La expulsión de campesinos, afrodescendientes e indígenas de Mesoamérica en busca del sueño americano ha sido una constante debido a la inseguridad ciudadana, falta de acceso a la tierra y la extrema pobreza.
La diáspora centroamericana en masa deja a miles de familias en México y llegan a los Estados Unidos, algunos indocumentados. A la pobreza se suma la extrema vulnerabilidad — en especial en las zonas rurales — y muchos fenómenos climáticos, la inseguridad ciudadana y la ausencia de oportunidades. Vivimos en medio de un Corredor Seco en estado de calamidad y que demanda asistencia humanitaria.
La migración y la pandemia
El mundo está de rodillas y demanda respuestas urgentes y necesarias, esta crisis antes de ser sanitaria evidencia el fracaso de sus políticas de reducción del Estado, de las privatizaciones, precarización del trabajo y de los derechos sociales. Se abre ahora una disputa mundial del modelo económico, social y político. Hay que abandonar el paradigma neoliberal. Las medidas del combate al virus no pueden ser autoritarias y politizadas, y alejar las amenazas de agresión militar por las grandes potencias.
Tareas a desarrollar en medio de esta crisis
Reestructuración recursos para la producción de alimentos, la organización y producción campesina, con acceso a mercados, áreas de acopio y semillas nativas, lograr mucha tierra para la producción de alimentos, además solicitar apoyo a las agencias de cooperación.
Trabajar los sistemas de producción animal, huevos y lácteos con énfasis en la producción ancestral y agroecológica, ampliando las áreas de siembra tubérculos, raíces y arboles forestales, frutales y cítricos.
Garantizar la estabilidad de empleo y de salario para trabajadores/as, a través de políticas, públicas que garanticen el empleo y la renta de trabajadoras/es, ya sea en condiciones de formalidad o de informalidad.
Es necesario la seguridad social y protección, teniendo en cuenta las legislaciones nacionales y acuerdos internacionales, a fin de garantizar el derecho a todas/os las/os trabajadoras/es independientemente de sus condiciones de formalidad o informalidad laboral, el teletrabajo sin precarización, garantías a los inmigrantes, asegurar la alimentación, salud comunitaria y publica, evitando además la violencia intrafamiliar, especialmente la violencia de género que se ven incrementados en situaciones de autoaislamiento y cuarentena.
Con mucha solidaridad, paciencia y disciplina saldremos adelante en esta crisis mundial.
Demandamos Plan de Emergencia Agropecuaria a Productores/as al Campesinado Sin Tierra
La Articulación Nacional Campesina –ANC- la CLOC-Coordinadora Latinoamericana de organizaciones Campesinas y la Vía Campesina Internacional, este 17 de abril –Día mundial de Las Luchas Campesinas, demandamos del gobierno dominicano asumir un plan de emergencia agropecuaria para dar apoyo específico a pequeños, medianos productores/as y campesinado sin tierra, afectados por las graves inundaciones y sequía de años recientes y empeorados tras la crisis provocada por la pandemia de Coronavirus.
En los dos últimos años las fuertes inundaciones y la prolongada sequía que afectaron varias regiones del país, diezmaron grandes plantaciones de banano, vegetales, hortalizas, arroz y otros cultivos, mientras miles de pequeños y medianos productores pecuarios vieron morir sus crianzas bovinas, porcinas, avícolas , caprinas entre otras, que por escasez de agua y alimentos, ascendiendo a más de 5 mil millones de pesos las pérdidas que sufrieron, siendo arrematados ahora por la reducción a su mínima expresión de la actividad comercial y productiva en el territorio nacional.
De igual manera, la FAO y el gobierno dominicano han reconocido y establecido la importancia ecológica, social, cultural y económica de la agricultura familiar campesina y la agroecología como fuente de producción de los alimentos que consume la mayoría de nuestra población rural y urbana, estimando que “representan alrededor del 80% de las unidades agropecuarias en la República Dominicana”. Así mismo se ha establecido su importante contribución al manejo sostenible de los recursos naturales, a la soberanía alimentaria y nutricional de la nación, como a la generación de empleos para mitigar la pobreza rural y conservación de tradiciones culturales en materia agropecuaria.
En tal sentido, el pre-censo agropecuario realizado en el 2015 por la ONE, Ministerio de Agricultura y apoyado por la FAO y Unión Europea estableció que 279 mil productores tienen parcelas con extensión entre 1 y 70 tareas, representando el 71% del total de productores agropecuarios del país, estimado en 260 mil en ese momento, lo que demuestra el peso social que tiene este sector.
La misma investigación arrojó, que para ese año 2015, el 12.3% (550 mil personas), del total de la Población Económicamente Activa de RD (5 millones 100 mil personas), trabajaba en la actividad agropecuaria, lo que destaca su contribución significativa a la generación de empleos.
