecnológicos. Lamentablemente el nuevo desembarco de Monsanto en Argentina de los últimos meses tiene características muy similares al de aquellos días”, detalla Vicente cada uno de los pasos perfectamente planificados y ejecutados dentro de esta estructura de poder al servicio del dios dinero.
¿De qué se habla cuando se dice «régimen de propiedad intelectual de las semillas»? Cómo afecta esto a la agricultura campesina y familiar?
– Las formas de propiedad intelectual sobre las semillas que se han instrumentado durante los últimos 50 años han sido dos: los derechos de obtentor regulados por la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) y las patentes. Lo que se está tratando de implementar con la modificación de la Ley de Semillas es la aplicación de la norma de UPOV 91 que avanza hacia un sistema muy similar al de las patentes. Este régimen tiene múltiples impactos sobre la agricultura familiar y campesina: impone semillas provistas por el mercado corporativo, exige la compra de semillas cada año incrementando los costos de producción, ilegaliza y erosiona el uso y conocimiento de las semillas nativas y criollas, permite la apropiación de las mismas por las corporaciones y pone a los agricultores en manos de Monsanto y las demás corporaciones del agronegocio al poder estas llegar a controlar las semillas y la producción en cualquier predio para garantizar que no estén usando «sus semillas».
La nueva planta de producción de semillas de Monsanto, la introducción de una nueva soja transgénica y la ley de semillas, podrían encuadrarse dentro del avance de las multinacionales sobre nuestros recursos: ¿Qué hacer desde el pueblo y las organizaciones para frenarlo?
– Las resistencias que han surgido y se han fortalecido durante los últimos años demuestran que nuestra sociedad está reaccionando y poniendo freno al avance corporativo: la lucha contra las fumigaciones, el repudio a la planta de Monsanto en Malvinas Argentinas y el rechazo a este intento de modificar la Ley de Semillas son una muestra clara de ello. Por supuesto que existen alternativas, la Soberanía Alimentaria y las Semillas como patrimonio de los Pueblos al servicio de la humanidad que propone la Vía Campesina y el Movimiento Nacional Campesino Indígena son un camino que hoy es abrazado por millones de personas en el campo y la ciudad. Para que estas propuestas se conviertan en políticas públicas tendremos que recorrer un largo camino. ¡Pero las semillas ya están sembradas y no podrán ser privatizadas!
Por Vivi Benito