18 de diciembre de 2014
La agroecología campesina, clave para la humanidad y para el planeta
La agroecología existe desde hace décadas y se ha escrito mucho sobre ella. Su enfoque es multidisciplinar, se basa en el conocimiento, las técnicas y los modos de vida de los campesinos y campesinas, está enraizada en su medio natural, social y cultural. Durante muchos años se ha considerado arcaica y poco adaptada al «progreso moderno». La agroecología estuvo desterrada, aunque resurge con fuerza. Pero, ¿quién va a beneficiarse de este resurgir ?
La agricultura agroecológica garantiza que el suelo, las semillas campesinas y los conocimientos de los agricultores sean apreciados y mantenidos. Es el símbolo de la diversidad de producciones y de prácticas existentes, de la diversidad de alimentos y de identidades culturales alimentarias adaptadas a cada entorno social y natural. Con todo, actualmente es acaparada por la agricultura industrial. La agricultura industrial está en las antípodas de la agroecología, ya que se basa en el beneficio, la uniformidad, la especialización, y la concentración, con todas las consecuencias mortíferas que esto implica.
La agricultura industrial necesita limpiar su imagen, para ello tratará de engañar a la gente hablando de agricultura verde y sostenible que respeta la naturaleza y a la gente , usurpando el nombre de agro-ecología [2]. Suena bien, pero no es más que un nuevo modo de usurpar el conocimiento y de patentar lo vivo.
Así es como están hablando los gobiernos y las compañías de todo el mundo. Todos quieren subirse a este carro. Monsanto, asociado con Arvalis, ha formado a sus asesores en agro-ecología. Para ellos, agro-ecología significa presumir de recortar los insumos químicos, en volumen, que no en concentración, persistiendo en la promoción de semillas híbridas, GMO y otras plantas y animales transgénicos, del monocultivo, los cultivos hidropónicos, el acaparamiento de tierras, de agua y de recursos naturales, etc.
Aparte de estas prácticas contrarias a la agroecología, todo esto se basa en aspectos técnicos, dejando de lado su dimensión social, medioambiental y espiritual.
Por eso es tan urgente que las comunidades y organizaciones campesinas se organicen y promuevan la agroecología campesina, conectada con el planeta, y pongan en práctica las formas mútiples y diversas de agricultura familiar que se adaptan a su entorno, a los medios, la biodiversidad y el conocimiento, como garantía de una alimentación sana, nutritiva y el respeto de los sistemas agrarios y de la diversidad, al igual que el desarrollo socioeconómico de sus territorios, incluyendo una cohesión social armoniosa, el respeto de la identidad comunitaria, el apoyo a la autonomía de los campesinos como corolario de un aumento de sus rentas y de su bienestar.
En el marco de la soberanía alimentaria, la agroecología campesina que practican millones de personas y sus comunidades constituye la clave para salvaguardar a la humanidad y el planeta, no solo hoy sino en el futuro.
Grupo de trabajo por la Agroecología del CIP