Pese a los aportes de los pequeños y medianos productores agropecuarios a la economía nacional, la zona rural sigue siendo la que padece mayor nivel de exclusión social y económica, manteniendo las desventajas en el acceso a infraestructura y servicios públicos básicos como salud, agua potable, educación, comunicación terrestre y tecnología, por lo que siguen siendo altas las tasas de pobreza y miseria, bajos los índices de desarrollo humano debido a la baja inversión de capital y social del gobierno.
Frente a esta realidad de crisis y desamparo en que estamos los pequeños, medianos productores/as y campesinado sin tierra, la Articulación Nacional Campesina -ANC- proponemos al gobierno en esta coyuntura especial, la inmediata aprobación de un plan de emergencia para recuperar y relanzar nuestro aparato productivo nacional agropecuario, para lo cual proponemos las siguientes medidas:
1-Aprobar y ejecutar de inmediato un Programa Nacional de Apoyo masivo a la agricultura familiar para la producción de alimentos de ciclo corto de cara a garantizar la soberanía alimentaria y nutricional, suspendiendo la importación de productos que pudiésemos producir en el país.
Este Programa Nacional de Apoyo Agropecuario, implica entre otras acciones:
1.1-Desarrollar una campaña de preparación de tierras, suministro de semillas y material de siembra en coordinación con los grupos focales de las regionales agropecuarias integrados por las organizaciones campesinas, vinculadas al sector y las instituciones públicas del agro.
1.2-Iniciar un plan de reparación y construcción de caminos vecinales; infraestructuras de riego, incluyendo perforación de pozos, instalación y reparación de electrobombas; construir reservorios, canales de riego, orientado a mejorar la producción, elevar la productividad y eficientizar el recurso agua.
1.3-Capitalizar el Banco Agrícola y con fondos de esa institución, de la Banca Solidaria y Fundación Reservas, implementar programa de apoyo y facilidades crediticias a la producción, microempresas en las zonas agropecuarias y/o comunidades rurales; a tasas de interés blando, abandonando los trámites burocráticos y con plazo mínimo de tres años.
1.3.1-Condonación de deudas que se compruebe que hayan sido provocadas por pérdida de la producción debido a factores involuntarios como sequía, inundaciones, presencia de plagas, enfermedades y otros fenómenos naturales, así como compensación de pérdidas por falta de mercado interno y de exportación generada por la actual crisis mundial (bananos, hortalizas, entre otras).
1.4-Recuperar el programa de extensión agropecuaria para que personal técnico pueda dar asistencia, monitorio y supervisión de la producción en coordinación con las organizaciones campesinas.
1.5- Apoyo especial con fondos del Banco Agrícola, de la Banca Solidaria y Fundación Reservas para los pequeños y medianos proyectos agropecuarios de la mujer rural y jóvenes, especialmente a las asociadas en cooperativas y asociaciones de producción, asegurando la debida asesoría técnica para garantizar la sostenibilidad de las iniciativas productivas.
1.5.1-Incorporar a las familias campesinas como beneficiarias del programa FASE, en base a un levantamiento rápido con las organizaciones campesinas.
1.5.2-Como parte del comité de emergencia para combatir el CORONAVIRUS, constituir espacios o comités de prevención y apoyo a nivel provincial y comunitario, incorporando a las organizaciones campesinas y otras de la sociedad civil.
1.5.2-asumir e implementar programas de diálogos y acciones que garanticen el conocimiento y aplicación de la declaración de los derechos campesinos.
1.6-Establecer un programa de compra de producción agropecuaria a pequeños y medianos productores/as para garantizar abastecer los mercados y vender a precios justos; suplir las compras públicas que demanden las instituciones y disminuir la especulación de intermediarios. Entre otras posibles opciones que el gobierno podría poner en marcha para comercializar efectivamente la producción de rubros agropecuarios.
La creación de mercados populares en puntos específicos de las diferentes regiones con el apoyo de INESPRE institución intermediaria en el tema de comercialización.
Planteamos la incorporación de nuestros técnicos agroecológicos dentro de la aplicación de este plan ya que están preparados/as para trabajar estas temáticas preventivas y de emergencias.
Firmado:
CONAMUCA. Confederación Nacional de Mujeres del Campo.
FEDECARES (Federación de Caficultores de la Región Sur)
Federación de Campesinos Independientes Mama Tingó. FECAINMAT. Azua
Movimiento de Campesinos Trabajadores “Las Comunidades Unidas” MCCU
Asociación Central de Agricultores Luz y Esperanza de Nagua. ACALEN.
Confederación Campesina y Barrial. Retoño. 829-7631580
Por Iridiani Seibert Articulación Continental de Mujeres de la CLOC-Vía Campesina
La organización de las mujeres del campo en la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-Vía Campesina) se fundamenta en la lucha por derechos, igualdad de participación política y reconocimiento de su rol en la producción de alimentos en la agricultura y en la reproducción y producción del modo de vida de los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos en el campo en América Latina y el Caribe. Eso lo podemos ver en el rescate de la memoria de la reunión de mujeres desde el marco de la Campaña de 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular donde ellas constituyeran una comisión continental de mujeres para garantizar su participación y, sobretodo, garantizar que en la campaña quedaran plasmadas sus demandas políticas, así en el II Encuentro de la Campaña en Quetzaltenango (Guatemala) en el año de 1991 la comisión de mujeres planteó sus principales preocupaciones, que entre ellas destacase:
Reivindicaciones concretas a los gobernantes para alcanzar el real reconocimiento de la mujer y el respeto a sus derechos.
Trabajar por la plena participación social, política, económica y cultural de las mujeres en cada país, sobre la base de la igualdad y del reconocimiento de sus valores y experiencias (CLOC, 1997, s/p).
Un elemento clave en la lucha por reconocimiento de las mujeres del campo se dio en el seno de sus roles productivos, particularmente, en la valorización de su trabajo, ya que ellas son consideradas como meras “ayudantes” en el trabajo de producción, y a la vez, en el trabajo doméstico sus labores no son reconocidos como trabajo, sino como una ‘obligación” de naturaleza de su género femenino, esto es resultado de la división sexual del trabajo en el campo, producto del sistema capitalista y patriarcal. Así, es que desde la lucha por derechos que las mujeres identifican otras situaciones de opresión, discriminación y explotación a que están sometidas por el simple hecho de ser mujeres y que esta realidad no es circunstancial sino estructural de una sociedad construida sobre las bases del modelo capitalista, racista y patriarcal, por esta razón ellas defienden como carácter orientador de su organización y lucha la unidad entre “la perspectiva de género, clase y etnia, alineada a una mística latinoamericana que respete el pluralismo cultural como riqueza de nuestro pueblos.” (CLOC, 1997, s/p).
Para las mujeres del campo queda evidente que su lucha por el derecho a la tierra, a los territorios, al agua, a las semillas nativas y a todos los bienes de la naturaleza y por una agricultura campesina que va en contraposición al modelo depredador, explotador, deshumano del capitalismo en el campo, un modelo productivo destinado solamente a generar acúmulos económicos a las grandes empresas trasnacionales de la agro exportación va de la mano de la discriminación, exclusión y violencia racial y de género, y esa comprensión de la estructura de un sistema social a la cual están inmersas es eje central de la organización y lucha feminista de las mujeres de la CLOC. En base a esta definición política y acción de lucha permanente, las mujeres del campo son sujetas centrales en la defensa de una agricultura campesina basada en la agroecología y hacia la Soberanía Alimentaria que para la CLOC segundo Irene León es:
El conjunto de derechos de los pueblos a definir sus propias políticas de agricultura y alimentación, lo que contempla proteger y regular la producción agropecuaria y el comercio agrícola interior para el desarrollo sostenible, proteger el comercio doméstico en contra de las importaciones y limitar el dumping social y económico d productos en los mercados. Se materializa en el derecho a decidir cómo organizar la producción, que y como plantar, y como organizar la distribución y consumo de alimentos, priorizando productos locales y variedades criollas (2010, pp. 23-25).
A partir de esta concepción política y sobretodo de un principio y ética de vida y forma de ver el mundo que las mujeres de la CLOC siendo sujetas claves en la construcción de esta propuesta política de la Soberanía Alimentaria identifican la necesidad de dejar plasmado que:
La Soberanía Alimentaria está alineada con la justicia de género. Incorpora una agenda de reivindicación de la valoración de la función social histórica de las mujeres campesinas entorno al proceso creativo de la producción alimentaria pues se asume que el contribuirá al reconocimiento de su calidad de sujetas y ciudadanas, y una agenda de reparación en el ámbito de las relaciones sociales de genero dada la anulación del valor de la participación femenina desde la división patriarcal del trabajo (LEON, 2010, pp. 30-31).
Las mujeres de la CLOC desde una perspectiva feminista critica delimitan la importancia del reconocimiento del papel de las mujeres realizado cotidianamente en la resistencia al modelo depredador del capitalismo agrario, cuando ellas preservan y multiplican las semillas nativas, producen alimentos sanos, diversificados y sin agro tóxicos, realizan la crianza de los animales de razas locales, promoviendo la preservación de la biodiversidad local, la preservación y difusión de los conocimientos y saberes populares sobre las siembras, las culturas y la historia de los pueblos, cuando son las primeras en identificar la importancia de la agroecología como posibilidad real para el fortalecimiento del modo de vida campesino, indígena y de las comunidades negras. Para ellas:
La agroecología no es algo nuevo, las y los campesinos del mundo hemos hecho agroecología desde los inicios de la agricultura. La agroecología es el nombre moderno que hoy se le da a nuestra forma de hacer agricultura, de criar animales, de cazar, pescar, recolectar y convivir con los ecosistemas para garantizar nuestro bienestar y simultáneamente cuidar la madre tierra para todas las generaciones futuras. Es fruto de la sabiduría de los pueblos originarios que se fortalece hoy con el rescate de prácticas e innovaciones campesinas para asegurar la producción de abundantes alimentos saludables para nuestros pueblos. Este tipo de agricultura es el legado que nos han dejado los ancestros, la agroecología campesina y popular abreva y genera saberes locales, promueve identidad campesina e indígena y fortalece la economía local campesina promoviendo la justicia social. Es una propuesta política de los pueblos del campo ante el modelo alimentario industrial que ha generado una crisis económica, política, social y ambiental. No es únicamente una forma de producir ni un conjunto de técnicas, es un modo de vivir que se adapta a cada lugar, a cada territorio y a sus características sociales y ambientales únicas. Por lo mismo, debemos luchar por contrarrestar las tendencias corporativas mundiales y de mercantilización de la agroecología, que en aras de mantener el control de la agricultura y la alimentación sin dejar espacio a la agricultura campesina asumen un discurso agroecológico por capturar la narrativa de la sustentabilidad. (MONTECINOS, 2018, s/p).
A partir de esta comprensión podemos afirmar que la agroecología brinda una serie de posibilidades que aportan al proceso de construcción de la autonomía e emancipación de la mujer del campo, claro que eso solo tiene efecto concreto en la vida de las mujeres cuando aunado a la organización política y social de estas mujeres para igualmente brindarles autonomía política sin la cual el proceso de emancipación de la mujer no es completo y efectivo. Veamos algunas oportunidades que la agroecología ofrece al proceso de liberación de las mujeres del campo.
La Agroecología nos permite superar muchas de las dicotomías que hoy fortalecen la división sexual del trabajo en el campo y que inviabilizan el trabajo de las mujeres. En primer lugar, demuestra que no hay oposición entre cuidar la naturaleza, las semillas o las yerbas medicinales con el objetivo de producir; por el contrario, son cuidados que nos permiten reforzar, recuperar, mejorar y finalmente garantizar procesos productivos vigorosos y sustentables. La experiencia incluso muestra que podemos mejorar nuestras producciones al mismo tiempo que disminuimos el trabajo necesario.
También nos ayuda a superar la dicotomía entre distintos espacios productivos, porque todos los espacios y sus interacciones son los que hacen a una finca o un territorio más o menos productivo, resiliente y estable. Huerta, huerto, chacra, potrero, jardín, plantación, pradera, corral, bosque se interrelacionan, retroalimentan, vinculan a través del flujo de trabajo, nutrientes, energía, desechos, desbaratando la supuesta jerarquía entre ellos.
La agroecología no sólo necesita nuestros conocimientos, sino que nos permite fortalecerlos y proyectarlos hacia el conjunto de la sociedad, y deja sin sustento las pretensiones que nuestros saberes son inferiores o limitados. La agroecología permite corroborar el gran valor de la observación y el cuidado prolongados, cuidadosos de las mujeres. La agroecología es también el reconocimiento de las practicas que ellas y sus antepasadas, construyen histórica y socialmente, es el reconocimiento y valoración de sus conocimientos, de su vida y de sus comunidades y ellas entienden la agroecología como parte del proyecto de agricultura campesina que defienden y construyen en el cotidiano de sus vidas, de sus comunidades.
La agroecología como nosotras la definimos desconcentra y desenajena los mercados, acortando los circuitos comerciales y poniendo al centro la producción de alimentos, lo que hace posible nuestra participación en condiciones de igualdad y cooperación. Los circuitos cortos también nos liberan de la explotación de los intermediarios, permitiéndonos seguir nuestros propios tiempos y compensando nuestro trabajo de mejor manera.
Por medio de la agroecología las mujeres del campo resignifican su cotidiano a partir del momento en que pasan a ser referencias en la construcción de este paradigma agroalimentario, por ejemplo, al salir de la casa para hablar del trabajo que realizan, al recibir visitantes en su casa para enseñarles sus conocimiento, el trabajo realizado por ellas, al volverse responsables de la gestión de los recursos financieros generados a partir de su trabajo de producción, lo que les genera autonomía económica y eso genera también cambio en las relaciones sociales dentro de la familia campesina, donde el trabajo de la mujer pasa a ser valorado y su participación en las decisiones sobre la unidad productiva pasan a estar en pie de igualdad con los demás miembros de la familia.
Es en la lucha por igualdad de derechos, por su emancipación, por el fin de la violencia practicada hacia las mujeres y contra el agro negocio y en la construcción de la Agroecología y de la Soberanía Alimentaria que las mujeres del campo organizadas, se descubren feministas. Y es a partir de esta experiencia práctica de la necesidad de lucha de las mujeres del campo, que nace el Feminismo Campesino y Popular, que nada más es que:
Una estrategia política para la emancipación y liberación de las mujeres frente a las desigualdades sociales, económicas y policías que el capitalismo, el patriarcado y el racismo las somete histórica y socialmente. Es una formulación política e histórica de las mujeres del campo a partir de los procesos políticos organizativos, de formación política y de luchas concretas que cambian la vida social, económica y política de la clase trabajadora y en particular de las mujeres, elementos que determinan la praxis, práctica cotidiana, de la vida de las mujeres del campo. Praxis que buscamos nombrar con el Feminismo Campesino Popular. No inventamos algo nuevo, sino que reafirmamos nuestro caminar y nuestro accionar social e histórico desde nuestra realidad de vida y trabajo y la construcción de la nueva sociedad (CLOC, 2019, pp. 11-12).
A pesar de las múltiples contribuciones de la agroecología a la promoción de la autonomía de las mujeres, identifica-se la necesidad de una mayor aproximación de la agroecología al feminismo, pues comprendemos la Agroecología como movimiento y practica social, que nace de las luchas sociales de los campesinos, indígenas, comunidades negras organizados, que cuestiona las injusticias y desigualdades sociales, como el acaparamiento de la tierra, el saqueo de nuestros territorios, la privatización del agua y de la biodiversidad. De tal manera, que la agroecología no puede negarse a reconocer y discutir las desigualdades a las que están sometidas las mujeres del campo, teniendo en cuenta que estas son importantes sujetos de la lucha agroecológica en su construcción cotidiana, practica, política y teórica. No puede haber agroecología sin la participación protagónica de las mujeres, sin el reconocimiento de su valor y sin que esta tome como uno de sus principios el enfrentamiento a las desigualdades y opresiones que afectan a la vida de las mujeres. No puede haber Agroecología si en el mismo espacio conviven relaciones desiguales de poder, relaciones de violencia y de discriminación hacia la mujer o a cualquier otro ser humano o de la naturaleza
Entendemos que la relación entre agroecología y el feminismo campesino y popular es una construcción dialéctica que se retroalimenta en la práctica cotidiana, y que necesita ser fortalecida y profundizada de igual manera, y esa es tarea de todas y todos en nuestras organizaciones populares del campo de América Latina.
08 de marzo del 2020: Las mujeres de la CLOC/LVC seguimos en pie de lucha por una Agroecología con enfoque feminista en el continente
Estas son las razones por las que cada 08 de marzo las mujeres del campo nos movilizamos en cada uno de nuestros países por el día internacional de las mujeres con la vocación y el sentido de seguir resistiendo y luchando por la vida, desde la producción campesina garantizando la soberanía alimentaria. En este 2020 desde la Articulación de Mujeres de la CLOC-LVC nos sumamos al llamado realizado del 25 al 30 de noviembre de 2019 por la Vía Campesina internacional de Lucha por la Eliminación de la violencia contra las Mujeres y por sociedades conscientes y libres, sin exploración de los seres humanos y de la naturaleza. A la vez que denunciamos al sistema capitalista, patriarcal, racista y colonizador, que explota, oprime y atenta en contra de la vida de las mujeres y de la humanidad.
Las marchas, foros, conferencias de prensa, ferias, acciones de denuncia y plantones marcaron la pauta este año en diferentes países donde las mujeres del campo nos pronunciamos contra todas las formas de opresión y discriminación que se viven a diario por las mujeres a nivel general y en particular por las mujeres que habitan el medio rural, a la vez que estas acciones permitieron visibilizar nuestras luchas por el derecho a la tierra, el territorio, el agua, las semillas y por una verdadera soberania alimentaria, afianzando así el feminismo campesino y popular y nuestra apuesta por transformar las desigualdades sociales en el campo.
Marcaron nuestras acciones la denuncia en contra del modelo depredador del capitalismo en el campo y para todos los trabajadores/as, las políticas ultra neoliberales de los gobiernos de extrema derecha que se han instalado en muchos países del continente como la acción de las mujeres Sin Tierra en Brasil en la ocupación del Ministerio de Agricultura, sumándonos a la histórica movilización de millones de mujeres en las calles de Chile por el fin de la violencia patriarcal respaldada por los Estado, a las inúmeras movilizaciones por los derechos sociales, políticos, sexuales y reproductivos de las mujeres en Argentina, Ecuador, El Salvador, Perú, Paraguay y República Dominicana.
La denuncia de la persecución y asesinato a las lideresas sociales que lucha por sus territoritos y por los derechos de sus pueblos, como el caso de los 04 años del asesinato de la lideresa campesina Berta Cáceres en Honduras y el segundo año del asesinato de la concejala Marielle Franco de Brasil, hasta hoy sin respuestas y puniciones a los culpables y mandatarios de este crimen. Exigimos justicia por ellas y tantas otras mujeres luchadoras. No más criminalización. Si al derecho de luchar.
Muchas fueron las actividades realizadas por las mujeres en el continente en el sentido de fortalecer y diseminar la comprensión de la propuesta de un Feminismo Campesino y Popular como una estrategia que parpase todas las demás propuestas políticas del movimiento del campo de América Latina y el Caribe desde un enfoque feminista trasversal y profundo, como lo son la Agroecología, la Soberanía Alimentaria, la Reforma Agraria Popular e Integral, la Carta de los Derechos de los/as Campesinos/as y demás luchas en el campo. Para eso se realizó en Honduras el Encuentro Centroamericano de Feminismo Campesino y Popular y otros foros, seminarios, talleres, encuentros y escuelas que trataron este tema em Argentina, Brasil, Cuba y otros países. Y en este sentido la formación política para mujeres también estuvo presente en este 08 de marzo con la Escuela Margarita Murillo en Honduras y la Escuela Semillas de Esperanza en Brasil.
Muchas mujeres salieron a celebrar sus logros y a defender sus procesos de cambio social y revolucionarios como las mujeres cubanas, las mujeres venezolanas y nicaragüenses frente a los ataques y bloqueos incesantes del imperio estadunidense estas mujeres junto a sus pueblos siguen resistiendo y enseñándonos con sus acciones de solidaridad y humanismo.
Hubieron también acciones que permiten sembrar esperanzas de que un mundo nuevo puede construirse para mujeres y hombres, con la defensa de La Madre Tierra, de las Semillas, de la producción de alimentos sanos que generan salud y vida para la naturaleza y para las personas para enfrentar tiempos complejos de Pandemia mundial que nos avasallan vidas humanas diariamente en todo el mundo y que llega a nuestro continente. Tiempos que nos asustan, pero a la vez dejan más una vez clara la falencia y el fracaso del sistema capitalista y sus formas de producción globalizada, de un sistema agroalimentario globalizado y depredador, que lleva la marca de la destrucción ecológica y social de los campos. Así que queda más evidente que nuestra propuesta de una agroecología campesina, de producción y distribución de circuitos cortos se hacen fundamentales para enfrentar las diversas crisis que el sistema capitalista ha creado y seguirá creando si no lo frenamos lo más pronto posible. Un cambio profundo de paradigma productivo, social y humano se hace mas necesario que nunca.
Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista!!!
Sin feminismo
No hay Agroecología!!!
Con feminismo
Construimos Socialismo!!!
Referencias bibliográficas:
CLOC, Nosotras mujeres construyendo caminos de esperanza avanzamos en el campo de América Latina y el Caribe, [Memoria de la I Asamblea de Mujeres de la CLOC realizado por Gilma Benitez], 1997.
CLOC, VII Congreso Continental CLOC-LVC, [cuaderno de documentos preparatorios al VII Congreso], La Habana, Cuba, 2019.
LEON, Irene, Soberanía Alimentaria: aproximaciones a un debate sobre alternativas de desarrollo y derechos de las mujeres, [Documento elaborado para el Cuaderno de debates de la Escuela de Mujeres del Cono Sur], 2010.
MONTECINOS, Camila, Feminismo y agroecología, [Documento elaborado para el I Encuentro Global de las Escuelas de formación en Agroecología], La Habana, Cuba, 2018.
¿Podemos hablar en estos tiempos de pandemia sobre la experiencia del proceso político de construcción de una concepción feminista, campesina y popular que las mujeres del campo de la CLOC-VC hemos venidos elaborando y que se ha ido haciendo teoría y práctica en nuestra accionar? Por cierto que si, y es además indispensable.
La actual situación que vivimos y estamos sufriendo los pueblos y en particular las mujeres ante esta pandemia que azota al mundo, no es producto de la casualidad ni es un fenómeno de la naturaleza, como tampoco acontece en un momento cualquiera. La situación de fragilidad, abandono e incertidumbre que estamos sufriendo la inmensa mayoría es, sin duda, producto de las inequidades, abusos y codicia de una minoría, y contra las cuales irrumpían en el mundo luchas y rebeliones por doquier. Hoy debemos asumir el encierro o evitar las grandes multitudes para proteger a los más débiles, pero está claro que nada nos detendrá, este es un escollo mas en el camino que enfrentaremos con mucha convicción las y los luchadores.
Vamos por el camino correcto, son tiempos de reflexiones profundas y de desplegar nuestra capacidad e iniciativas y reinventarnos ante cada situación, y no permitir que el encierro y el que hacer que implica la prevención nos desanime. La lucha continúa, el enemigo anda suelto e incesante en su acción depredadora, que acaba con más vidas que las que puede cobrar este virus.
Durante esta década las mujeres organizadas en la CLOC-VC fuimos capaces de romper mitos y concepciones machistas y culturales muy arraigadas, especialmente en nuestro campo y desde nuestras convicciones, identidades y principios, vamos elaborando una propuesta política sustentada en las luchas y principios históricos del feminismo por la igualdad y los derechos las mujeres. Luchamos porque se haga justicia a la marginación, discriminación y racismo que ha golpeado más fuertemente a las campesinas, las indígenas y a las negras, entendiendo que esta es tal vez la propuesta más osada de las mujeres del campo y que el mayor desafío recae en nosotras.
Con mucha convicción y mucha fuerza hemos hecho visible nuestro histórico papel en la producción de alimentos y en el cuidado de la biodiversidad, pero también nuestra aguerrida intervención en las grandes luchas y batallas que se han dado por la liberación de nuestros pueblos, en la defensa de los territorios, en la construcción de los movimientos sociales y por nuestros derechos. En el trascurso de esta década hemos avanzado enormemente en que nuestras compañeras y compañeros vayan, asimilen, y valoren nuestras propuestas y definiciones, que no se apartan de la lucha global de los pueblos del campo.
También hemos logrado que se reconozca el papel fundamental que hemos jugado en consolidar un movimiento campesino a nivel internacional como La Vía Campesina y en nuestro continente la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo CLOC, y que además somos garantes de los sistemas y culturas alimentarias en nuestro país, base primordial de la Soberanía Alimentaria. En general, hemos logrado se vaya reconociendo el valor que esto implica para la sobrevivencia de la humanidad, tal como lo sustenta la Declaración Universal de los Derechos de las y los Campesinos de las Naciones Unidas y las bases del Decenio para la Agricultura Familiar Campesina e Indígena.
Hemos recorrido una década en que las mujeres del campo, las dirigentas y lideresas hemos ido desarrollando una serie de debates, estudios e investigaciones que le dan sustento a nuestra construcción feminista, política y teórica, inserta en una práctica de lucha de clase y revolucionaria, que le da sentido a nuestra forma de ser, pensar y al actuar. Luchamos en todos los planos, desde las acciones cotidianas y el que hacer organizacional, hasta la lucha nacional y continental contra el capitalismo, el racismo, el colonialismo y el patriarcado, por nuestros derechos, por la tierra, por la soberanía alimentaria.
Por erradicar toda forma de violencia y en especial la violencia hacia las mujeres, por un reconocimiento y valorización de nuestra participación activa y esencial en el desarrollo de las agriculturas en el mundo, así como por reformas agrarias integrales populares e igualitarias con derechos plenos de las mujeres a la tierra. Igualmente luchamos por lograr avanzar hacia una sociedad socialista donde la opresión, la violencia y la discriminación no existan, donde la injusticia de clase y género sean cosas del pasado. La sociedad socialista que anhelamos construir esta basada en los valores y principios que desde el Feminismo Campesino y Popular hemos venido afirmado.
Esta no es una batalla ganada, no es un proceso acabado. Desde nuestra identidad territorial de pueblos diversos y comunidades donde la cultura emerge de nuestra relación con la tierra y la naturaleza y de lo que ella nos otorga, se ha ido a través de la historia moldeando una forma de vivir y de trabajar la tierra, de producir y elaborar los alimentos.
En ello, nuestro papel, que ha sido protagónico, por siglos fue invisibilizado, no es casual que actualmente desde los diversos gobiernos e instituciones públicas y privadas estén promoviendo programas y otorgando, insuficientes, recursos para acortar la brecha de desigualdad entre las políticas y programa para nuestros pares campesinos, programas que poco contribuyen al desarrollo y fortalecimiento de nuestra condición de mujeres campesina y para fortalecer nuestra agricultura y los sistemas alimentarios y nos van poniendo títulos rimbombantes (microempresaria, emprendedora, competitiva, etc.) que de una u otra forma pretenden frenar nuestro avance político despojarnos de nuestra identidad de mujeres campesinas ligadas al trabajo de la tierra.
Nos estimula el avance de las luchas feministas en el mundo nos enorgullece de la audacia de las mujeres jóvenes, pero también es importante no perdernos del camino que tantas valiosas e importante mujeres fueron haciendo. Nuestros estudios por rescatar las experiencias y el pensamiento de las mujeres Marxistas de ayer, capaces de instalar el 8 de marzo como el día internacional de la mujer y que lo hemos convertido en un día de resistencia al patriarcado y a los gobiernos títeres del sistema capitalista, de lucha por nuestros derechos y los derechos de la madre tierra.
El Feminismo Campesino y Popular, su base teórica, emana desde las conciencias florecientes de las mujeres del campo, no sin diferencias. Recoger y trata de interpretar toda la diversidad que habita en los territorios, este es uno de nuestros grandes desafíos. Seguimos avanzando desde las experiencias de confrontación y lucha de tantos años en América Latina y el Caribe contra el Capitalismo colonialista, que ha saqueado nuestras tierras, territorios y riquezas naturales, que diezmó a los pueblos indígenas y esclavizó a los pueblos negros.
En esta resistencia las mujeres siempre estuvieron, sus ejemplos e ideas y elaboración teórica, han sido fundamentales para avanzar y no perdernos. Por eso, en este proceso y elaboración de la propuesta feminista de las mujeres del campo, sus legados experiencias y sabiduría son nuestra fuente de inspiración y ellas estarán siempre presente, son parte de nuestras místicas, “las luchadoras de ayer” están en nuestra construcción del Feminismo Campesino y Popular.
Desde la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo CLOC-LVC les compartimos una nueva edición de nuestro Boletín Tierra
En este especial abordamos todo lo relacionado a nuestro VII Congreso que se realizará en Cuba del 25 al 30 de junio del 2019.
Las regiones nos cuentan cómo se preparan de cara a este magno encuentro que servirá para debatir y construir propuestas para las y los campesinos de América Latina
Desde nuestros territorios
Unidad, Lucha y Resistencia
Por el socialismo y la soberanía de los pueblos
Esta última edición esta centrada sobre las luchas de las mujeres en el sector rural.
Editorial: la intensidad política, económica del pasado año es para síntesis para no sobre abundar. El 2017 abogamos por seguir construyendo unidad, poder popular desde abajo. Nota Central: un panorama sobre la realidad de las mujeres del campo, las acciones que se llevan a cabo desde la articulación de las mujeres para contrarrestar conjuntamente la violencia machista, patriarcal y todas las formas de violencias contra las mujeres.
– Tribunales éticos: instancia para denunciar y visibilizar la violencia sistémica contra las mujeres en el campo.
Notas Regionales:
–Cono Sur: Ni una menos porque vivas nos queremos. La estructura social imperante, machista, violenta, actua a lo largo y ancho de los territorios, el rechazo a los feminicidios también es visible a través de las movilizaciones de «Ni Una Menos».
– Centroamérica: No a la Criminalización contra las mujeres rurales en la lucha por la tierra. El rol de las mujeres rurales es determinante en lo productivo, alimentario para los países, sin embargo cuando se trata de reconocer el derecho a la tierra es invisibilizada hasta en las políticas públicas. La lucha es también, por el derecho al acceso a la tenencia de la tierra.
– Andina: El silencio de la violencia sobre nuestros Andes. Los medios de comunicación masivos operan para invisibilizar la violencia estructural, patriarcal. Los movimientos campesinos, originarios, juveniles debemos generar instancias de reflexión y acción contra el capitalismos, el patriarcado y exigir los cambios necesarios en los instrumentos legales que rigen.
– Caribe: Situación de nuestros territorios y de las mujeres en el Caribe. La criminalización, discriminación, desigualdad, ocupación transnacional, bloqueo económico es parte de la lista que violenta a las mujeres caribeñas. La lucha por el derecho al acceso a la tierra es continental y es una necesidad de seguir articuladas.
Nota de aliadas.
Marcha Mundial de las Mujeres: Mujeres en lucha contra la violencia y la criminalización. Las mujeres también se enfrentan a las corporaciones agro-mineras, y son condenadas por los mismos que bloquean las democracias en la región. La lucha es continental, un desafío es seguir re-aprendiendo a resistir, a construir y reconstruir nuestras vidas sin violencia.
Pueden compartirlo, distribuirlos en sus organizaciones, amigos, familiares, radios, revistas etc. También pueden hacernos devoluciones sobre este trabajo de construcción colectiva por parte de las y los comunicadores de nuestras organizaciones en la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo- La Vía Campesina en Latinoamerica.
¡Una buena lectura y esperamos compartir nuevas ediciones a lo largo del 2017!
El boletín Tierra es una herramienta histórica de intercambio informativo de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-VC) y los movimientos sociales del campo popular.
Es el esfuerzo y fruto del Colectivo Continental de Comunicación de la CLOC-VC y de sus organizaciones.
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